17. Eres tendencia

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Un par de días después

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Un par de días después

Estar en Maranello era diferente. Había más calma y más momentos de relax, tantos que Sara dedicaba las mañanas a trabajar, y el resto del día a relajarse.

-¿Y tú cómo estás? pero no me digas lo que todos queremos oír, quiero la verdad, Sara -apretó sus labios uno contra el otro la mencionada, procesando las preguntas de Alexandra. Ambas estaban sentadas en un café a las afueras de Maranello, mientras sus parejas entrenaban.

-Mal. Hecha polvo. Un día llorando y al otro también, pero, he decidido no lamentarme más y dejar que todo suceda como tenga que venir. No me conviene a mi ni al bebé estar así -acarició Sara su vientre, uno que pedía con todas su fuerzas que se abultara, signo inequívoco de que todo iría bien. Se sentía algo más aliviada de poder desahogarse con su amiga, un gran apoyo para ella en estos momentos.

-Le he pedido a la Virgen de Lourdes por ti, deberíamos ir a visitarla. En el avión de Charles estaríamos allí en media hora -no se negó Sara a la propuesta de su amiga, pues, ahora mismo, se agarraba a un clavo ardiendo con tal de encontrar consuelo en su dolor.

-No lo descarto, Alex, yo soy católica pero no muy practicante, pero cada noche le pido a Dios por mi bebé y espero que me escuche.

Buscó Alexandra la mano de su amiga, la cual cogió y acarició con mucha dulzura. Dejaron la maldita conversación sobre el bebé, y después de pagar su merienda, decidieron dar un paseo por el pueblo hasta que llegara la hora de volver con sus chicos.

La tarde era cálida. Ideal para caminar y disfrutar de las vistas. Hasta que se cruzaron con una indeseable persona, la cual se dirigía hacia ellas con toda la intención de fastidiarles el día.

-¡Oh, dios! ¿Qué hace ella aquí? -Alexandra intentó tirar de Sara para cambiar de dirección y no tener que encontrarse con la castaña de pelo rizado que caminaba con una sola intención, cantarle a la mujer de su amante, o de su presunto amante, todas las verdades.

-¿Quién es? -le preguntó Sara sin recibir respuesta cuando fue consciente de la persona que ya estaba frente a ellas. Rebecca, la infame y despechada ex-novia de su marido.

-Alexandra -pronunció la americana el nombre de la novia de Charles sin dignarse a posar su vista en Sara, quien, la miraba perpleja de verla aquí.

-Ya no hay pilotos libres en Ferrari, cambia de país, Rebecca -tuvo que reprimir Sara una carcajada por las duras y jocosas palabras de Alexandra, algo que no esperaba escuchar en ellas.

-Pero si infieles -volteó su cabeza Rebecca, esta vez, dirigiendo toda su atención hacia Sara, la odiosa mujer que había fastidiado sus planes con su presencia- como el tuyo, por ejemplo.

-Que me lo entretuvieras mientras yo no estaba, no le hace ser infiel -fue la respuesta de Sara, quien, esta vez, no pensaba dejarse achantar por las palabras de la americana.

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