☆Sillita de princesas☆

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—Abigail, ¿cuántas veces te he dicho que no tienes que lanzar tus Barbies al techo cuando ves un insecto? —Hannibal estaba cansado de cuidar a su hija Abi ese día, realmente la amaba mucho, pero era una niña muy hiperactiva y que solía hacer cosas muy extrañas. A decir verdad, se parecía a Will.

—Es que era una araña y no me gustan.

El mayor no pudo evitar soltar un suspiro mirando la muñeca sin cabeza y la bombilla de la habitación rota por el impacto.

—Cariño, no te muevas, hay vidrio roto y no quiero que te lastimes.

—Pero yo no quiero estar sentada esperando a que limpies.

—¿Y quién dijo que voy a limpiar yo este desastre? Ven, te voy a dejar en la biblioteca, ¿te gustaría pintar algo en tus libros para colorear?

—Sí. Me gustaría, ¿puedo llevar mis pinturas?

—Sí, amor. Vamos —Hannibal extendió sus brazos haciendo que Abigail se suba a ellos, no quería que la niña se cortara los pies, así que tranquilamente la condujo hacia la biblioteca y entrecerro la puerta de esta para darle privacidad.

Ya habiendo dejado a su hija en un lugar seguro, Hannibal fue al segundo piso, a la habitación en donde Will creaba los anzuelos de sus cañas de pescar.

—Will.

—Hannibal —este se quitó los lentes y volteó la mirada prestando su atención con una sonrisa.

—Necesito 20 minutos sin que nadie me moleste y Abigail acaba de romper la bombilla de su habitación. ¿Puedes hacerte cargo?

Al ver el rostro exasperado de Hannibal, Will le dio una mirada compasiva y un beso tratando de relajarlo.

—Yo me hago cargo —El menor cruzó el umbral de la puerta listo para ir a ver que problema había causado la niña.

—Gracias, Will.

—Gracias a ti por tener tanta paciencia.

☆☆☆☆☆

—Muy bien, vamos a ver cuál es el problema.

Will fue directo a la habitación de Abigail con una pala, escoba y una bombilla nueva. Ser padres primerizos era una experiencia encantadora y llena de aprendizaje, pero a veces su pequeña se las ponía difícil a ambos, así que comprendía el estrés de Hannibal.

Ya habiendo limpiado el piso de la habitación y al asegurarse que ya no habría el peligro de que su niña se pudiera cortar con algún resto de cristal, Will sacó el bombillo de su empaque, mas notó que se olvidó de algo: la pequeña escalera de madera que siempre usaba en estos casos.

En otro contexto, el rizado se hubiera tomado la molestia de ir hasta la bodega de la casa y tomar la escalera, pero ese día se sentía como un perezoso que no quería esforzarse demasiado. El hombre se sentó en la cama de Abigail y empezó a pensar que  podría usar para reemplazar la escalera; puso su ojo en la mayoría de los objetos de la gran habitación y realmente nada le parecía lo suficientemente alto como para poder usarlo, hasta que dio con el objeto adecuado: una sillita de las princesas que Hannibal le había dado como regalo de navidad a Abigail, se veía de un plástico resistente y era casi del mismo tamaño de la escalera que usaba, ¿por qué no?

El rizado posicionó la sillita debajo de donde tenía que ir la bombilla, puso todo su peso en su pie derecho y al ver que la silla lo aguantaba puso el otro. Ya confiado, agarró el bombillo y se dispuso a cambiarlo. Todo iba relativamente bien hasta que la sillita no fue lo suficientemente resistente para soportar todo su peso y ¡Pum! Las dos patas traseras del pequeño objeto se vencieron ante al peso de Will.

☆ONE SHOTS☆ HANNIGRAM Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin