Guardias encargados

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Capítulo 2

Luego de un corto trayecto, el camión donde el asesino era trasladado arribó a su destino, la cárcel La Senté en París.

El pelirrojo se levantó de su asiento para luego bajar del camión junto al resto de nuevos presos.
El transporte se encontraba estacionado en el patio de la cárcel, donde los demás reos estaban caminando y compartiendo pláticas en sus únicas horas de tiempo libre casa dos veces a la semana.

Varios se aproximaron a ver a los nuevos presos bajar, emitían chiflidos de burla, palabras obscenas o intentos por acercarse más, cosa que los policías y guardias impedían por seguridad.

Un par de presos se acercaron lo más posible a Anthony para dedicarle obscenidades, pero el asesino volteó a verlos sin sentirse intimidado y su mirada se mantuvo fija en aquellos presos mientras seguía avanzando. Ambos reos se quedaron helados al observar sus ojos, conocieron por primera vez una mirada sacada del mismo infierno, algo tan irreal que provocó un escalofrío cargado de temor, por lo que prefirieron alejarse sin decir nada más.

Llevaron a los nuevos presos hacia la sala de seguridad donde les proporcionaron su uniforme naranja, ropa interior y zapatos.
De ahí los dirigieron hacia una habitación casi vacía para revisar que no llevaran nada dentro de sus cuerpos, así harían todo lo prescrito por el protocolo.

Al llegar a aquella habitación cubierta de azulejo blanco de baño en conjunto con una banca de metal larga en el centro, algunas coladeras y tres gruesas mangueras de presión. Les pidieron pararse desnudos y de espaldas con las manos posicionadas en la pared.

Una vez todos yacían formados, tres guardias tomaron su respectiva manguera y empaparon a los recién llegados, la presión del agua era fuerte, cosa que ocasionaba dolor en los reos, algunos se quejaban o lloriqueaban, pero el pelirrojo no emitió ruido, disfrutó del sentir, su umbral del dolor era realmente alto, algo casi anormal y en cierto modo admirable.

Tras esto, un policía se colocó un par de guantes blancos de látex y se acercó uno por uno a los presos para introducir sus dedos en su recto, con el propósito de revisar que no llevaran nada consigo.
Anthony tomó un largo suspiro al tener al policía tras él, cerró los ojos y apretó sus nudillos al sentir como introducían los dedos en él sin ningún cuidado.

Comenzó a irritarse por el trato, intentó controlarse pero en un impulso se dió la vuelta lanzándole un golpe al oficial directamente en su rostro provocando que este cayera de espaldas por el inesperado impacto.

Al instante tres guardias corrieron en dirección al preso aventándolo con fuerza. Una vez que estaba tirado en el piso soltaron golpes abusando claramente de su poder, rompieron su labio inferior y ceja provocando que ambas partes golpeadas comenzaran a sangrar creando en la blanca loseta una mezcla entre el carmesí de su sangre y el agua que corría hacia las coladeras.

Una vez dejaron de golpear al preso, este observó el suelo manchado con su propia sangre y solo emitió una risa larga y profunda, la cual irritó aún más a el oficial que había golpeado en un inicio, este se puso de pie, se acercó al pelirrojo aún tendido sobre el suelo y pateó con fuerza su estómago sacándole el aire. Tras esto dejaron al asesino prácticamente sin poder moverse buscando desesperadamente tomar aire

Entre dos guardias lo levantaron y llevaron casi a rastras hacia la siguiente habitación donde lo obligaron a vestirse con su uniforme sin tratar aquellas heridas.


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— Buenas tardes oficial Belmont.

Un hombre de mediana edad, alto y de cabello canoso, portaba un uniforme de policía distinto al de Leonard a causa de la diferencia de pestos. Se encontraba sentado tras un escritorio con un enorme computador donde estaba recopilando y archivando la información de los recién ingresados.

— El oficial Pierre ya decidió quienes serán los guardias que cuidarán al polémico asesino. — Informó. — Todos se encuentran en la sala de juntas, solo te esperan a ti para comenzar.

Expresado esto el pelinegro agradeció con respeto y se dirigió a dicha sala teniendo los nervios recorriendo su cuerpo y erizando su dermis al instante, tenía un mal presentimiento con todo esto.

Al llegar se adentró al lugar tras tocar la puerta, realizó un saludo marcial y se fue a sentar al único asiento vacío en aquella enorme mesa rectangular, siendo encabezada por el encargado de la cárcel, el joven Travis Pierre que con tan solo treinta y tres años suplió a su padre, el anterior policía al mando, quien se vió indispuesto tras un accidente vehicular que tuvo tres años atrás. Accidente del que se sigue hablando en los pasillos de aquella cárcel, creyendo que fue un ajuste de cuentas por uno de los presos con mayor influencia dentro del lugar.

— Ya que estamos completos, puedo comenzar. Tras una larga delimitación, he tomado la decisión de quienes serán los policías encargados del preso 4789 de nombre Anthony Kaleth. Escogí a los dos mejores oficiales, los que veo más capaces de acatar mis ordenes.

Todos los que se encontraban en la sala comenzaron a mirarse entre sí, compartiendo miradas en silencio, el ambiente se encontraba realmente tenso, nadie quería ser escogido, simplemente ver las noticias les causaba un terror enorme, sabían que este asesino cambiaría muchas cosas dentro de la cárcel, se les había informado que era alguien con demasiada influencia, la cual no se sabía de donde provenía, creando así una mayor incertidumbre.

— Antes de revelar los nombres, quiero que todos estén al pendiente suyo, nos llegó información de que este joven no es alguien estable mentalmente, no sabemos que pueda ocasionar aquí, nunca lo pierdan de vista, es muy influyente y sabe jugar con sus cabezas, es muy audaz e inteligente. Algunos lo comparan con el primer Nivel Negro de hace 30 años, cosa que nos hará prestarle mayor atención.

Algunos murmullos se instalaron en el lugar aumentando así el temor, aún así debían mostrarse fuertes, después de todo tenían el poder sobre él.

— Dicho esto... — Todos volvieron a guardar silencio para prestarle atención al jefe. — Oficiales Ethan Clement y Leonard Belmont. Ustedes estarán a su cargo.

Leonard tragó saliva, y miró a su compañero Clement quien también lo miraba, pero este no demostraba tanto temor, después de todo se lo veía venir.
El pelinegro cerró sus ojos un par de segundos y tras un largo suspiro volvió a abrirlos dirigiendo su mirada hacia su jefe.

— El resto puede volver al trabajo, debo hablar con ellos.

Los guardias se pusieron de pie, hicieron una coordinado saludo marcial y salieron en silencio, aliviados por no tener que cumplir con ese trabajo.

— Quiero explicarles cómo será todo — Prosiguió Travis una vez estaban solos. — Esto se llevará por semana, esta semana el oficial Ethan será el encargado de vigilar al preso en las mañanas, de seis de la mañana a seis de la tarde. Leonard, tú serás su relevo, de las seis de la tarde hasta las seis de la mañana. La próxima semana se invertirán los horarios. Y cuando sea el cambio de turno en Domingo, quien le toque las dos jornadas seguidas va a tener solo cinco horas de sueño, podrán dormir en la sala de descanso mientras otro guardia los apoyará. En los días de salida al patio por semana serán apoyados por un par de guardias más. Lamento el horario tan pesado, pero confío plenamente en ustedes dos.

El oficial Pierre se levantó y caminó en dirección a la ventana que daba hacia el patio de descanso de los presos. Soltó un suspiro y se asomó por esta.

— Llegó.

Leonard se tensó en su lugar y observó a su compañero sorprendiéndose con la frialdad con la que tomaba todo este asunto. Casi no convivían, él era bastante solitario, solo iba a las reuniones de compañeros o algunas fiestas que organizaban, pero jamás intentaba crear un vinculo mayor con nadie ahí. Que por el contrario Leonard solía convivir con todos. Era muy social y el resto de sus compañeros lo querían por eso.

Travis observó como un par de presos se alejaban de Anthony con cierto temor, se quitó su sombrero, revolvió un poco su cabello castaño y soltó un corto suspiro

— Leonard, es tu horario, dirígete a la celda 4789. Ethan, puedes ir a casa a descansar, nos veremos mañana.

Ambos oficiales se pusieron de pie, se despidieron con un saludo marcial y salieron dirigiéndose a sus respectivos lugares. Cada uno con un diferente sentir.

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Próximo capítulo
11 de Abril 2024

Tras Las Rejas Where stories live. Discover now