CAPITULO 13: ANTES DEL ORDEN, EL CAOS

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La tensión entre los dos grupos se había convertido en una cuerda tirante, a punto de romperse. Simon, con su característica sonrisa burlona y una arrogancia palpable, se mofó del Sargento Dawson y sus compañeros

— Los superamos en número, ¿Realmente quieren que hoy sea su ultimo día?—Su tono despectivo encendió una chispa en el aire ya cargado de electricidad.

Los acompañantes de Simón, especialmente Gary, un hombre cuya lealtad a Simon solo era superada por su disfrute del conflicto, reían, alimentando el fuego con sus gestos provocadores y miradas desafiantes.

Los compañeros del sargento, aunque superados en número, no dudaron en respaldar a su líder. Beatrice, con la determinación grabada en su rostro, apuntó directamente a Simon con su arma.

—Ni se les ocurra subestimarnos— advirtió Beatrice, su voz un filo afilado en la tensa atmósfera.

La respuesta de los hombres de Simón fue inmediata, levantando sus armas en un gesto que reflejaba el creciente peligro de la confrontación. La situación, ya volátil, amenazaba con desbordarse en cualquier momento.

Carter, intentando ser la voz de la razón en medio del caos, intercedió.

—Debe haber una forma de resolver esto, que beneficie a ambas partes— dijo, su mirada recorriendo los rostros endurecidos por el desafío.

Su propuesta, sin embargo, fue recibida con desdén por Simón, quien, con una risa cargada de desprecio, desestimó cualquier intento de diálogo.

—El pendejo de tu "líder" ya dejó claro que no está dispuesto a negociar— espetó Simón, su paciencia agotada.

Maya, temerosa pero decidida, se adelantó, su arma en mano como muestra de su apoyo inquebrantable al sargento.

—Estos suministros son de nuestra gente. Nos costó demasiado conseguirlos— admitió, su voz temblorosa pero firme. —Podemos compartir un poco, pero no todo.

El sargento Dawson, enfrentando la situación con un coraje que bordeaba la temeridad, negó ante la propuesta de Maya. —Negociar con saqueadores como estos es imposible— declaró, su tono desafiante, rechazando cualquier posibilidad de ceder ante las demandas de Simón.

Simón, lejos de amedrentarse, soltó una carcajada cínica, revelando la verdadera amenaza que se cernía sobre ellos.

—El verdadero problema no somos nosotros— dijo, con un brillo siniestro en sus ojos. —Es "el juez". Él espera un buen cargamento, y si no lo consigue, todos ustedes y su gente, van a desaparecer.

En ese momento crítico, Logan, cuya presencia hasta entonces había sido silenciosa, se tensó, su cuerpo reflejando la gravedad de la revelación. Su mirada, antes fija en el oponente, ahora se perdía en el horizonte, como buscando respuestas en el vacío. Su mano, sin embargo, se aferraba con firmeza al arma, un gesto que denotaba su disposición a luchar hasta el final.

El ambiente, impregnado del olor a pólvora y tensión, se volvió casi insostenible. Cada respiración parecía un trueno en la calma antes de la tormenta, y el más mínimo movimiento podía ser el detonante de un conflicto devastador.

El momento de tensión estalló en violencia cuando el Dr. Reyes, consumido por una furia incontenible ante la provocación de Simon, tomó una decisión fatal. Su dedo, tembloroso pero resuelto, jaló del gatillo, desatando un caos irrevocable. La bala, como si surcara el aire con deliberada lentitud, encontró su destino en la frente de uno de los hombres de Simon. El impacto fue brutal, preciso; el hombre, cuyos ojos reflejaban un instante de sorpresa inconcebible, se desplomó sin vida, su sangre manchando la tierra reseca.

THE WALKING DEAD: ECOS DE UN NUEVO MUNDOWhere stories live. Discover now