Días pacíficos.

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Durante la noche, Philza pudo dormir adecuadamente, sin pesadillas o sueños que perturbasen su descanso, lo cual era un acontecimiento inusual para él, pero no se quejaba; había deseado dormir bien desde hacía mucho tiempo. Los rayos del sol entraron por las grietas y agujeros en las paredes, impactando en el rostro del cuervo, provocando poco después que despertase. Ya había pasado el amanecer, lo que significaba que eran más de las 11. Por primera vez en años, Philza se despertó tarde. Bostezando con somnolencia, el rubio miró hacia la chimenea, que ya estaba apagada. Delante de ella estaba Missa, durmiendo en el suelo. Parecía un gato, hecho bolita con la cabeza metida entre sus brazos y las piernas apoyadas en su pecho; su columna debía estar sufriendo por estar en esa posición. Observando el techo, suspiró con pesadez; no podía acostumbrarse a ese cambio de vida, tampoco al hecho de que no era capaz de levantarse ni de hacer sus actividades rutinarias; era frustrante. Levantando sus manos con un profundo dolor, miró sus dedos; tenía todo su cuerpo lleno de vendajes y aún sentía huesos rotos dentro de él. Era tortuoso, y dudaba recuperarse rápido. Una de las bendiciones que recibió el día de su boda de manos de una Diosa fue el aumento de regeneración en su cuerpo, pues él era un mortal y tendía a lastimarse más seguido que los demás; sin embargo, el efecto era inmediato y nunca se quejó de heridas o daños profundos durante sus días en la granja. Incluso si se lastimaba gravemente se curaba con bastante rapidez. Suponía que al salir del territorio divino las bendiciones perdieron efecto. ¿Eso era posible? No lo entendía bien, pero le tocaba aceptar esa realidad; la realidad de volver a luchar por sobrevivir. Mirando por una de las ventanas, se preguntó cómo estaba su esposa. ¿Estaba preocupada? ¿Lo buscaría? En ese momento realmente desearía escuchar su voz, como en los viejos tiempos cuando apenas se estaban conociendo. Entrecerrando sus ojos, decidió no pensar en eso; no quería depender de ella. Él podría defenderse y regresar a su hogar sin necesidad de molestarla; ella tenía mucho trabajo y descuidarlo no era adecuado. Además, estaba bien; el chico que lo cuidaba era amigable, no tenía quejas sobre él y realmente extrañaba hablar con alguien que no fueran sus animales en la granja. No era tan malo estar en esa situación; podría incluso acostumbrarse, solo necesitaba tiempo. Le deseaba sus mejores deseos a su amada esposa, esperaba que estuviera bien.

Un rato más pasó antes de que Missa se despertase, estirándose en el suelo cual felino, incluso encorvó su espalda al levantarse. Dando un gran bostezo, se sentó en el suelo, acariciando su cintura; sentía dolor en su espalda, pero no era nada de qué preocuparse. Desordenando sus largos cabellos, intentó hacer saliva con su boca; quizás dormir con la boca abierta no era del todo seguro, además siempre le quedaba muy seca. ¿Y si se había comido una araña? De solo pensarlo le daban ganas de vomitar, sacando la lengua por reflejo. Levantando la cabeza, recordó que tenía un invitado. ¡Lo olvidó! ¡Y estaba comportándose como si viviera solo! Avergonzado, se levantó de golpe, dándose cuenta de que Philza lo miraba con las mejillas infladas, a punto de dar una carcajada.

– ¡Hey! ¡No te rías! Todos tenemos formas de levantarnos. ¡Nadie es hermoso cuando se despierta! – Respondió con una indignación dramatizada, señalando a Philza con uno de sus dedos en forma de advertencia. –

PFFFFT. – Philza no pudo evitarlo y rompió en risas, apartando un poco la mirada mientras intentaba /controlarse. –

La risa del rubio hizo que el pobre pelinegro se ruborizara, no de vergüenza, solo de... ¿Confusión? Agitando su cabeza para no irse por las ramas, Missa sonrió; al menos le hacía sentir mejor saber que Phil ya estaba riendo, sin tener esa mirada tan cansada como cuando despertó después de sus heridas. Acercándose a Phil, lo miró con energía.

¿Dormiste bien? ¿Te duele algo? Te cambiaré las vendas hoy; lo iba a hacer ayer, pero me quedé dormido. No tengo muchos vendajes, pero me aseguraré de que tus heridas abiertas no se infecten. ¡Conozco algunos trucos para evitarlo! Bueno, debo ir a conseguirte comida y agua; puede que vuelva tarde otra vez. No debes preocuparte por nada, yo, el gran Missa, dueño de esta hermosa casa y de este gran terreno donde no crece ni una flor, te conseguirá todo lo que necesites... Soné muy genial.

Dulce Deseo | QSMP | | AU | | DeathDuo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora