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La reunión había terminado luego de un número musical bastante entretenido. El final resultó inconcluso y con un ambiente incómodo, al menos para los participantes del ajetreo. De nuevo los Vees llegaban únicamente para arruinarlo todo, nadie los soportaba.

Alastor por su parte no se quedó de brazos cruzados con lo sucedido, algo más había ocurrido en esa discusión que simplemente la confrontación de dos personalidades opuestas, la cabeza de ese angel traia más con ella que simple sangre amarga.

Fue entonces que el demonio de la radio decidió darle un uso al pequeño huevo que se colo al salón, la daba el merito por haber cerrado la boca y no ser como sus compañeros, unos entrometidos parlanchínes. Cuando vió a Carmilla retirarse más agitada de lo normal, realmente afectada por las palabras de Velvette y siendo acompaña por Zestial, supo que había información con la que querría contar.

Apuntó con su bastón al bribón que yacía sentado en el suelo. — Tú, pequeña criatura huevo, tengo un trabajo para ti.

— ¡Super! — Se acercó a su amo de forma servicial, mientras jugaba con sus pequeñas manos preguntó. — ¿En qué le sirvo?

— Síguelos.

— ¡A la orden!

[. . .]

— Alastor, cariño, ha sido un placer volver a verte luego de estos años. — Comentó Rosie con dulzura, ella contagiaba aquel buen humor y amabilidad que el demonio de la radio siempre gozaba.

En un lugar como el infierno era estúpido tratar de encontrar un trato que no sea de desprecio y violencia, después de todo convivían con la peor escoria de la humanidad, él también lo era, no podía quejarse. Sin embargo, aquella mujer era diferente, quizás porque ambos compartían el buen gusto por la comida, porque pertenecían a épocas similares o porque se complementaban en opiniones, pero con los años había logrado ganar su confianza para terminar siendo una amiga. Su única amiga.

— El placer es todo mío Rosie, estas reuniones serían imposibles sin tu presencia. — Hizo una pequeña reverencia como el caballero que había educado su madre.

— Oh, ¡Adulador! — Rió. El ascensor finalmente llegó al último piso, las puertas se abrieron dándoles paso, salieron.  — En cuanto tenga un poco de tiempo te lo diré para poder tomarnos una deliciosa taza de té.

Finalmente en la calle, Alastor se mostró grato con la invitación. — ¡Lo esperaré con ansias!

— Quizás en ese momento podrías contarme que tal vas con su majestad.

Sus hombros se tensaron.

Alastor la miró de reojo, ella no se veía afectada en lo más mínimo, su rostro animado y su pequeña sonrisa de labios negros seguía allí, inmóvil.

El novio de papá. [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora