1. Margaritas Amarillas

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💐Margarita Verá 💐

El atardecer se notaba a los lejos entre las montañas, las tiendas cada vez se llenan más, aquella media tarde se le conoce como “El atardecer de los amantes”. 

La pequeña leyenda que surgió por eso, tuvo más éxito que cualquier hombre que conquistó estas u otras tierras en años pasados, tanto así que las tiendas de flores y pasteles incrementan sus ganancias cada día más. 

—Hola, sí, aquí está tu ramo de Girasoles con el peluche que escogió y la tarjeta, serian veinte dolares—termino de atender al cliente de mi fila. 

Mis ojos no podían más ante los rayos que pasan del atardecer por la ventana y pegan 
A mi rostro, y mis pies hinchados se me hace  fatal seguir trabajando.  

Noto a Meredit atendiendo también a los últimos clientes y sonrío por un instante. 

Que bonito es saber que tu negocio está creciendo a un ritmo alarmante, cuando nadie tuvo fe en ti por estudiar botánica. 

Amo las plantas y más aún cuando se trata de flores y sus miles de significados, historias y mitos. 

—Buenas tardes, vengo por mi pedido del ramo de chocolate con tulipanes rosas—me avisa otro cliente y asiento amablemente, para pasar al cuarto de pedidos con antelación. 

Al encontrarlo lo tomo entre mis manos, acariciando los pequeños tulipanes bien acomodados y sintiendo la textura suave de la tela entre mis dedos. 

Es hermoso. 

Quisiera que alguien me regalase uno así. Sin embargo, no soy la que los recibe si no la que los hace. 

Salgo mientras seguía sonriendo feliz, aunque me este muriendo del dolor de pies y de los rayos del sol ocultándose pero alegre de que a todos les guste mis ramos decorados y no se queje de los precios. 

—Aquí está el pedido, señor, espero que a su novia le guste—le entre el ramo, junto al peluche y tarjeta de regalo. 

El hombre de cabello rubio oscuro, me regala una sonrisa sin mirarme a los ojos, no debe estar prestando atención para nada. 

Y yo lo detallo, es guapo, traje blanco, ojos azul claro, bastante alto. Que afortunada es el que recibe esas flores de regalo con tremendo hombre incluido.

—Novio—me corrige y me quedo estática. 

—¿Perdón?

—Es novio. 

Yo abro mis labios sin poder decir nada mientras él se apoya en el mostrador obstruyendo a otros clientes de retirar su pedido. 

—Lo siento mucho—siento las mejillas calientes de la verguenza—, pero espero que le guste a su novio el ramo—digo con una sonrisa tímida. 

Él asiente me pasa el dinero. 

—Llevamos dos años y él sigue tratándome como un niño chiquito ¿puedes creerlo? Lo conocí en un bar, lo hice mi empleado, lo invite de vacaciones a las playas más caras del lugar y ni así aceptaba salir conmigo—contó, algo indicando. 

¿Cómo te pudieron rechazar, cariño mío? Si eres el mismísimo manjar de los dioses. 

—¿Pero ahora son pareja, no?

Él asiente, sin soltar la sonrisa de su rostro, le debe gustar mucho aquel chico. Que envidia. 

—Luego de un año en que tuve que ser de mal tercio en la relación de mi hermano con su esposa, me dijo que quería formar una familia conmigo. 

A Margarita no le gusta el amarillo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora