5. La disculpa

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💐 Margarita Verá 💐

Seguía sin entender aquel comportamiento del vecino pastelero ¿por qué actuar tan dramáticamente? 

Pensé seriamente en llamar a los del servicio psiquiátrico. 

—¡Es que te digo, Mere, no entiendo qué pasó! —vuelvo a pronunciar por décima quinta vez en el día. 

Meredit solo rueda los ojos y voltea a verme. 

—¿No te bastaron con los rumores que me llegaron para enterarte de su personalidad? 

—Te digo que no fue nada como en esos rumores, me dijo que era la única manera de acercarse a mí—repito por novena vez esa frase. 

Ella suspira y se acerca para sentarse a mi lado, dejando el líquido y el paño de los vidrios a un lado. 

—¿Cuántas veces hemos hablado de esta tema? 

—Cinco. 

—¿Y qué te he dicho que hicieras? 

—Poner una orden de alejamiento—respondo automáticamente. 

—¿Y qué has hecho? 

—Quejarme. 

—¿Qué deberías hacer?

—¿Tirarme de un puente?—contestó dudosa y un golpe a mi frente llega junto con el dolor—que te pasa, eso dolió. 

—Mari ¿Qué estás esperando de Aleix?—pregunta seria. 

—Una disculpa, te digo que no fue malo. En sus ojos note sinceridad—comento. 

Ella suele a suspirar y rueda sus ojos. 

—Eres tan blanda y de buen corazón, Mari—me abraza y yo le correspondo el abrazo—, pero a veces hay que ser dura en esta vida, puede hacerte algún daño. 

—No creo que sea capaz, ese día huyó después de que le di una cachetada para que se calmara—le acuerdo feliz de mi acto. 

—Bueno o él debería colocarte una orden de alejamiento por golpearlo—dice divertida. 

Yo la quedo mirando mal por un momento y luego vuelvo a mi rostro de preocupación. 

Han pasado cuatro días desde que no lo he visto y tampoco he recibido nada de paquetes con flores ni una carta de disculpa. 

No he recibido absolutamente nada y es aún más preocupante. 

—¿Mere, será que vendrá a disculparse? Yo si quiero ser su amiga—dudo en mis palabras mientras juego con los dedos en mi regazo. 

Meredit me detiene y una sonrisa ladeada se asoma en mi rostro. 

La campanilla de la tienda suena y meredit cambia su rostro a uno de sorpresa, no podía ver nada ya que me encontraba de espaldas pero suponía que debe ser algún chico guapo como de su gusto para que su rostro fuera de sorpresa total. 

—Margarita—una voz pastosa y grave me llama y la pequeña corriente que sentí aquel día en que me dijo aquellas palabras y huyó vuelve a mi cuerpo. 

Volteo rápidamente, encontrando a un Aleix vestido con unos Jeans negros clásicos, una camiseta negra mate abotonada hasta el final del cuello y una caja en sus manos, su cabello está perfectamente peinado hacia atrás dejando notar su rostro con fracciones algo marcadas, sus ojos seguían mirándome con duda y su pie derecho se movia tan rápido que no podía ver cuanats veces golpeaba el suelo o subía. 

Está nervioso, pero sigue luciendo muy guapo. 

—Aleix—llamo levantándome. 

Él camina hacia mí y me entrega la caja que tenía en sus manos. 

A Margarita no le gusta el amarillo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora