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Tardó cerca de veinte minutos en recorrer la mayoría de casas, las cuales eran casi idénticas de donde se resguardaba por las noches. Todas albergaban camas de diferentes colores y algún que otro bloque. Si tuviera que resaltar uno, Midoriya optaría por ese bloque que en su base superior tenía una cuadrícula de 3×3. No le encontró un uso específico, así que lo ignoraría por el momento.

Al salir de la penúltima casa, siguió el camino de tierra que lo llevaba a aquella distinta de las demás. Una vez allí, se detuvo unos momentos para contemplarla.

La casa era de dos pisos. La entrada consistía en un par de puertas separadas. Las paredes del primer piso eran de roca, mientras que el resto de las partes provenían de la madera de roble. Por último, se podía distinguir un balcón en la segunda planta.

Cuando estaba a punto de abrir una de las puertas, salió un aldeano. Los que vio hasta el momento vestían unas túnicas simples de color marrón o verde, pero él era diferente. Este aldeano tenía la túnica marrón, pero contaba con más prendas. Llevaba un delantal blanco, unos lentes y un libro rojo que usaba como sombrero.

Ya acostumbrado a la reacción que tenían cuando estaba cerca de ellos, el pueblerino lo miró unos segundos y se marchó. Eso indicaba que la casa estaba libre para su cometido.

Una vez cerró la puerta, Izuku identificó rápidamente con la mirada unas estanterías con libros. Justo lo que buscaba. Se acercó con cierto entusiasmo y agarró el primer libro que tenía en frente. Suplicó internamente que las palabras estuvieran en su idioma.

Al abrirlo, su cara tomó una expresión de desconcierto. Las hojas que eligió estaban vacías; no había nada escrito ahí. Un poco apresurado, pasaba las páginas para ver si todas estaban igual. Le tomó varios minutos, pero el resultado fue el mismo; todo estaba en blanco.

La decepción lo estaba abrumando lentamente, pero se pudo recuperar al recordar un detalle positivo; habían por lo menos unas decenas de libros. Alguno podría tener escritos en su interior.

Con una motivación renovada, dejó el libro en el suelo para dar paso a agarrar el siguiente. Debía examinar todos detenidamente si quería encontrar algo de utilidad.

Probablemente tardaría un buen rato, pero entendió que esto era necesario si quería prosperar en este mundo.

Se sentó en el suelo, llevó hacia su boca una de las remolachas que trajo consigo desde que salió y empezó con su tarea.

Se sentó en el suelo, llevó hacia su boca una de las remolachas que trajo consigo desde que salió y empezó con su tarea

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Izuku no pudo evitar bostezar por el aburrimiento. Había pasado cerca de una hora revisando cada página sin éxito. Se conformaba con algún párrafo u oración, pero no, todo estaba en blanco.

Le quedaban unos ocho libros por inspeccionar, por lo que decidió darse un breve descanso. Cerró los ojos y un leve crujido salió de su columna vertebral al estirarse.

Miró alrededor unos segundos, reflexivo. Muy en el fondo, aún se sentía asustado por todo esto. Estaba en un mundo nuevo y desconocido. Por más que intentaba, no lograba recordar cómo llegó o qué le trajo. Hasta donde sabía, era el único humano aquí. El sentimiento de soledad era abrumador. Claro, estaban esas "personas", pero no hablaban ni parecían ser del todo racionales.

Pasos sobre cubos | Izuku en minecraftWhere stories live. Discover now