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Inhala y exhala, inhala y exhala.

Todos estaban en sus posiciones, los residentes estaban en medio del salón recién decorado junto a la mesa firmemente custodiada por Niffty quien se negaba a que cualquiera se acerque a su preparación, esas manzanas eran para una sola persona. Charlie y Vaggie estaban en la puerta listas para recibir al rey, la segunda disimulando muy mal los nervios de ver a su suegro. Aún así, no se comparaba a la princesa.

Su corazón latía a mil.

— ¿Están preparados? — Sentía que sus manos temblaban, tomó aire una última vez. — ¡El show comienza!

Abrió la puerta.

— ¡CHARLIE!

Y ahí estaba.

Lucifer tenía una sonrisa gigante y ojitos brillantes, sus brazos abiertos de par en par. Había estado así desde los cinco segundos que tardaron en abrirle desde que había tocado el timbre.

La princesa no era la única con el corazón a mil.

— Hola pa-

La interrumpió su cariñoso y emocionado padre con un gran y exageradamente fuerte abrazo. La extrañaba tanto que no se dió cuenta que la estaba asfixiando con su aparente amor, él solo se concentraba en sentir a su hija consigo luego de tanto tiempo. Aún si el abrazo durara tres horas no se sentirían suficientes para saciar la alegría de tener a su pequeña con él una vez más.

— ¡Estoy tan contento de verte! — Exclamó con las mejillas apretadas por su propio agarre tan furtivo, dió pequeños meneos de un lado a otro.

— S-Sí, estoy tan contenta de verte igual, pa-

Charlie tuvo que alejarse por su cuenta para respirar, dió una gran bocanada de aire para recuperarse. Lucifer se quedó allí, con una sonrisa avergonzada por su actuar tan impulsivo, pero no podían culparlo, realmente había extrañado mucho a su hija y por fin tenía la oportunidad de convivir con ella. Mientras su pequeña se recomponía, se tomó un momento para observarla.

Ella se veía preciosa.

Seguía atando su cabello igual que de niña, solo que ahora era mucho más largo y esponjoso, sus facciones tan delicadas y redondas seguían intactas, era alta, realmente alta, como su madre, llevaba puesto un traje rojo formal el cual le quedaba muy bien, al parecer su color favorito seguia siendo el rojo y definitivamente era una buena elección para su vestimenta. Podía imaginarla eligiendo prendas del mismo color, arreglándose el cabello y preparándose par un nuevo día, como lo hacía de pequeña en el palacio.

La simple vista de su hija siendo una adulta lo hizo sentir orgulloso.

— Bienvenido... — El rey salió de sus pensamientos. Charlie caminó un par de pasos más dentro del lugar y extendió sus brazos nerviosa. — ¡Te presento al gran hotel hazbin!

El novio de papá. [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora