4. Esas palabras

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AL DÍA SIGUIENTE

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AL DÍA SIGUIENTE

Maranello era diferente.

Era una pequeña ciudad dentro de otra. Una de color rojo y donde el olor a motor lo impregnaba todo. Sara observaba lo que había a su alrededor con una curiosidad inusitada. Nunca había sido muy fan de la Fórmula Uno, no como Rodrigo que hasta se levantaba de madrugada para ver a su amigo competir, pero, ahora que estaba aquí, lo comprendía todo.

-¿Tienes hambre? -le preguntó Carlos haciendo que ella desviara su atención de la plaza que rodeaban, para centrarse en él.

Y al hacerlo, sintió sus mejillas calentarse, producto de que aún su mente procesaba esas últimas palabras que él le había dirigido. Desde entonces, lo miraba de otra manera. No como al amigo de su novio, o bueno, del que había sido su novio, pues ahora que Rodrigo no estaba, ya no eran nada. Pues no se sentía como una viuda, ni como una ex.

-¿Sara? -volvió a repetirle Carlos.

-Si. Perdona. Si tengo hambre -le contestó ella forzando una sonrisa para que él no descubriera que su cabeza se entretenía pensando en Carlos. En sus mirada caramelo. En su tono de piel dorado y en como los músculos de sus brazos se le marcaban cuando los flexionaba. 

-¿Qué te apetece? -se regañó Sara cuando a punto estuvo de decirle que lo que le apetecía era él. Estar entre sus sábanas y perderse en ellas hasta que ninguno supiera donde terminaba uno y empezaba el otro.

-Pasta. Quiero probar un buen plato de pasta italiana -le contestó Sara desviando de nuevo su rostro para que Carlos no pudiera percatarse del sonrojo de estos.

Mientras el piloto le explicaba que dentro del recinto de la escudería italiana había muchos restaurantes, Sara se recriminaba pues sentía que sus hormonas y sus instintos se habían apoderado de ella, y fantaseaba con Carlos. Y no era porque llevaba mucho tiempo sin tener relaciones, era porque el piloto la atraía. Siempre lo había hecho. Desde aquella noche que conoció a ambos amigos.

 El decidirse por Rodrigo no fue porque él le gustara más que Carlos, sino porque su fallecido novio, fue más listo que el piloto, a la hora de conquistarla, y ella, pensando que Carlos no estaba interesado, se dejó cortejar por Rodrigo, descubriendo a un chico apasionado, alegre, divertido y alguien que le daba calma y seguridad. Y a quien amó. O por lo menos, lo intentó.

-¡Carlos!

Volteó el nombrado su cabeza para encontrarse con los pasos apresurados de su compañero Charles Leclerc, quien en pocos segundos estaba junto a la pareja.

-Hola. No sabía que habías vuelto, chily -le dijo Charles hablándole a él, pero, con su vista puesta en la morenaza que lo acompañaba, chica, que sabía perfectamente quien era.

-Llegamos anoche. Perdona que no te avisara -se disculpó éste, rascando su cuello con algo de nerviosismo.

-¿Tú debes ser Sara? su mujer, ¿verdad? -las palabras de Charles sorprendieron levemente a la muchacha, quien, simplemente se limitó a asentir pues no tenía porque esconder algo que pronto sería muy evidente para todos.

Red Heart - Carlos SainzWo Geschichten leben. Entdecke jetzt