† ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴛᴡᴏ †

422 43 0
                                    

Maldición.

JiMin estaba malditamente seguro de que se armaría la tercera guerra mundial cuando llegara a su casa, pues él había estado castigado y aún así se escapó a escondidas para que YajaTzael no lo viera, pero cuando entró a la sala en, supuestamente, silencio, observó a ese hombre en el sillón y con la mano esposada a la mesa.

Sabía muy bien lo que eso significaba, así que para no hacer de eso algo más fuerte, decidió sentarse frente a él, pero con la mirada baja e intentando cubrirse por todos los medios porque a YajaTzael no le gustaba cuando se vestía de esa forma tan corta y demostrativa, pues en realidad estaba mostrando de más y eso estaba mal.

— Papá, yo...

— ¡Dime que el del vídeo no eres tú, Park JiMin!

Mierda y mil veces mierda.

Sin saber qué decir con exactitud, se cubrió la cara con las manos mientras YajaTzael estaba que se volvía el mismo Lucifer, tratando de soltarse o de romper las malditas esposas que él mismo se puso al saber que estaba tan enojado.

— ¡¿Qué está pasando contigo?! ¡Estás circulando por todas las redes! — Espetó — ¡Un niño descente bailando en un tubo como si fuera una maldita...!

Carajo.

Para no soltar la última palabra ofensiva, estrelló el puño contra la mesa de cristal porque, muy enojado podría estar, pero ni siquiera así debía ofender a su hijo, así no se hacían las cosas.

— Estoy buscando una maldita explicación para todas las estupideces que estás haciendo — Masculló — Te fuiste a escondidas, vestido de esa forma tan demostrativa a un club en donde bailaste sin pudor.

— Papá, yo...

— ¡¿Es que a caso no te respetas a ti mismo?! ¡¿Qué tienes en la cabeza como para que dejes que te llamen de esa forma?! — Gruñó — ¡Te llamaron puta, perra barata, zorra y tú no hiciste nada!

Sus ataques de ira eran bastante peligrosos, por lo que debía esposarse o encerrarse en la habitación, pero al final siempre lograba soltarse o salir, así que no fue sorpresa para él lograr romper las esposas por la infinita cólera que sentía.

JiMin, por otro lado, se cubrió muy bien con la chaqueta de YoonGi y se bajó la falda para no hacerlo enojar más.

— Yo de verdad necesito saber si esto es mi culpa, si te estás portando así porque te mimé de más o porque te consentí demasiado — Vociferó — ¡Solo dime si soy yo el culpable! ¡Dime si soy un mal padre!

— ¡Eres un excelente padre! ¡Eres la persona que jamás podría cambiar por nadie!

Entre el llanto, JiMin se puso de pie en busca de acercase a él, pero él solo negó y se alejó mientras se desabotonaba la camisa manga larga que llevaba puesta.

— Dime por qué haces esto, entonces.

— Solo quería llamar la atención del Señor YoonGi.

— ¡Maldición, JiMin! ¡Estás yendo a terapia!

Sin ver al menor, le tendió la camisa para que se la pusiera y así cubriera su cuerpo porque, mientras estuviera vestido de esa forma, no se acercaría y no por asco, sino por respeto.

— Has cambiado de psicólogo, de consultorio, de terapia ya cuatro veces en este poco tiempo — Recalcó — Dices que quieres mejorar, pero no pones de tu parte.

Una vez vio que JiMin se puso la camisa, se la abrochó muy bien y notó que le cubría hasta debajo de las rodillas, abrió los brazos para que se acercara y lo abrazara, cosa que sucedió de inmediato.

ᴍʏ ɴᴀɪʟs, ʜᴀɪʀ, ʜɪᴘs, ʜᴇᴇʟs 「†」 ʏᴏᴏɴᴍɪɴ [ʟɪʙʀᴏ ᴅᴏs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora