3. Ian, el maestro acosador.

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IAN

Era un acosador, estaba claro.

Había oído a Mell decir que vendría al centro comercial hoy, así que cité a unos amigos para cenar aquí y encontrarme "casualmente" con ella, o al menos verla de lejos y vigilar sus pasos. Pero no tenía previsto esto: atrapados en un elevador.

Eso no es todo; esta mañana, cuando llegué al colegio y no la vi, pregunté por ella y me dijeron que no había llegado. Me escapé del colegio y fui a su casa a cerciorarme de que estuviera bien, pero al llegar, no me animé a entrar. Luego de veinte minutos de manejar alrededor de su casa, la vi salir y la seguí con el auto. No sabía qué decirle, no se me ocurría ninguna excusa, así que decidí que la sorprendería, y vaya que lo hice cuando casi le paso encima con mi coche.

Era un maldito enfermo pervertido.

-Un dólar por tus pensamientos - susurró.

Le sonreí desde la esquina opuesta a la suya. - Pensé que no querías hablarme.

Se encogió de hombros. - Debo hacerlo, necesito hablar con alguien. Derek y Al no me llaman y el silencio es desesperante.

-¿Me estás usando, Reed? - enarqué una ceja.

-Sí, supongo que estamos a mano ahora - me miró fijamente.

-Yo no te he usado jamás -hablé con seriedad.

Bufó. - Como quieras.

-Tonta.

Ahí estaba de nuevo la Mell actual, la cual detestaba y me detestaba. Esa Mell era lo contrario a mi Mell. La Mell que yo conocía, era dulce, tímida, divertida, alegre, suave, frágil..., perfecta. La Mell que yo había creado, en cambio, era agresiva, egoísta, ruda, fuerte, atrevida, imprudente..., y la lista sigue. Pero nunca dejaría de ser tan hermosa...

Sus ojos eran de un raro color marrón, muy cálido; sus labios daban una invitación directa a besarlos. Su abdomen no cambió, siempre había sido plano, pero sus pechos ahora eran enormes, al igual que su trasero. Su cabello marrón llegaba hasta su pequeña cintura, y su aroma era tan extraño y agradable, algo entre infantil y madura. Así era ella, apenas una niña en un cuerpo de mujer.

-¿Qué tanto me miras, tarado? - parecía nerviosa al preguntar eso, y jugaba con sus dedos.

Me encogí de hombros y sonreí. - Pensaba en las miles de formas que tengo para sacarte esa hermosa pero molesta blusa - la verdad, no mentí del todo.

Rodó los ojos y abrazó sus rodillas. - ¿A qué estás jugando, Stahl?

-A nada. Pero si quieres tomar esto como un juego, juguemos; es más excitante.

-Cállate, ¿quieres? - se tomó de la cabeza.

-¿Acaso no quieres hacerlo conmigo?

Tardó varios segundos en contestar. - Tal vez - sonrió -, pero será sólo por una noche. No te quiero cerca de mí después de eso. Promételo.

Sus palabras dolieron en el fondo de mi corazón. Ella había cambiado demasiado en tan sólo dos años. Tenía infinitas ganas de estar con Mell, pero no podían aceptar su oferta, no podía alejarme de ella.

-No puedo aceptar eso - abrió la boca, sorprendida ante mi respuesta.

-¿Por qué no? - tartamudeó.

Me encogí de hombros, listo para mentir. - Porque si me gusta cómo te mueves, tal vez te busque de nuevo - sonreí.

Levantó su dedo medio y me lo enseñó. - Olvídalo.

Mi estúpido EX novio (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora