Nuevo amigo

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La noche llegó en un parpadeo. Las horas habían transcurrido como días para el pobre cuervo, que sin poder moverse se tuvo que quedar en cama. No era de extrañar que estuviera ansioso e incluso irritado por no ser capaz de levantarse; llevaba horas postrado sin hacer ninguna actividad o acción, y se sentía frustrado. Pasar demasiado tiempo siguiendo una rutina y luego sufrir un cambio tan repentino definitivamente no era bueno. Agobiado, solo esperaba la llegada del chico pelinegro del cual no conocía ni su nombre. La casa ya había empezado a enfriarse y el aire helado que se filtraba por las grietas llegaba a ser doloroso; sus heridas pedían a gritos un poco de calor. ¿Dónde estaba ese "niño"? ¿Se había ido? La posibilidad de que lo abandonara seguía presente. No tenía pinta de ser de ese tipo de personas, pero todo es probable. Tampoco se puede culpar a Philza por tener esos pensamientos, hace más de un siglo que no tiene contacto humano, y el último que tuvo no terminó muy bien. Pensando en otros tipos de escenarios, entró en su cabeza la posibilidad de que algo le hubiese sucedido a su nuevo "conocido". ¿Y si le hicieron daño? Él había mencionado que le habían intentado envenenar, y peor aún, que había una guerra en curso. El chico se veía débil, y al menos por lo que había visto, era una persona asustadiza y nerviosa. ¡Podía estar siendo lastimado! Pensar en ello hacía sentir peor a Phil, no podía hacer nada para defenderlo o ayudarlo.

Antes de que el pobre hombre cayese en la locura, alguien finalmente llegó. Una respiración agitada acabó con el incómodo silencio del hogar. Moviendo la cabeza todo lo que su cuello le permitía, Phil vio al pelinegro entrar con su capucha expulsando humo. El pobre chico estaba quejándose de la capucha, tratando de apagarla con sus manos. Parecía haber salido de un campo de batalla, tenía el cabello desordenado y cortes en su ropa. La poca piel que se veía de su rostro debido a la máscara tenía rasguños y golpes; tenía un labio roto. Entre refunfuños, el chico se volvió a colocar su capucha ya apagada, sin riesgo de prenderse fuego a sí mismo, escondiendo también su vestimenta con ella a la vez que se cubría la cabeza. Cuando se relajó y tuvo todo en orden, salió disparado hacia la cama, mostrándole al rubio una cesta de espigas viejas llena de frutos pequeños, bayas y hongos de dudosa procedencia.

– ¡Ah! Estás despierto, qué alivio. ¡No quise tardarme tanto! Unos tipos raros casi me matan. Esos tontos, no saben que están hablando con el rey de los escapes. ¡En fin! Mira, conseguí comida. Es bastante inusual, por aquí es muy difícil encontrar alimento, pues ya no quedan muchos bosques ni animales. Yo tengo mis métodos~🎶

Colocando la cesta encima de una pequeña encimera al lado de la cama, el chico se quitó unos guantes de cuero viejo que usaba; sus manos curiosamente eran completamente negras, como si las hubiese sumergido en tinta, eso era demasiado inusual. El chico era de un tono de piel moreno claro, por lo que se veía de su rostro, pero sus manos... Quizás no era bueno preguntar por el momento.

– Y por si las dudas... No maté a nadie, solo... solo tomé prestada la comida. ¡La devolveré! Una parte al menos... Esos tipos son muy egoístas, hay gente muriendo de hambre y se quedan con todo. Ughmp... Supongo que solo estoy siendo dramático o algo así, lo siento. Lavaré la comida y encenderé la chimenea, debes estar muriendo de frío. No tengo más mantas... ¡Pero te calentarás con el calor del fuego, te lo prometo!

Hasta el momento, Phil no había hablado mucho. No es como si no quisiera entablar conversación con él, simplemente no quería interrumpirlo; parecía que le gustaba hablar, era agradable. No era una mala persona; hasta se sentía culpable por verlo tan lastimado por intentar ayudarlo. Esperaba recuperarse rápido; al menos así podría ir a conseguir alimento por sí mismo sin que ese chico se expusiera tanto. El pelinegro se llevó la cesta y salió de la casa; fuera se podía escuchar cómo caía agua al suelo y los murmullos del mismo, estaba conversando consigo mismo probablemente. Unos minutos después regresó con todo listo, dejó la cesta encima de la misma encimera y se dispuso a encender la chimenea. El calor inundó la casa, que pese a las grietas y el frío aire nocturno, conseguía calentar el lugar. Acercándose a su invitado, el chico se sentó en una orilla de la cama, ayudando a Phil a levantar su cuerpo en un intento de apoyarlo contra el respaldo de la cama para que pudiese comer. No era tan fuerte, estaba haciendo su mejor esfuerzo. Cuando consiguió acomodar al cuervo, le acercó la cesta, sonriendo con entusiasmo.

Dulce Deseo | QSMP | | AU | | DeathDuo |Where stories live. Discover now