Capítulo: I

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El amor por menguar.

Se detuvo frente al umbral de piedra tallada, la enredadera trepaba por la roca como serpientes enroscadas en un árbol, se veía muy antiguo, se llegó a preguntar cómo es que nadie antes lo había descubierto. Se encontraba empapado en sudor, cubierto de fango y magullado, pero se sentía feliz, al fin había encontrado el lugar, la puerta yacía abierta, desde su interior emanaba una luz escarlata envuelta en una bruma roja como la sangre, el aire era caliente y seco, casi podía sentir cómo le quemaba la piel solo de estar allí de pie. Al fin había llegado a su destino, inspiró hondo, y entornó la mirada hacia su interior, en un intento de divisar alguna escalera que bajara o un corredor que se abriera camino hacia adelante, pero no veía nada, parecía haber un vacío luego de cruzar el umbral de la puerta.

—Al fin estoy aquí, amor —susurró, una cristalina lágrima fría cayó por el rabillo de su ojo, y sin pensarlo...

Cruzó el umbral.

Tiempo atrás

Cerró sus ojos en un momento de sigilo para no perder la compostura de nuevo, sus dedos acariciaron con yemas rasposas las sienes de su cabeza, empezaba a tener jaqueca en el poco tiempo que llevaba ahí. Afuera el bullicio de la ciudad se iba apagando conforme la tarde apresuraba su paso, algunos de sus compañeros ya se habían marchado, eso le trajo cierto alivio a su solitaria naturaleza, pero se encontró riéndose de sí mismo al caer en cuenta de que, en realidad sentía algún tipo de envidia por ellos; debido a que Cory no deseaba otra cosa más que estar en casa con su amada esposa.

—Mirá, te voy a ser franco, maje —le dijo a su 'amigo', era el único en su oficina al que quizás no le sonreía, pero se sentía con una pizca más de confianza para hablar con él por más de dos minutos—. Yo no sé qué acuerdos tendrá esa gente con Brenes, pero necesito que me confirmen si van a poder venir, o al final es puro cuento... es que no se trata de lo que querrás vos o lo que pretenda él, yo necesito que venga. No me importa, vos decile que Morales está llamándolo hace rato... dale, avisame cualquier cosa —colgó, agotado, escondió el rostro entre sus manos.

Se quedó así unos minutos, los últimos de sus compañeros se despidieron con una palmada en la espalda, con él se limitaron a un "Hasta mañana, jefe", que pese a su naturaleza burlona no fue un comentario irrespetuoso. Levantó la cabeza para mirar a través del ventanal, afuera el cielo desplegaba sus nubes negras, como el vapor empañando un espejo. El rugido de los truenos prevenía la llegada de una tormenta, acompañado del diluvio que comenzó a caer a cántaros fuera de su oficina, Cory suspiró, entornando la mirada hacia los cristales por los que el agua se deslizaba como un río de plata; era un curioso paralelismo a como si estuviera dentro de una cueva oculta detrás de una cascada.

Echó un ojo al reloj, marcaba las cinco con cuarenta y cinco minutos. Abatido por el cansancio lanzó un resoplido, deslizando los brazos dentro del saco; luego miró la foto en su escritorio, sonrió dulcemente, y se marchó tras guardar sus documentos y colocarse el abrigo negro colgado en el perchero. Se despidió con un escueto "Hasta mañana" de sus compañeros mientras abandonaba el edificio, la vida le había quitado mucho a Cory para tenerle algún tipo de consideración al mundo, pero no era ningún tonto, sabía que debía mantener una buena relación con sus compañeros para seguir trabajando.

Su trabajo como detective no era muy bien pagado, pero era mucho mejor que el anterior en el departamento de Matagalpa, ahí ni siquiera tenía oficina propia. La comisaría destacaba por su imponente edificio con amplios ventanales, sus destacables corredores con menciones honoríficas, y pisos de mármol blanco, pese a la naturaleza algo pretenciosa y su fachada 'lujosa', la oficina de Cory era en realidad discreta, por no decir sencilla. Un buró en el que guardaba sus documentos, una lámpara curveada cuyo cono apuntaba justo hacia su cabeza, y un pequeño sillón en el que solía descansar cuando precisaba tomar un turno en la noche.

Líbranos De Tu Mal #PGP2024Where stories live. Discover now