2. La decisión

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HORAS DESPUÉS

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HORAS DESPUÉS...

Carlos tomó aire con fuerza antes de atravesar esa puerta, una que en la vida jamás pensó que haría, y menos, tratándose de su mejor amigo. 

Rodrigo. Siempre con esa sonrisa permanente, tan dicharachero y optimista, y ahora, bueno, ahora como diría la gente, descansaba en paz. Siempre se llevan a los buenos, es lo primero que escuchó al adentrarse en el Tanatorio. Frases hechas y usadas en momentos como este.

Recibió varias miradas de asombro y cuchicheos, pues aún había personas que no conocían de su estrecha relación con el fallecido. Que horror de palabra, pensó Carlos para sus adentros mientras llevaba sus pasos a la sala asignada donde se le daría ese último adiós a Rodrigo.

Nada más entrar, lo primero que hizo fue buscar a Sara. La sala estaba algo atestada, pero, no le fui muy difícil localizarla, pues la morena estaba sentada en una esquina de ésta, encogida sobre si misma y sin nadie alrededor que se ocupara de ella. Recibía miradas y cuchicheos cada vez más evidentes y tuvo que apretar Carlos sus puños, molesto con la actitud que observaba.

-Sara -alzó un poco la voz para que ella fuera consciente de su presencia, algo que no tardó en suceder cuando esos ojos azulados posaron la vista en él, cortándole la respiración. 

Sus mejillas estaban muy sonrosadas, sin apenas maquillaje que cubriera un desangelado rostro, roto por el dolor. Sus ojos, hinchados pero brillantes y hermosos como él recordaba. Todo su pequeño cuerpo temblaba y no fue hasta que ella se puso en pie para abrazarlo, que Carlos se percató de lo mucho que había perdido peso.

-Oh, Carlos -exclamó ella anclando sus brazos en la única persona que toleraba ahora mismo, pues el resto no dejaban de aconsejarla y opinar sobre su futuro, sin ser conscientes del estado de la chica.

-Ya está, Sara. Ya pasó -le repetía el piloto perdiendo sus manos en su espalda y atrayéndola a su cuerpo para darle todo ese calor que sabía que necesitaba.

-Se quedó dormido agarrado a mi mano. No sufrió, Carlos. Se fue en paz y con una sonrisa en sus labios -le confesó ella sin querer deshacer el abrazo y aferrando bien sus brazos en su cintura.

-Hasta en eso, ha tenido suerte. No se merecía esto, Sara -no pudo evitarlo más. Llevaba aguantando las lágrimas desde que se bajó del avión, pero ahora, al desviar su vista al féretro que descansaba detrás de la vitrina tras ellos, ya no pudo contenerse más- lo voy a echar tanto de menos.

-Te quería, Carlos. Siempre hablaba de ti como su hermano.

Fue el turno de Sara de darle ese consuelo que tanto necesitaba. Lo hizo sentarse y con sus manos entrelazadas a las de él, la chica le brindó todas esas palabras que tenían que haber salido de la boca de Carlos para ella, y no al revés. Nadie osó molestarlos durante este íntimo momento, pues una mirada de la morena, hizo que los que lo intentaban, desistieran de su empeño.

Red Heart - Carlos SainzWhere stories live. Discover now