2. PROMESAS.

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El sol de medio día atravesó el gran ventanal de la habitación, despertando a Emily de su profunda ensoñación.

Abrió los ojos dándose cuenta de que estaba en la cama, frunció el ceño tratando de recordar si en algún momento de la noche regresó a la cama.

Escuchó el ruido de las ollas cayendo y un par de algo de vidrio rompiéndose.

Se acurrucó de nuevo no queriendo enfrentar la realidad, cerró los ojos tratando de volver a dormir.

–Emi. — la voz del piloto llegó a sus oídos — ¿Ya estás despierta?

No respondió, ni abrió los ojos.

–Sé que estás despierta porque no estás roncando.

–Yo no ronco, Sebastian. — respondió con fastidio.

–Ya lo sé, pero funcionó para que me hicieras caso.

–Dejame dormir un poco más, no estoy lista.

–¿No estás lista para qué?

–Para dejar atrás la vida que tenía hasta ayer.

–Emi... — habló conmovido por sus palabras — Cariño, hice el desayuno.

–Lo supuse, espero que mis utensilios de cocina estén intactos o lo lamentarás.

–Compraré otros, esos que tenías ya estaban descompuestos antes de que yo llegara.

La castaña soltó una risa genuina.

–Adoro escuchar tu risa. — se acercó a abrazarla.

–Vamos a probar lo que cocinaste, hablaremos más tarde.

El alemán la miró salir de la habitación, su cabello estaba despeinado, su cara se había desinflado pero aún tenía las mejillas rojas por el llanto.

Tenía el ceño fruncido y los labios apretados, igual que cuando despertaba por una pesadilla.

Era hermosa.

–¡Sebastian Vettel!,¡Rompiste mi juego de té rosa! — la escucho gritar.

Palidecio y tragó asustado, su novia recién despierta y enojada no era muy agradable.

Un rato más tarde, despues de prometer que conseguiría una réplica exacta del juego de té, desayunaban en silencio.

A diferencia de sus silencios pasados, que eran pacíficos y tranquilos, este era incómodo.

Sebastian estaba absorto, perdido en algún lugar de su mente, solo mirando el plato y comiendo por inercia.

Emily deseaba formar una charla amena o divertida como siempre hacían, pero no salían de su cabeza las palabras del rubio.

“Voy a ser papá, Hanna está embarazada”.

Estaba abrumada por la tristeza, quería que ese futuro le perteneciera a ella, envidiaba tanto a Hanna.

Ella tenía todo lo que la francesa deseaba; al hombre que amaba, el reconocimiento de ser su mujer, el amor de los Vettel, las salidas de la mano sin miedo a ser vistos, y ahora esperaba un hijo.

Mientras que Emily era y siempre sería solo un secreto. Una aventura.

Se sintió asqueada de si misma, de Hanna, de Sebastian, de su vida.

Corrió al baño, necesitaba vomitar.

–¡Emily! — reaccionó él piloto — Linda,¿todo bien?

Se agachó a su lado en el piso y sobo su espalda mientras volvía el estómago.

The Last Day || Sebastian Vettel Where stories live. Discover now