❝𝕊𝕖𝕔𝕣𝕖𝕥𝕤❞ | 𝑃𝑒𝑟𝑐𝑦 𝐽𝑎𝑐𝑘𝑠𝑜𝑛 ☆

12

Las cosas en mi vida siempre fueron caóticas desde antes de mi nacimiento, a donde sea que iba pasaban cosas malas. Yo era un imán de mala suerte; todas las personas cercanas a mí terminaban mal, como si yo tuviera una maldición, y lo confirmé cuando el oráculo me lo dijo: “Todas las personas que se acerquen a ti les pasarán desgracias y sufrirán, mientras que tú lo lamentarás hasta que llegue tu hora”. Desde un principio lo supe cuando mi rubia Maia quiso ayudar a Thalía de esa criatura, no lo logró y yo no hice nada para salvarlas, aún recuerdo perfectamente ese momento.

Esa criatura nos perseguía cuando teníamos solo 8 y 9 años. Podría haberlos salvado si tan solo no hubiera sido un niñito asustado que quería estar en los brazos de su mamá. Pero no, fui un egoísta, y es el precio que tengo que pagar por lo que me resta de vida al ser hijo de un Dios y un cobarde.

Claro que el oráculo tenía razón. Viví 4 años lamentándome por no haber intentado salvarlas al menos y aún sigo lamentándome porque si yo no hubiera sido un cobarde, tal vez ellas estarían vivas. Cada noche lloraba en silencio en la cabaña de Hermes, pensando en que yo tuve que morir, no ellas. Ellas tenían unas familias que las querían mientras que yo, yo solo tenía a mis tíos. No voy a negar que ellos no me querían porque me trataban como si yo fuera su hijo, pero sentía que se mataban trabajando para que yo pueda tener todo lo necesario cuando yo no lo merecía.

Mi padre murió cuando nací, nunca supe cómo. Mi tía dice que tuvo un accidente. Nunca le creí; sus ojos se ponían llorosos, su nariz roja cuando me lo decía, cada vez que le preguntaba para que me diga algo más específico de ese accidente. Luego, cuando nos íbamos a dormir, la escuchaba llorar. Nunca se lo dije; desde ahí dejé de preguntar por mi padre. Luego, a los siete, le pregunté sobre mi madre. Ella dijo que mi padre era gay y que mi otro padre tuvo que irse. Yo no lo tomé nada bien.

—¡Por qué diablos no admites que él me abandonó y ya! —Le grité enojado.

—¡Aristide Massimo Gallo! Te he dicho que él se tuvo que ir por problemas —Habló enojada y sabía que lo estaba cuando me llamaba con mi nombre completo, pero no me di marcha atrás y le volví a gritar.

—¡¿Así?! ¡¿Bueno, entonces qué clase de problemas, eh?! Nombrame uno entonces. —Mi tía decía que había heredado el carácter y humor de mi padre y que físicamente me parecía a mi otro padre.

—No te los diré porque tampoco los sé, solo sé que se tuvo que ir por problemas. —Su rostro se volvió más relajado.

—¡Eso significa que él me abandonó, así que ya admítelo de una vez, Gallo! —Mi tía sabía que cuando estoy molesto, la llamó por nuestro apellido.

—Massimo, ya basta. —Ella sabía que no me gustaba mi segundo nombre, pero cuando está enojada lo decía.

—¡Pues tía, es la verdad y él se puede ir al carajo! —Grité enojado.

—¡Lenguaje! —Me gritó— ¿Quién te enseñó esa grosería, Aristide?

—El tío Liam dijo que estaba bien cuando una persona que no quieres se puede ir al carajo —Le respondí, recordando las palabras de mi tío.

—¿El tío Liam? Pues tu tío se tendría que lavar la boca con jabón igual que tú. —Habló frustrada.

—¿Que yo qué? —Dijo entrando un chico con ojos verdes y pelo un poco largo.

Desde ese día también dejé de preguntar por mis padres y no volvimos a tocar el tema, hasta los ocho, cuando en medio de la calle vi a un Minotauro. Lo sabía porque mi tío me contaba historias para dormir y luego me mostraba un dibujo de referencia que él hacía. Tuve que preguntar porque lo vi más de una vez, sentía que me seguía, y mis tíos tuvieron que contarme. Alessia parecía más nerviosa que Liam al contarme. Cuando terminaron de contarme la información, me volví loco, no podía creerlo.

—¡Es imposible que sea un semidiós y mi padre sea un Dios, por favor! —Grité confundido.

—Pero es posible, Ari, eres un semidiós. —Habló mi tío tranquilo.

—¡Por dios, Liam! ¡Entiendan que soy un niño que tiene problemas, tal vez estoy quedando loco y tengo una enfermedad mental, tienen que mandarme a un psicólogo o a un psiquiatra! —Estaba frustrado, quería llorar.

—Mi niño, tú no tienes problemas, no estás quedando loco y tampoco tienes una enfermedad mental, y no irás a un psicólogo o psiquiatra. Sé que es duro para ti enterarte de un día para otro que eres un semidiós y tu padre es un dios. Créeme que ya he conocido a alguien así, tu tío también lo conoció. No podemos decir quién es, pero tranquilo, con nuestra ayuda y la de algunas personas podrás. —Dijo mi tía, abrazándome. Luego se sumó mi tío al abrazo. Sentí lágrimas caer de mis ojos; solo quería ser un niño normal, nada más.

Luego los conocí: Maia Kelly, Annabeth Chase, Grover Underwood, Luke Castellan y, por último, Thalía Grace. Con la última no llevamos como Ares y Atenea, pero luego me gané su respeto y nos empezamos a llevar bien. Nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas en común y más con Maia; los tres éramos como un tridente de mejores amigos. Pero luego pasó lo que no tuvo que pasar.

Mi padre me reclamó dos años después. Cuando supe que Apolo me reclamó, no sentí orgullo ni nada, solo enojo, frustración y tristeza. Si tan solo me hubiera reclamado antes, estaría saltando de felicidad, pero en ese momento ya no era un ingenuo, tenía diez años en ese entonces. Tardó prácticamente dos años en reclamarme como su hijo, mientras que a los demás los reclamaba como si nada y a mí me ignoraba. Entonces decidí no darle una ofrenda nunca, me lo prometí a mí mismo.

Así que mi vida tuvo muchas desgracias y ahora la profecía se volvía real, era mi fin, deseaba por fin descansar en paz sin más sufrimientos y lamentos.

Hola, bueno, la verdad es que no sé, pero esta historia les está gustando a muchas personas, y la verdad es que quiero llorar por todo el apoyo que le dan. ¡En serio, gracias! 🫶🏻