1. Mell no siempre fue una zorra.

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MELL

Morí.

Esa era la única explicación lógica para mi increíble dolor de cabeza; mi espalda estaba entumecida y los ojos me ardían. Giré un poco y caí de mi cama.

Me tomé de la frente, haciendo una mueca de dolor, pero con los ojos aún cerrados. Me senté en el suelo y esperé unos segundos antes de abrir mis ojos lentamente, para que se acostumbraran a la luz.

Pegué un grito al darme cuenta de que no estaba en mi habitación, es más, ni siquiera estaba en mi casa. Me arrastré hacia atrás, y me topé con algo. Era un chico.

Calvin Jones, un chico de sexto año, alto, fornido y de cabellos dorados. Lo mecí y lo llamé por su nombre, su respuesta fue un sonoro ronquido. Miré a mí alrededor y pude notar el mar de cuerpos tirados en el suelo, con botellas de vodka y cerveza tiradas por todas partes, algunos dormían sobre su propio vómito. Que asco.

Busqué a alguien sano que pueda llevarme a mi casa, pero nadie en ese lugar estaba en condiciones ni de recrear la tabla del uno. Ni siquiera sabía dónde estaba; al echar un vistazo a la habitación, me di cuenta que todo en ese lugar era blanco, hasta las cortinas y el sillón de cuero en el que, segundos atrás, yo descansaba. El techo era bastante bajo y tenía amplias ventanas que dejaban entrar los rayos de sol. Nada de eso ayudaba a mi vista.

Me puse de pie y sentí nauseas, me sostuve del sillón para evitar caer de nuevo y, luego de unos segundos de cantar el himno nacional al revés, pude mantenerme en pie por mí misma. Salí de la casa y me senté en el pórtico a esperar que las nauseas desaparezcan como por arte de magia o algo similar.

Aunque lo parezca, esto no era raro para mí. Al contrario, era cosa de cada fin de semana sin supervisión paterna. Pero no siempre fui así.

Yo, Melody Reed, solía ser la hija ideal. La alumna más destacada de mi salón, practicaba deportes y obedecía al pie de la letra las exigencias de mis padres. Hace tan sólo dos años atrás que descubrí el poder de la anarquía, y me encanta la capacidad que tengo de hacer lo que me venga en gana.

Mi nueva actitud empujó a mis padres a sacar citas con varios psicólogos, quienes adjudicaban mi nuevo estilo de vida, a algún trauma durante mi niñez. Bah, mi niñez fue muy buena, hasta puedo presumir de ella. Tengo algunos recuerdos de esa etapa de mi vida, los cuales guardo en lo más recóndito de mi corazón, un lugar al que únicamente yo tengo acceso. Por ejemplo, recuerdo perfectamente la primera vez que gané mi primer campeonato de fútbol, cuando conocí a mi mejor amiga, mi primer beso..., mi primer novio. Argg, mal recuerdo.

Muchas chicas recuerdan a su primer novio y suspiran con añoranza; bueno, yo lo recuerdo y me da ganas de golpearme contra la pared hasta perder la conciencia. Todo comenzó como un romance de niños, cuando sólo tenía diez años; las cosas se pusieron serias cuando, a los catorce años, me acosté con él. Sus palabras, dos días después de haberle entregado mi virginidad, fueron: "Lo siento, Mell. No eres lo suficientemente mujer para mí".

Ahora, el maldito que me dejó con el corazón roto y es el causante de mi nueva actitud, es el jugador estrella del equipo de fútbol americano del instituto. Amado por todas las chicas y, ¿por qué no decirlo?, algunos chicos. Obligatoriamente debíamos pasar juntos mucho tiempo, ya que ambos pertenecíamos al grupo de los populares. Siempre ha sido así para nosotros, me he acostumbrado a ver su rostro todos los días.

Aunque mis amigos se negaran a intercambiar alguna frase con él, yo intentaba llevar la fiesta en paz, porque, aunque me cueste admitirlo, aún me interesaba lo que pasaba con él y todo lo que lo rodea.

No eres lo suficientemente mujer para mi...

Esas palabras fueron como un balde de agua fría. Todo lo referente con mi nueva actitud de rebelde, zorra y arrogante, comenzó con el deseo de hacerle ver lo que es una verdadera mujer. Pero poco a poco fui olvidando mi meta y comencé a salir con diferentes chicos por pura diversión, en un acto absolutamente egoísta. He levantado barreras a mi alrededor, mi propio castillo, donde queda prohibido el ingreso del amor. Sabía que algún día debía rendirme ante ese sentimiento, pero aún no; todo es diversión para mí, sin preocupaciones futuras. Así debe ser una chica de dieciséis años, ¿no?

Mi estúpido EX novio (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora