(vii.) tomás wolf

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menamoré, georgina

para que me perdonen por las lágrimas de arriba, y la falta de las de abajo ;)

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para que me perdonen por las lágrimas de arriba, y la falta de las de abajo ;)

RESPIRÉ DESPACIO, tratando de que no se me escuche, pero estar escondida en un closet era demasiado exasperante. escuché como tomás y blas entraban, me mordí la mano para no hacer ningún sonido fuerte.

—¡blas, no se te olvidó nada acá! —escuché a mi novio quejándose

—¡sí, sí, ayer el cargador se me quedó en tu cuarto! —el más alto mintió, sonaba creíble—, verás que está acá

pude ver por una pequeña abertura como tomás se paraba delante del closet donde yo estaba

—cerraré los ojos, y contaré hasta diez, si haces que aparezca el dichoso cargador, no te creeré boludo.

a veces pensaba que tomás se alineaba a todos los planes que yo hacía, blas me hizo la señal de salir, abrí suavemente el closet. me puse delante de tomás, él estaba maquillado como zerbino, sus rizos estaban marcados y el ceño fruncido.

yo traía en una mano una botella de fanta que traje de florencia, y en la otra un perrito de peluche que entre las patas tenía una bolsita de reeses

—ya los podés abrir.

tomás abrió los ojos, pude observar como sus ojos brillaron y esbozó una sonrisa de oreja a oreja, se apresuró a abrazarme y levantarme del suelo, rodeé con mis piernas su torso para aprenderme a él.

solté el peluche y blas tomó la botella para que no se rompa. nos mantuvimos en el abrazo un buen rato, cuando separé mi cabeza de su cuello pude ver sus ojos llenos de lágrimas.

—sorpresa, amor mío —sonreí, él volvió a esconderse en mi pecho

—¿tú sabías? —apuntó a blas, él asintió riendo—, dios, cuánto te he extrañado.

empezó un beso apasionado, así que apunté a la puerta para que blas supiera que se tenía que ir

—gracias —dije entre besos

—de nada, calenturientos —bufó mientras se iba, tomás me siguió besando

habían pasado casi cinco meses desde la última vez que nos vimos, mañana era san valentín y tenía que verlo sí o sí.

—¿cuándo viniste? —preguntó al separarse

—llegué acá como hace media hora, y llevo todo ese tiempo en el armario —reí, limpié las pocas lágrimas que bajaban por sus mejillas—, bájame, te tengo que dar las cosas.

él me dejó en el suelo con suavidad, al ser yo muy bajita, él quedaba como más alto, algo que nunca faltaba que me mencionara. me acerqué a la cama, donde blas había dejado las cosas, le di primero el peluche y escondí la fanta detrás mío.

—¡un perrito! —lo tomó sonriente mientras lo examinaba, al ver los chocolates se rió—, ¿le pusiste nombre? obvio que le pusiste nombre, ¿cómo le pusiste?

—¡mojito! —se rió y se acercó para darme un beso en la frente—, espero que te guste esto...

al sacar la fanta casi se desmaya, era una edición especial que habían sacado para italia, al tenerla en sus manos pude ver que sus ojos brillaban hasta más.

—¿que si me gusta? ¡amor, es perfecto, tú eres perfecta! —me volvió a abrazar, esta vez con muchísima más emoción—, aún no me creo que estés acá.

—pues créetelo, ya planeé el día de mañana... esta es solo una de las tantas sorpresas, amor

—amor, tu regalo llega a tu apartamento en florencia mañana —ambos nos quedamos callados un momento antes de reírnos como desquiciados—, ¡mi vida!

—está mi compañera de piso, será para ella —reí de nuevo—, ¿cómo te fue en el set hoy?

solíamos hacer facetime mientras comíamos para contar nuestro día, esta vez era diferente. nos acostamos en la cama para poder hablar mejor.

—bueno, hoy fue un día interesante, hicimos una escena muy conmovedora... es como que tienen un momento de paz antes del alud, pero no grabamos el alud hoy, después blas me insistió que debíamos venir porque dejó algo acá

—¿te gustó lo que encontraste?

—me encantó.

pasamos el día abrazados, lo ayudé a quitarse el maquillaje entre risas mientras me contaba algunos chismes dentro del set

—bueno, al parecer matías recalt, el que hace de canessa —asentí, haciéndole saber que sabía de quién hablaba—, tiene una relación abierta con la novia, y no es nada pero no sé, yo no podría

tengo que decir que tomás era como una amiga del chisme, era un poquito criticón, solo un poquito.

—¿quieres ir a comprar facturas? —propuse, olvidando por completo que él no podría comerlas por la dieta—, no puedes comer esas cosas ¿no?

—no, pero podemos ir a comprar otras cosas y comer acá en la casa ¿te parece?

asentí, estaba feliz de estar a su lado unos días, a si sean poquitos. estábamos en el carro en camino a nuestra pastelería favorita, en la radio sonaba corazón de los auténticos decayentes, cuando habló

—¿considerarías casarnos? —casi me atraganto con mi propia saliva—, digo, en un futuro, en un año ¿te parecería?

—bueno... a mi me encantaría casarme contigo, sabes que una boda conlleva muchos arreglos, así sea la más simple, y no quiero casarme en una capilla, tomaría que me pidas matrimonio hace como un mes y estaríamos bien —me reí nerviosa

—¿y si te lo pido ahora? —sacó de un lugar una cajita aterciopelada de color vino—, ¿me harías el honor de ser tu esposo, amor?

—sí, amor, claro que sí.

𝐋𝐀𝐁𝐘𝐑𝐈𝐍𝐓𝐇, lsdln one shotsWhere stories live. Discover now