6. Condenados y desconocidos

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A lo largo del fin de semana Udrys y Yekaterina se propusieron, entre otras cosas, corregir su horario de sueño trastocado por el jet lag del avión.

Su tía Vivienne, quien desde el primer momento los había acogido y tratado como sus propios sobrinos, decidió que era buena idea enseñarles la ciudad para que pudieran ir solos al instituto y que pudieran salir a la calle si lo deseaban. Por lo que la tarde del sábado, aprovechando las horas de sol, comenzó a hacer paseos relativamente didácticos a velocidad de anciana en los cuales visitaron todo lo que había alrededor de su hogar.

La señora Walsh iba nombrando cada parque, plaza, avenida y supermercado que se cruzaban y gracias a la buena memoria de los Altair, no tardaron en memorizar el recorrido para ir y volver de casa desde estos lugares. Era una suerte que aunque la casa de su tía abuela fuera enorme y cara, estuviera bien situada en la ciudad y no cayera en la periferia olvidada, donde a la anciana se le dificultaría ir a comprar o siquiera salir a pasear.

A lo largo de su recorrido, tomaron un autobús que los dejó prácticamente en frente del instituto Halliwell, donde comenzarían a estudiar el lunes.

Este consistía de dos edificios, uno de tres plantas y otro de una sola, separado de este por una pista de deportes, que seguramente serviría como gimnasio.
Hacía años que ninguno de ellos cursaba educación física en la escuela por lo que la posibilidad de tener que dedicar al deporte una o dos horas lectivas a la semana los aborrecía.

Lo único que destacaba del edificio era su amplitud y su estilo de construcción gótico, asemejándose a una iglesia. No obstante, estos no podían compararse en grandeza y elegancia con los internados en el que habían estudiado Udrys y Yekaterina a lo largo de su vida. Udrys aproximaba que pudiera llegar a albergar unos seiscientos alumnos en sus mejores días; en aquellos momentos debido a la presencia de otros institutos en la zona, dudaba que alcanzaran el límite.
Una valla metálica rodeaba el terreno del edificio y formaba el contorno del patio externo al instituto.

Al regresar al barrio donde vivía la tía Vivienne, aprovecharon para hacer la compra de la semana en un supermercado. La acompañaron y la ayudaron a escoger y llevar los productos, ya que debido a su repentina llegada, no había podido preparar la compra anterior para abastecer a dos bocas más.

Regresaron a casa y colaboraron con su tía Walsh en ordenar la compra que habían traído, así, de paso, se aprendían dónde iba cada cosa para poder cocinar por sí mismos.

Aunque tuviera las manos ocupadas y su mente tratara de recordar dónde dejaba cada cosa, lo cierto era que esta estaba en otro lugar. Desde que había aterrizado en Reino Unido, sus ojos habían adoptado una tonalidad plateada debido a la cercanía entre él y el alma reencarnada. Udrys no podía evitar buscar sus ojos en cualquier superficie reflectiva y observarlos con curiosidad, como si fuera la primera vez que los veía.

En el momento en el que la distancia entre aquella alma y él se acortaba lo suficiente, sus ojos formaban partículas pequeñas de color plateado que brillaban en contraste con sus ojos oscuros, que, en realidad, no eran negros, si no de un azul tan oscuro que lo parecía.

Al acabar de organizar todo, se excusó y subió al segundo piso por las escaleras blancas del centro de la casa. Se dirigió al ala este, donde se encontraba su cuarto y se encerró en él. Le agobiaba ser tan consciente de que sus ojos habían cambiado porque eso significaba que ella estaba tan cerca que la podría encontrar en cualquier momento, y, peor aún, se temía que ella fuera al mismo instituto que él de todos los que había en la ciudad.

Llegó la hora de la cena y educadamente rechazó la invitación para cenar junto a Vivienne y su hermana. Sabía que estaba comportándose mal y que llevaba evitando a su "tía" desde que había llegado, pero le carcomía por dentro las posibilidades que se arremolinaban ante su futuro y ambas lo hubieran leído en su cara como si de un libro se tratara.

CONDENADOS #PGP2024Where stories live. Discover now