once

977 48 18
                                    

Los días iban pasando y la relación entre Naiara y Lucas era cada vez mejor. Se habían acostumbrado a reprimirse en público y a buscarse de una manera discreta cuando se necesitaban. Ambos sentían flotar en una nube muy alejada de la realidad que tarde o temprano tendrían que afrontar. Eso es algo que Lucas tenía muy presente últimamente, a pesar de estar en el mejor momento con su compañera, no podía evitar pensar en que pasará cuando salgan de allí y vuelvan a sus vidas de antes. 

Naiara se preparó un café para merendar y cuando iba a salir a la terraza se cruzó con Lucas. Lo miró y no le gustó nada el semblante disgustado que traía. Él le apartó la mirada como si quisiera esconderse de ella. 

—¿Salimos? —preguntó la morena.

—Si. Salgamos, porfa. —respondió él

Una vez en la terraza, ocuparon sus sitios habituales y al momento apareció Paul, quién tomo asiento al lado de Lucas. 

—¿Qué pasa hermano? Te veo decaído. —quiso averiguar el granadino.

—No sé... Es una mezcla de todo. —dijo mirando a un punto fijo sintiendo la mirada de la morena sobre él. —He estado como muy metido acá y hace tiempo que no nombro a nadie... Ni a mi familia, ni a mi hermano, ni... 

—¿Qué no los nombras? -preguntó ella interrumpiéndolo.

—Ajá. —asintió.

—Tu familia sabe que los adoras. No tienes que preocuparte por eso. —dijo Naiara intentando ignorar el nudo que se había formado en su garganta. 

Paul se marchó cuando lo llamaron para ensayar, no sin antes demostrarle su apoyo al uruguayo con un abrazo. Ahora se encontraban solos y algo incomodos, Naiara podía hacerse una idea de que era lo que le inquietaba pero no se atrevía a preguntar. Mientras tanto, Lucas, era un caos de dudas difíciles de explicar.  

El uruguayo agarró su móvil, abrió la aplicación de notas y empezó a escribir. Segundos después le enseñó el móvil a su compañera donde ella pudo leer: "No te tomes personal lo que me está pasando. Tengo un cumulo de cosas que no sé como gestionar." 
La morena sintió como su corazón se encogió lentamente, haciéndose cada vez más chiquitito. Imitó los mismos pasos que él y escribió: "Tranquilo, no te preocupes por eso. ¿Quieres hablarlo?" Lucas negó con la cabeza y le dio un sorbo a su café. Ella volvió a escribir y se lo enseñó: "Sea lo que sea, no te rayes por mi ¿vale? No quiero verte mal por algo relacionado conmigo." Lucas suspiró y trató de contener las lágrimas que amenazaban con salir. Buscando algo de consuelo se abrazó a ella con fuerza cual niño pequeño. 

—Que bueno que te tengo, loqui. —murmuró él.

—Que bueno que nos tenemos. —respondió ella acariciando su brazo.

El uruguayo se separó de su cuerpo cuando sintió como las lágrimas se escapaban de sus ojos sin poder evitarlo. Naiara sin saber muy bien que hacer, acarició su espalda tratando de mostrarle apoyo. Lucas exhaló con fuerza y volvió a buscar los brazos de Naiara, donde terminó de derrumbarse y ahogarse en llanto. A pesar de sentir una presión en el pecho, tenerla a ella de aquella manera conseguía reconfortarle. La morena lo apretó con fuerza contra su cuerpo, se sentía impotente por no poder ayudarle y saber que en el fondo ella también tenía algo que ver con su malestar. 

—No te puedes derrumbar que... Eres la alegría de esta casa o por lo menos la mía. —confesó ella. —Y si tú estás mal yo también me pongo mal. 

Naiara dejó un dulce beso en su mejilla, cuando notó como Noemí apareció corriendo agitada. 

—¿Qué pasa cariño? —preguntó la directora dirigiéndose a Lucas para abrazarlo. 

Una vida para amar || LunaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora