7. Confesiones.

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💐 Margarita Verá 💐

Cada paso que daba es como un sueño, pequeñas luces se encendieron a mitad de camino en el momento en que el sol comenzó su descenso del lado norte del lugar, entre las grandes colonias llenas de flores blancas y rosas. 

Se ve tan hermoso. 

Aleix debería estar viendo esto también, voltea a mirar a todos lados buscándolo. Lo había dejado atrás sin querer. 

La emoción me ganó. 

Nerviosa de no verlo entre las miles de personas que pasan a mi lado, comienzo a caminar sin rumbo. 

—¿Ahora qué hago?—me pregunto parada al lado de una puerta de madera con un logotipo de bebidas.

Al sacar el teléfono para llamarlo me doy cuenta que no tengo su número. ¡Demonios! 

Me agacho a quedar en una pequeña bonita sentada sin saber qué hacer. 

—¡Pequeña flor!—gritan desde lo lejos y levantó la mirada instintivamente. 

Ese es el apodo de Aleix, pero cualquiera debe tener ese apodo para la chica que le gusta. 

Mi mente hace un clip y me quedo tiesa por un momento, a la chica que le gusta ¿a Aleix le gustó?

Una mano en mi cabello se posa y subo la mirada para ver a un chico de cabello negro y unos ojos muy hermosos brillando con los últimos rayos del sol. 

—Aleix—murmuró feliz. 

El nombrado se agacha y me queda mirando mientras que en sus manos sostiene unos pinchos de pollo. 

—¿Qué haces aquí, pequeña flor?—pregunta. 

—Te estaba buscando. 

Él sonríe abiertamente, su mano se extiende hasta dejar el pincho frente a mi. 

—Ten—dice, lo tomo. 

El primer mordisco me hace casi desmayarme de lo deliciosa que está el pollo, jugoso y sazonado a la perfección. 

—¡Está delicioso!

—Los compré para ti. 

Luego de quitar algunos pedazos de pollo, reaccionó. 

—¡Me dejaste sola!—reprochó, para levantarme. 

—No creas eso, pensé qué tendrías hambre y fui a comprarle la comida pero cuando volví a buscarte, ya te habías ido del lugar—justifica. 

Yo cruzo mis brazos levantando una ceja en señal de no creerle absolutamente nada. 

—Créeme, por favor—ruega pasándome el otro pincho. 

Asiento lentamente tomándolo, él sonríe y se posa a mi lado, sintiendo una mano invadiendo la mía para entrelazarlas.  

Con esta ya son ocho veces que nos tomamos de la mano, nunca me he tomado de la mano con una persona y mucho menos tantas veces en el día. 

Mi rostro se enrojece mientras sigo comiendo el pincho. 

Mis ojos inconscientemente encuentran una casa de madera donde su nombre es “Tú futuro”, me entró curiosidad de saber qué hacen allí. 

—¿Qué es eso?—le pregunto a Aleix señalando con el palo de pincho vacío hacia la cabaña. 

Una sonrisa sacarosa y seductora se posa en su rostro y me voltea a ver. 

—¿Te gustaría entrar a  que nos lean la mano, a ver si estamos destinados a enamorados?

Lo miró un tanto curiosa ante la idea, la verdad si me gustaría pero no se lo diré. 

A Margarita no le gusta el amarillo ✔Where stories live. Discover now