09.

516 94 11
                                    

Jiro retrocedía lentamente para que su loro la siguiera adentro del refugio. Quedaban unos minutos antes de que anocheciera y necesitaba resguardarse.

Durante el día, decidió aprender todo lo posible sobre su reciente mascota. Gracias a eso, descubrió que el ave la seguiría si se alejaba unos cuantos bloques de ella.

Una vez que el loro entró completamente y se posó en su hombro, Jiro colocó los dos bloques que solía usar para cubrir el agujero por donde entraron. El interior de la pequeña casa se volvió oscuro, lo que la dificultó ver claramente.

Sin duda, le gustaría descubrir si había algún modo de iluminación, pero por ahora debía conformarse con lo que tenía.

Suspiró un poco y se sentó en el suelo de césped. Los sonidos escalofriantes no tardarían en aparecer. Agradecía que ahora contaba con la presencia de esta pequeña ave.

¿Esa era toda la compañía que tendría? ¿Estaba condenada a vivir sin volver a ver a otro humano? La idea le aterraba de sobremanera.

«Supongo que estoy condenada», pensó para sí misma.

Extrañaba a sus seres queridos y la vida que solía tener. Por más que lo intentaba cada día, no podía recordar cómo había llegado hasta aquí. Era como si alguien hubiera borrado por completo sus recuerdos desde que se quedó dormida aquella noche en su habitación hasta que despertó encima de un arbusto hecho de cubos.

Aunque su futuro parecía incierto, al menos debía ser fuerte para sobrevivir. Las sandías solo durarían unos pocos días, lo que la obligaría a hallar otro sustento de alimento. Los pollos, cerdos y vacas que veía en el entorno podrían ser la solución. No obstante, al nunca destacar en fuerza, se preguntó cuántos golpes tendría que darle a los pobres animales hasta matarlos. ¿Estaría lista para eso? ¿Para escuchar los quejidos de dolor mientras el animal intentaba huir de su matanza?

Se dijo a sí misma que debía tener fuerza y valor; ahora ya no estaba segura. No tenía problemas cuando la carne de animal ya estaba lista para cocinarse. Sin embargo, ahora era distinto; ella sería la encargada directa de separar aquella fibra roja del hueso.

«No... No debo pensar en eso ahora. Ya lo veré después si... si no tengo otra opción», se convenció a sí misma. Acostándose en el suelo verdoso, descansó su cabeza en un bloque que no contaba con hierba alta. En cuestión de minutos, ante la mirada de su mascota, se quedó dormida.

Como antes no estaba acostumbrada al entorno ni contaba con el consuelo de una compañía, Kyoka solía dormirse horas después del anochecer y levantarse cerca del mediodía

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Como antes no estaba acostumbrada al entorno ni contaba con el consuelo de una compañía, Kyoka solía dormirse horas después del anochecer y levantarse cerca del mediodía. Es por esto que, en esta ocasión, se despertó temprano en la mañana.

Se sentó mientras sacudía su ropa de manera inconsciente, un acto innecesario puesto que ya sabía desde hacía poco tiempo que, por más que hiciera, no se ensuciaba. Debido a la dureza del lugar que usaba como cama, estiró los brazos, giró los hombros y movió su cuello en círculos para aliviar la tensión en estos.

Pasos sobre cubos | Izuku en minecraftWhere stories live. Discover now