3. SEBIE.

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Emily llevaba un buen rato encerrada, sabía que tenía que hablar con el piloto para llegar a un acuerdo, o simplemente para dejar las cosas claras y cada uno continuara su camino.

Escuchó el sonido de una llamada entrante, era el teléfono del rubio que se había quedado en la habitación. Miró el nombre,
"Amor".

Suspiró y salió.

Sebastian al escuchar la puerta, se levantó de la silla y se acercó.

–Tienes una llamada, es Hanna, debe ser importante. — le extendió el aparato.

–Contestaré afuera.

La chica asintió viendo como salía a la terraza.

Caminó hasta la habitación de nuevo, deteniéndose frente al espejo; Si, era una mujer bella, de cuerpo y cara preciosos, su tez pálida resaltaba sus ojos brillantes y labios rosados. Hermosa.

Aún con su físico, no logró que Sebastian se quedara solo con ella.

Tomó asiento en su escritorio y tecleó los nombres de la pareja en la computadora.

Observó detenidamente las pocas fotos que aparecieron, cada vez más convencida de que en realidad formaban una pareja muy bonita.

Ella quería eso.

Atrajo una imagen enmarcada de ellos juntos, comparando las diferentes miradas y sonrisas.

Se veían felices, enamorados; Sebastian las miraba casi de la misma manera y casi con la misma sonrisa.

¿Cómo era posible?

El alemán entró y algo confundido se quedó a su lado, miró la imagen en computadora y el cuadro que sostenía la castaña, con la mirada perdida en el.

–Me encanta esa foto.

Rompió el silencio.

–A mi también, fue nuestra primera navidad juntos.

–Estabas muy feliz ese día, siempre pareces estarlo.

–A la mala vida hay que adornarla con una sonrisa. — respondió dirigiendo su mirada a él.

–Tienes una vida genial.

–No tanto como quisiera, pero supongo que si.

Se quedaron en silencio un par de segundos con la mirada en los ojos del otro.

–Sebastian.

–Dime, schön. — se colocó en cuclillas tomando sus manos frías.

–¿Hay algo mal en mí?

–Todo es perfecto en ti, linda.

–¿No soy agradable?¿Soy aburrida?

–Emi, eres asombrosa, la chica más gentil y noble que he conocido. — besó sus palmas — Eres tan tierna y dulce. Sin mencionar lo interesante e inteligente, también divertida.

Se detuvo para mirarla con admiración antes de continuar hablando.

-Me encanta tu sonrisa, y la forma en que tu nariz se arruga cuando estás molesta, tu risa escandalosa, lo inocente que puedes llegar a ser; adoro que hables sin parar, que cantes a gritos tus canciones favoritas. — se levantó y dejó caer en el colchón, atrayendola para sentarla en sus piernas — Verte dormir, y que digas datos al azar sobre cualquier cosa cuando estás nerviosa.

–Eso suena bonito.

–Emily, mi amor, no quiero que pienses ni un solo segundo en eso. — señaló las fotos — No quiero que dudes del amor que siento por ti solo porque soy un maldito cobarde que no es capaz de elegir a una sola mujer.

The Last Day || Sebastian Vettel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora