(iii.) blas polidori

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daydreaming, ariana grande

—AMELIA —la voz de mi jefa me hizo correr a su lado, usualmente no me llamaba cuando estaba con los chicos del cast, yo solo me ocupaba de hablar con bayona

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AMELIA —la voz de mi jefa me hizo correr a su lado, usualmente no me llamaba cuando estaba con los chicos del cast, yo solo me ocupaba de hablar con bayona

—acá estoy, ¿me necesitas? —trabajar en una película como su asistente era mi sueño, pero a veces era un trabajo grande

—dime, lia... ¿crees que puedas maquillar a uno de los chicos hoy?

abrí los ojos, no podía creerlo, asentí frenéticamente causando una sonrisa en ella, apuntó con la cabeza para que la siga.

tomé mis cosas rápidamente y la seguí, preparándome mentalmente para lo que estaba apunto de hacer, no había tomado mi café aún, y sentía que me podría desmayar, PERO IBA A PROBARLE QUE ERA CAPAZ DE HACER MÁS QUE ORGANIZAR

al llegar al camerino, estaban alguno de los chicos ya siendo maquillados, y uno de ellos estaba ahí sentado en su celular, tenía rulos negros y se lo veía delgado.

—¡amelia! —otaño me saludó desde su lugar, nos habíamos conocido porque en la montaña su nariz había empezado a sangrar y lo tuve que ayudar—, que gusto verte.

—igualmente, feli.

en eso pude ver a mi jefa hablar con el ruloso, él se levantó y jesucristo en moto, medía como dos metros, era bastante delgado y tenía una apariencia muy similar a uno de mis personajes favoritos de las películas de tim burton

—blas, ella es amelia, te maquillará hoy porque julieta tuvo una emergencia.

—está bien —tenía una voz linda, ni tan gruesa, ni chillona, era linda. se dirigió a mi con una sonrisa, extendiendo su mano—, blas.

—amelia, tu maquilladora por hoy —estreché su mano, el frío de esta hizo que un hilo de electricidad recorra mi espina dorsal—, ¿quién eres en la película?

—coco —empezamos a hablar mientras él se volvía a sentar y yo abría la caja de maquillaje—, ¿te he visto antes?

—soy una de las muchas asistentes —respondí, me volteé para empezar a hacer mi trabajo—, además soy la pulga que siempre anda detrás de montse

él se rió un poco, así fue todo el tiempo en el que nos encontramos platicando, fue muy fácil de maquillar, no se movía y era obediente cuando le pedía que haga algo. todo el tiempo sentí mis mejillas rojas con lo que decía.

—¿alguna vez te han dicho que te pareces a victor van dort? —él soltó una risa

—sí, mis amigos me lo han dicho mucho, más ahora que adelgacé más... ¿lo crees? —asentí—, no sé como tomármelo siendo sincero

—victor es lindo, es un cumplido.

—¿piensas que soy lindo? —su mirada coqueta me hizo sonreír, di gracias que a este punto fuésemos los únicos en el camerino

—tu sabes que eres lindo, pero eso hace que seas menos lindo.

—¿entonces debería fingir demencia? —asentí, causándole una risa, antes de poder decirle algo más, agustín berruti vino a mi rescate

—¡blas, te necesita bayona! —enseguida se fue

—tú también me pareces linda, pulga.

y con eso se largó el maldito, ¿cómo podía hacer que mi corazón tenga un ataque y solo irse? no sabía qué hacer conmigo misma, así que me ocupé de recoger mis cosas e irme a buscar a monste.

al encontrarla me recibió con un abrazo, algo rarísimo

—¡hiciste un increíble trabajo, lia! —me felicitó—, blas me pidió que te asignara a maquillarlo más seguido, y después de verlo, no dudaré en hacerlo.

sonreí de felicidad, pero el pensamiento de verlo nuevamente mañana, me invadió de miedo.

—gracias, mon, pero creo que estaré mejor en administración y asistencia —ella me miró confundida—, aún no me siento contenta con mi trabajo.

—eso se mejora con práctica, ¿todo bien? sabes que puedes contarme todo...

—todo bien, mon, solo sentí que no hice un trabajo al nivel de julieta, ella lo hace muy bien.

ella me miró con duda, pero solo asintió, dejándome ir temprano al hotel. pasé por un lado de varios actores, entre ellos feli.

—amelia, ¿cómo te fue con blas?

—ehm, feli, me tengo que ir, hablamos mañana ¿sí?

—¿estás bien? estás algo pálida... —asentí, recibiendo un ceño fruncido de su parte—, sentáte, toma.

agarró una de las sillas que estaban cerca y me hizo sentarme, es cierto, me sentía algo mal... quizás era porque no había comido nada en las últimas tres horas.

—solo necesito algo de comer, iba a ir a comprar algo ahora —busqué entre las excusas para irme

—¡blas, tráeme un jugo! —el chico que estaba rodando mi cabeza se acercó con el dichoso jugo, al verme su expresión cambio—, tómate esto.

—¿estás bien? —sonaba preocupado, jugaba con sus manos algo nervioso como si estuviera buscando qué hacer

—sí, solo se me bajo un poco la presión —sonreí y seguí tomando del jugo de manzana que me habían traído

—¡polidori y otaño, a escena! —felipe se levantó enseguida, despidiéndose en un susurro, el más alto se quedó ahí

—prométeme que estarás bien —realmente estaba preocupado, asentí y se fue lentamente

caminaba con tanta prisa, pero era increíble cómo podía verlo en cámara lenta. quizás eso o que me estaba a punto de desmayar. al sentirme mejor me fui a mi oficina para quedarme ahí un rato.

me ocupé llenando formularios y viendo el cadáver de la novia, estaba tan inmersa en el trabajo que no noté que alguien había entrado.

—¿amelia? —la voz de alguien desconocido me hizo saltar del susto, me sostuve el pecho al ver que era santiago—, perdón no era mi intención asustarte.

—está bien, no te preocupes, ¿montse me necesita?

—de hecho, quería saber si sabías algo sobre julieta... —su mirada se dirigió al suelo, era tierno ver cómo se preocupaba por ella

—ella está bien, su hermano menor se fracturó el brazo, y lo está cuidando hasta que lleguen sus padres de parís. ¿querés su número? —negó, ahora viéndome con una sonrisa

—lo tengo, solo que pensé que estaba enojada conmigo, ayer no me habló para nada.

—no, no, estaba preocupada por su hermano, igual llámala y habla con ella, se sentía muy nerviosa.

—lo haré, gracias —y con eso se fue, sabía que a juli le gustaba santi, y tenían una química palpable pero realmente estaban en algo lindo

me senté de nuevo, con la intención de volver al trabajo, pero otra persona entró a la oficina, esta vez si era una cara, voz y porte conocido.

—hola... —saludó, removiéndose con nerviosismo

—hola, blas ¿necesitas algo? —negó, y se acercó más al escritorio, hasta sentarse encima de el mismo

—¿harás algo mañana después de la jornada? —ahora era yo la que negaba, esbozo una sonrisa que en ese instante me hizo derretirme—, ¿te parecería salir a comer... los dos?

—está bien, pero tengo que preguntarte algo antes de todo —se notaba atento—, ¿te gusta ariana grande?

—no, pero por ti podría.

𝐋𝐀𝐁𝐘𝐑𝐈𝐍𝐓𝐇, lsdln one shotsOnde histórias criam vida. Descubra agora