Luz de Luciérnaga

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❝ Ha sido un día largo para Furina. Neuvillette, recordando que es el Rito de la Linterna en Liyue, decide hacer una excepción e invitarla a la nación de geo. ❞

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Rara vez Neuvillette salía de Fontaine entre todos sus quehaceres, podía decirse lo mismo de Furina. Ninguno de los dos tenía tiempo para quedarse al rito de la linterna completo, pero... Notó que fue un día largo para ella, así que, por una vez, decidió traerla él mismo a Liyue.

Ya habían hablado de todo a lo largo del camino. Llegaron a la ciudad justo cuando quedaba una hora exacta para liberar las linternas. Con un poco de suerte, no los detendrían mucho por el camino. Pese a ser juez y Arconte, no pareció reconocerlos nadie por el momento.

Aunque, bueno, había masas de personas, mucho más numerosas que la última vez que fueron juntos. Caminaban lado a lado, su corazón en calma al verla más animada que a lo largo del día.

—Hay más gente de la que recordaba.

—Así es. Si te parece bien, puedo sujetarte la mano para que no nos perdamos.

Tras una risilla, su arconte sonrió.

—¿Crees que voy a perderte de vista con lo alto que eres? Y la ropa de Fontaine, y tu pelo...

—Quizás yo sí lo haga en términos de estatura.

Hizo una expresión dramática, seguida de un ruidito similar a un gruñido. A regañadientes, tomó su mano enguantada. Por alguna razón, ambos se ruborizaron pese a ser un gesto habitual en ellos.

Tras pasar tanto tiempo juntos, la domesticidad era su especialidad. Darse de la mano, jugar con sus cabellos, descansar sobre el otro... Era de lo más reconfortante, tenerla entre sus brazos y estar así con ella. Siempre lo fue.

—Veo que la vejez afecta a tu visión. Te la tomaré, pero solo por tu posible torpeza.

Neuvillette frunció el ceño suavemente, aunque se lo merecía.

—Me temo que sigo siendo más joven que tú, Lady Furina.

—¡Aún peor!

Cuando Furina se echó a reír, no pudo evitar sonreír levemente. Ahogó una risa, incluso. Sí, ya estaba recargada de nuevo. Esa era su Arconte usual, la de la fachada que hacía ver a todo el mundo.

—Ay... No te preocupes, Neuvi. Le diré a la herrera que te haga unas gafas para que puedas verme mejor. Sería... ¡inaceptable que no pudieras disfrutar de mi belleza y grandiosidad!

—Oh, eso es, sin duda, algo que admiro a diario. No son necesarias las gafas para ver tu indudable hermosura. Sería decepcionante que algún día mi visión se tornase borrosa y dejara de apreciarte como es debido.

Pareció ser que Furina se distrajo con ese comentario. Además de sus mejillas ruborizadas y expresión asombrada, se chocó con un transeúnte.

—¡Perdón!

—Lo lament...

—Estás perdiendo facultades, señor Zhong... ¿Furina?

—¿Eh?

—¿Los conoces, Lady Furina?

Eran dos personas de altura similar a las suyas, respectivamente. Por apariencias iniciales, parecía ser que en personalidad también.

—N-No...

—¡No todavía! Vamos a darnos un trago juntos y nos conocemos —dijo el joven de trenzas. ¿Tendría la edad para beber?—. Vamos, vamos.

one-shots NeuvifuriWhere stories live. Discover now