doce

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La semana siete en la academia había llegado a su fin, junto a una gala protagonizada por muchas emociones contradictorias. Esta vez, Violeta, había sido quién tuvo que abandonar el concurso dándoles un golpe de realidad sobre el nivel de exigencia que iba cogiendo aquello. 
Naiara, pese a sus dudas con la actuación, consiguió salir airosa y cruzar la pasarela una semana más. Lucas, quién a pesar de estar seguro con su canción, tuvo un pequeño susto cuando el jurado lo propuso para abandonar la academia pero gracias a los profesores logró asegurarse dos semanas más allí.

Al llegar a la academia totalmente exhaustos, Naiara y Lucas no pudieron evitar buscarse y unirse en un reconfortable abrazo. Ambos habían sentido mucha tensión durante la gala y necesitaban descargarla de alguna manera. 

—No te puedes imaginar lo que sentí al verte entre los cuatro propuestos. —dijo la morena. 

—Ya me veía nominado esta semana. No pensé que los profesores me salvaran. —admitió él. 

—Pero estás aquí que es lo importante.

—Si no me hubieran salvado los profes, te hubieses encontrado en un dilema, porque Cris también estaba en duda. 

—Hubiera escrito tu nombre en la pizarra sin dudarlo. —confesó sacándole una pequeña sonrisa al uruguayo.

—Sos la mejor. —dijo él dejando un beso en su frente. 

—Me voy a dormir. No sé por qué pero esta gala me ha dejado agotada. 

—Está bien. Yo iré en un rato, quiero comer algo. Descansa, loqui. —dijo siguiéndola con la mirada mientras se perdía es su particular contoneo de caderas. 

A la mañana siguiente la habitual melodía que se oía por los altavoces consiguió despertar a Lucas, quién al intentar moverse se vio frenado por el cuerpo que descansaba a su lado. La observó detenidamente unos instantes; tenía la boca ligeramente abierta y algunos mechos de pelo esparcidos por la cara. Su mano descansaba bajo su mejilla, algo bastante usual en ella a la hora de dormir. Aquella estampa, al uruguayo, le pareció lo más hermoso que había visto en mucho tiempo. Al ver que ni la música lograba interrumpir su sueño, decidió ir dejando pequeños besos por su cara. 

—Mmm... Déjame. —protestó Naiara.

—Como no nos levantamos ya, Noe nos va a sacar de las orejas. —le advirtió Lucas provocándole una pequeña risa. 

—No quiero salir de aquí. —se quejó poniendo su particular voz de bebé mientras se abrazaba a él.

Lucas no pudo evitar reírse ante aquella escena. Durante el tiempo que llevaban durmiendo juntos había comprobado lo perezosa que era su compañera y lo mucho que le costaba salir de la cama por las mañanas. 

—Yo también me quedaría aquí todo el día, pero sabés que no podemos. —la animó.

Naiara bufó resignada y salió de la cama con su compañero siguiéndola. Antes de marcharse de la habitación, Lucas la agarró de la mano deteniéndola y dejó un beso en sus labios que terminó de espabilarla. 

—Buenos días. —murmuró el uruguayo para después pasar por delante de ella y marcharse. 

La morena sonrió como una adolescente enamorada y sin darse cuenta chocó con alguien que también iba a salir.

—Toma un pañuelo que se te cae la baba, maña. —dijo Juanjo riéndose. 

—Imbécil. —respondió ella algo avergonzada. 

Después de desayunar, siguieron la rutina establecida de cada martes. Por la mañana asintieron al repaso de gala y a la tarde tocó el momento favorito de todos, el reparto de temas. Esta semana les había tocado actuar solos, algo que agradecieron en cierta manera. Después de varias horas ensayando y tras darse una larga ducha juntos luego de cenar, decidieron descansar un rato en el sofá.
Compartieron un rato agradable junto al resto de compañeros, charlando sobre la vida y contando anécdotas graciosas.
Cuando apagaron las luces y cerraron el directo, todos se fueron a la habitación pero sin ningún animo de dormir. Siguieron hablando un rato hasta que a uno de sus compañeros se le ocurrió proponer algo.

Una vida para amar || LunaiWhere stories live. Discover now