Juegos en la escuela

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Mi prisa por volver a jugar me había distraído un momento del mundo. La maestra a la cual estaba asignado me llevó hasta un pequeño cambiador, estaba ansioso por salir a divertirme y le permití que me pusiera otro pañal bajo la batita. La mujer me acomodó mi ropa para volver a los juegos.

Samuel ya estaba divirtiéndose con un par de niños incluido Cristhoper, de inmediato me uní a su mini aventura escalando por los muros hasta donde bajaría por el tobogán. Por fin había logrado mi objetivo, me encontraba sonriente y entré risas hasta que me detuve a ver a Sam.

-¿Te pasa algo Samy? -me le acerque ya que tenía su cara sonrojada.

-Es que Lucy, creo que tuve un accidente -comentó mi hermanito tomando con sus manos la batita, así que lo único que se me ocurrió fue posar mi mano en su protección y confirme que estaba tibio.

-Bueno según yo, para eso es esto. Vamos para que te cambien -tome la mano de Samy y lo acompañe fuera de los juegos donde ya venía una de las maestras con un cambio en su mano.

La mujer comentó que ya traía un pañalito nuevo, mi hermano estaba un poco sonrojado y más porque ahí delante de todos la chica extendió una cobija. Ella pretendía cambiar a mi hermano, así que me quedé sentado a un lado mientras atendían a Sam.

Mis oídos captaron de pronto algunos murmullos, algunos niños hacían comentarios de mi hermano y aunque no eran burlas me tenían un poco fastidiado. Solo trate de ignorarlos volviendo mi vista a Samu que no parecía darle importancia, él solo se dejó desnudar y limpiar por la chica hasta que terminó el cambio.

En cuanto terminó queríamos volver a los juegos, pero el tiempo de descanso llegó a su fin. Samuel se despidió de mí y camino un tanto triste de vuelta a su salón, por mi parte espere a Cristhoper para tomar camino. Llegamos hasta el salón de clase y nos sorprendieron diciendo que era hora de ir a las clases optativas, esta escuela también tenía clases especiales para los niños más dotados. El problema era en donde quería unirme, había varios grupos y la maestra me explicó todos, desde unos de deportes hasta arte.

Gracias a mis poderes sabía que los deportes podían ser pan comido, pero si lo pensaba bien había algo que me encantaba hacer y era tocar música. Así que me decidí en acompañar a la mestra a clase de música, caminamos por el corredor hasta el gran salón donde estaba un profesor de cabello largo, anteojos y a diferencia de los uniformes de las maestras este tenía una playera blanca con pantalones negros.

-Maestro Almeyda, tengo un pequeño prospecto para usted -anunció la mestras.

-Pero mira nada más al crío, es muy mono -comentó el maestro en un tono de voz peculiar y diferente-, pero veamos que talento tiene.

Ambos adultos me miraron y de la mano me llevaron dentro para ver al resto de niños como tomaban los instrumentos y...

Por mi padre, la mayoría eran malicimos para tocar una pieza de música. Mi cara creo que demostró mi descontento y aunque traía de vuelta el chupon se notaba los murmullos de mi boca.

-Pero miren nadamas, el pequeño parece disgustado -comentó el maestro-. Acaso puedes hacer cantar una guitarra -ofreció una para mi adecuada a mi tamaño.

Asentí confiado al tomar la guitarra de color rojo y mis dedos se acomodaron, sin problema comencé a tocar una de la canciones que mi padre me enseñó. Papá a pesar de ser tan serio sabía como hacer que una guitarra sonará genial.

Con tan solo unas notas en la guitarra hice que todos en el salón se detuvieran a verme, mi mano se movía de arriba abajo. La canción terminó en medio de una ovación y solo sonreí ante los aplausos.

-Joder que crío tan impresionante, no esperaba menos de un Moya y mira que he visto varios -sonrió el maestro-. Creo que este tiene madera para la clase avanzada.

Lucy "Destino"Where stories live. Discover now