Capítulo: VIII

48 10 84
                                    

Perdona nuestros pecados.

D Í A  5.

Cory se quedó hasta la medianoche leyendo el libro que hurtó de la biblioteca, en ese tiempo reflexionó mucho sobre las palabras del brujo Luo le había dicho, y encontró muchas similitudes con el manuscrito, llamó a Lydia para recoger algo de información, pero para su desgracia, ésta no contestaba el teléfono, parecía no tener señal o estar fuera de servicio, lo que le frustró en gran medida, puesto que se le agotaba el tiempo y ella no había hecho nada para ayudar a encontrar a su hermana.

En el fondo, Cory deseó que no le haya pasado nada porque en realidad, no le tenía ningún mal sentimiento ni rencor, de hecho, jamás le causó nada, solo le hablaba porque era la hermana de su esposa, no le deseaba ningún mal; en esos momentos se encontraba desesperado, nada más. Ahora más que nunca necesitaba información, y los caminos parecían cerrarse como muros sobre él.

Cory se echó en la cama, mirando al techo de zinc, se quedó pensativo.

¿Y ahora qué voy a hacer? Lydia no me contesta, y su mama no creo que tenga las fuerzas para viajar, tan pronto esa chismosa no me quiso dar su teléfono. ¿Y ahora qué hago, Dios mío? Solo me queda arriesgarme y buscar el dichoso escondite del brujo ese, ¿pero y si pierdo un día entero y no encuentro nada? ¿Y si al final resulta ser una mentira? Ni modo, ya no me quedan opciones.

Se propuso dormir para tener más despejada la mente y seguir investigando, el cansancio era menos comparado a los otros días, el dolor de sus golpes empezaba a desvanecerse, pero la angustia por recuperar a Eliana se hacía más grande conforme pasaban las horas y él no conseguía nada nuevo. A la mañana siguiente, Cory se preparó para salir a comprar un crucifijo de plata, no pensó que tendría tantos gastos durante su investigación, pero se agradeció a sí mismo de ser astuto y sacar suficiente dinero del banco antes de viajar.

—Tené cuidado, mirá que hay muchos accidentes estos días —le dijo doña Yadira, planchándole los hombros del abrigo con los dedos arrugados, para retirarle las pelusas.

—Vuelvo en un rato, solo voy a eso y vengo a comer —le dijo él, la señora le sonrió gentil. Tenía un pesar en el pecho, como si algo estuviera por suceder, y quería decírselo, pero ya suficientes aflicciones estaba pasando el pobre hombre, ¿por qué preocuparlo por los delirios de una anciana?

—Dios te acompañe siempre, hijo —Cory asintió tras susurrar un "amén", se sorprendió cuando ella casi con lágrimas en los ojos, le dijo—. ¿Te puedo dar un abrazo antes de irte?

Extrañado, asintió dubitativo, la humilde anciana rodeó sus hombros con sus brazos flacos y de flácida piel arrugada, se sintió más tranquila cuando pudo abrazarlo unos segundos, luego se separó, y le dio una palmadita en la mejilla, sonriendo nostálgica. Cory no había recibido un gesto así en años, tan afectuoso, gentil, con todo el cariño y calidez de una madre.

—Gracias —dijo sin pensar, era el abrazo que siempre deseó y esperó de su madre—. La veo en una media hora.

—Si Dios quiere.

Doña Yadira lo vio desaparecer desde el interior de la casa con una dulce sonrisa, Cory nunca lo sabría, no era de relevancia, considerando que solo había parado hasta allí buscando dónde hospedarse en lo que completaba su investigación; pero le recordaba a su hijo, Sammuel. Lo perdió en una borrachera, se peleó con unos ladrones que lo asaltaron y le quitaron el dinero que había ganado en una apuesta, sentía un gran dolor al ver a su hijo en esas condiciones, un muchacho tan bueno, tan honorable, culto, se parecía mucho física y psicológicamente a él, antes de que se sumiera en los vicios luego de perder a su esposa e hija en un accidente de tránsito. Doña Yadira ya estaba muy mayor para poder tener más hijos, pero nadie reemplazaría nunca el amor que le tenía a su único retoño, aunque no era muy cooperativo cuando se trataba de aportar dinero para la casa. Cory se marchó, la casera lo despidió con una sonrisa en los labios, y se puso a lavar los trastes para cocinar el almuerzo.

Líbranos De Tu Mal #PGP2024Where stories live. Discover now