Cinco Minutos Más

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❝ Charlotte entrevista a Neuvillette, Fontaine quiere saber la rutina mañanera de su juez. Lo que nadie sabrá jamás es que, en realidad, la diosa de la nación está más presente en ella de lo que dicen sus palabras. 

( Escrito antes de la versión 4.2. )

ɞ ɞ ɞ

A Neuvillette le habían preguntado alguna que otra vez cómo eran sus mañanas, como aquella. Pese a no participar activamente en entrevistas, tenía que reconocer siempre que empezaban con un:

—Cinco minutos más...

Solo que nunca admitía que, en realidad, quien realizaba esa petición no era él.

Neuvillette bostezaba silenciosamente mientras su diosa se acurrucaba sobre su pecho, negándose a despertarse. Como siempre le tomaba un rato desperezarse, aprovechaba para abrazarla de vuelta, acariciar sus cabellos suaves y su espalda...

Después de todo, no tendía oportunidad de volver a hacerlo hasta que los dos encontraran un momento de intimidad durante el día. Besaba su frente y dejaba su barbilla apoyada sobre su cabeza.

Focalors no era una persona mañanera. Toda la energía que tenía a lo largo del día no llegaba a ella de la nada, ni mucho menos nada más despertarse. Él era el único que tenía el privilegio de verla en sus momentos más pausados.

—Siempre dices lo mismo, Focalors... —la diosa soltó una risilla.

—Y siempre te quedas —añadió socarronamente, abrazándolo con más fuerza.

Sin nada que objetar, Neuvillette se quedaba durante ese tiempo mimando a su diosa. Se aseguraba de darle toda la atención que luego no iba a poder recibir. Fuera de esos aposentos tenían una reputación que mantener.

—... Mis mañanas son lentas. Me despierto dos horas antes de ir a trabajar para asegurarme de que tener tiempo suficiente —explicó conciso a Charlotte, la entrevistadora.

—Eso es muy interesante y propio de usted, Monsieur Neuvillette. Se nota que es un hombre precavido. Y dígame, ¿qué hace después de mentalizarse?

Cuando Neuvillette lograba convencer a Focalors de iniciar el día, tocaba ir al baño. No solo, claro. Furina se echaba la manta sobre los hombros y lo seguía lentamente hacia allí. Siempre tenía esa expresión somnolienta. De sus labios escapaban bostezos sonoros y escandalosos, recalcando su cansancio. El juez la esperaba para que pudiera vigilar que prosiguiera con la rutina.

—Hmm...



—¿Hmm?

Cuando Neuvillette iba allá por el tercer botón de su camisa, sentía la presencia de Furina en la espalda. Esa masa calentita que la abrazaba y reposaba su cabeza sobre él.

Él proseguía desabrochándose el pijama mientras su diosa tomaba el lazo de su muñeca y comenzaba a maniobrar con sus largos cabellos grisáceos.

—Agáchate un poco, Neuvi... Te haré una coleta alta.

—Después de mentalizarme, me tomo una ducha. Luego, empiezo a vestirme. Es donde suelo tardar más tiempo.

—Oh, sí. Su traje a simple vista parece que tiene numerosas capas —asintió Charlotte, mirándolo atentamente y anotando en su libretilla.

En realidad, él no tardaba tanto. El problema era cuando la ducha no espabilaba del todo a Focalors y demandaba que le ayudara a vestirse. Obviamente, la diosa aprovechaba para echar una cabezadita más en lo que él terminaba. Y Neuvillette seguía sin negarse. Después de todo, tras tantos años, cuidar el uno del otro era un hábito prominente... Aunque Furina fuera más dependiente de los dos.

Con ambos vestidos, Focalors dejaba un último detalle en sus cabellos. Con el mismo lazo para la coleta de la ducha, hacía lo mismo. Solo que ahora, en vez de realizar un nudo alto, lo dejaba en la mitad baja.

—¿Ya? —cuestionaba Neuvillette al dejar de sentir su pelo tirante.

—No. Tienes que volver a agacharte.

Y, por su tono insinuante, sabía que no se refería más al peinado. Se giraba y, con una leve sonrisa, Neuvillette se inclinaba para besarla. También, dependiendo del día, tardaban más o menos en dejar de buscar sus labios...

—Bueno, y luego, poco más. Lady Furina y yo desayunamos siempre juntos. Después, tras unas últimas visitas al aseo, tomamos nuestro transporte privado para ir a la Ópera de la Epiclesis. Allí ya empiezan los juicios que tengamos programados para ese día. La justicia nunca descansa.

Esperó que le sirviera a Charlotte. Parecía ser que sí por cómo escribía velozmente sobre el papel. Sus ojos brillaban como si hubieran encontrado una noticia de lo más interesante. Para Neuvillette, no era más que su día a día.

—¡Vale! Perdón, estaba ocupada escribiendo. Así que Lady Furina y usted desayunan juntos. ¡Es agradable saber que las figuras más importantes de Fontaine se llevan tan bien! Siempre han tenido una relación estrecha, ¿me equivoco?

Estrecha era decir poco. Su relación con Focalors iba más allá que compartir las mañanas juntos, y las noches. Habían pasado tantos años el uno al lado del otro que su estrechez era irremediable. Neuvillette no sabría poner en palabras lo que significaba Focalors para él. Su conexión iba más allá de ellas. Solo sabía que esa calidez familiar era plenamente suya cada vez que estaba con él. Era la única con la que se había sentido así alguna vez.

Furina era... lo que más quería.

—Así es. Pero debe disculparme, señorita Charlotte. No hablaré de nuestra relación —ese simple comentario le hizo asentir impetuosamente. Para ser una periodista, parecía que no se atrevía a querer seguir inquiriéndole. Neuvillette se preguntó si lo había dicho demasiado serio, o la había intimidado.

—¡Claro! No hay problema, ya ha contestado suficientes preguntas. ¡Muchísimas gracias! Ahora los ciudadanos de Fontaine podrán conocer su lado más mundano, y el de nuestra diosa. Puedo asegurarle de que la siguiente edición del Pájaro de Vapor lo tendrá a usted en portada. ¡De hecho! —la vio alzar su daguerrotipo—. ¿Me permite tomarle una imagen?

Neuvillette miró hacia abajo, comprobando que su ropa estaba impoluta.

—Está bien —se acicaló levemente el pelo con los dedos y se apoyó sobre su bastón. Su expresión seguía inmutablemente seria—. Puede hacer la foto, señorita.

Lo siguiente que sonó fue el clic de la cámara.

ɞ ɞ ɞ

A la mañana siguiente, la alarma volvió a despertarlo. Neuvillette la apagó y se acomodó de inmediato tal y donde estaba; abrazando a Focalors por la espalda. Su diosa parecía no haberla oído, pues su respiración seguía igual de pausada. Presionó los labios contra su hombro y sonrió levemente.

—Cinco minutos más... —musitó él esta vez.

one-shots NeuvifuriWhere stories live. Discover now