Arduo trabajo

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Miércoles - Por la mañana.
Día Nublado

Tener un techo que los protegiera del frío, la lluvia y el calor era todo lo que necesitaban. Después de mostrarle el hogar a Missa y tener una breve conversación nocturna, se fueron a dormir, pero esta vez con un cambio. Aunque los suelos ya no se astillaban y la madera era tan lisa como el mármol, Phil no estaba de acuerdo en dejar que su compañero durmiera en el suelo otra vez. Impidiéndole recostarse frente a la chimenea, lo invitó a dormir junto a él en la cama. Missa entró en pánico cuando Phil le propuso la idea, casi se desmayó y estuvo un buen rato preguntándole a su compañero si estaba bien, poniendo excusas para intentar evitar esa opción: «“¡Me muevo mucho cuando duermo!” “Hago ruido durante la noche” “La cama es pequeña y te puedes lastimar.”» Y así sucesivamente. A pesar de la insistencia de Missa en no dormir juntos, terminó cediendo después de que Phil lo convenciera, refutando todas sus palabras: «“Te abrazaré para que no me patees.” “No me molesta el ruido, estoy acostumbrado.” “No es tan pequeña, solo es estrecha; los dos podemos descansar sin problema.”» Missa era insistente, pero Philza era más terco que un caballo salvaje. Missa terminó cediendo cuando se quedó sin excusas.

Subirse a la cama con el rubio fue un paso difícil para Missa, se sentía como un niño pequeño haciendo algo así, y realmente no estaba acostumbrado al contacto físico, probablemente por haber sido lastimado durante tanto tiempo. A los ojos de Phil, Missa era como un gato muy asustadizo que huía de todo lo que lo rodeaba y se escondía en una esquina, temiendo a sí mismo. Era un poco triste verlo de esa forma, reflejaba su dolorosa vida. En cuanto Missa se subió a la cama, estuvo tan quieto como una piedra, ni siquiera movió la cabeza y no sabía qué hacer; se sentía nervioso y preocupado, no quería lastimar a Phil, además estaba sucio de tierra, polvo y ceniza. ¿Y si Phil se asqueaba? Todas esas preocupaciones lo tenían al borde de un colapso. Sin embargo, todo lo que pensó desapareció cuando el cuervo se recostó a su lado. Phil decidió tomar la iniciativa, abrazando a Missa con suavidad y cautela, sin querer asustarlo o incomodarlo con sus acciones. Al principio, Missa tembló; su corazón latía tan rápido que parecía que se escapaba de su pecho, pero eventualmente se relajó y se quedó dormido, la comodidad que sentía al lado del rubio era superior a su miedo e inseguridad; escuchar el corazón de Philza era tan relajante. En cuanto Missa durmió, Phil lo cubrió con sus alas, abrazando a su compañero con sus emplumadas extremidades, formando un capullo y protegiendo al pelinegro en un cálido abrazo. Ambos durmieron mucho mejor de lo que habían dormido en todo ese tiempo.

La noche fue pacífica, y ambos descansaron sin preocupaciones ni perturbaciones. El día llegó, pero aunque el sol entraba por las ventanas, Missa no quería levantarse. Las alas de Phil, además de ser cómodas, eran cálidas, como estar cubierto con mantas gruesas y suaves. Decidió quedarse un rato más en ese lugar tan agradable y se volvió a dormir. Después de un par de horas más, Phil se despertó; había sido una noche realmente relajante. Dormir solo durante tantos años era algo deprimente; al menos tener a alguien con quien compartir un espacio tan cómodo era reconfortante. Abriendo sus ojos con somnolencia, se encontró con Missa pegado a su pecho, hecho una bolita entre sus alas; definitivamente era como un gatito. Acariciando sus cabellos con suavidad, intentó despertar a su compañero, sin querer ser brusco para no asustarlo. El tacto hizo que Missa reaccionara, apareciendo sus clásicos puntos blancos en su máscara en señal de que había abierto los ojos.

Buenos días. – Habló Phil con calidez.

Buenos días... ¿Hice algo mientras dormía? – A Missa le costaba despertar, no quería hacerlo.

No, dormiste como un gatito.

Ambos se quedaron un rato más en esa posición, ninguno quería levantarse primero. Unos minutos después, quien tomó la iniciativa fue Missa; debía ir a conseguir comida antes de que se hiciera más tarde. Levantándose con desgana y tristeza, el pelinegro se alistó, se despidió de Phil y se marchó como todos los días.

Que Missa se fuera a conseguir alimento era algo que disgustaba a Phil, especialmente porque solía regresar muy herido; eso era irritante. ¿Quién se atrevía a dañarlo? No podía comprender el desprecio que algunos tenían hacia Missa solo por su "maldición"; ni siquiera era algo peligroso. ¿Qué rayos sucedía con ese mundo? Las cosas antes eran mejores... antes de todo lo que sucedió. Decidiendo que no dejaría a Missa irse de nuevo, y asegurándose de que nunca más lo lastimaran, decidió comenzar con algo que se le daba igual o mejor que la construcción: la agricultura. No es por presumir, pero las habilidades de Phil fueron certificadas y halagadas por la mismísima Diosa de la Creación: Mine. Incluso antes de conocer a Mumza, Phil era un buen granjero. Aparte de ser un soldado y un guerrero, le gustaba bastante la plantación y la recolección de sus propios cultivos. Quizás, si todo lo malo nunca hubiera sucedido, él se habría convertido en un granjero en la tierra.

Saliendo de casa y preparándose para el trabajo, miró el desolado paisaje. La tierra era infértil y no crecía nada en ella; además, estaba seca y con rastros de cenizas de grandes incendios a su alrededor. Lo adecuado para eso sería nutrir el suelo con fertilizantes o restos de vegetales, frutos y semillas; sin embargo, no tenían nada de eso. Lo único que quedaba sería cavar la tierra y arar el terreno; buscar buena tierra debajo de la mala. Ese no era el único problema, tampoco tenían agua y no solía llover en ese lugar, aunque particularmente ese día el cielo estaba nublado con nubes grisáceas. ¿Era acaso un milagro o solo suerte? Después de un rato pensando, Philza decidió cavar la tierra. Al no tener las herramientas para hacerlo, decidió crear las suyas propias; si no tienes las herramientas, simplemente créalas. Con piedra, cuerdas y madera, Phil se creó una azada, un hacha y un pico; parecía ya familiarizado con la creación de objetos y no se complicó mucho con la elaboración; Philza era un maestro artesano en realidad. Con todo listo, se dispuso a trabajar en una pequeña área de tierra cerca de casa, picando el suelo seco para sacar la tierra de lo más profundo. La zona parecía haber sido antes un campo de cultivo, lo que significaba que había una posibilidad de que algunos nutrientes se conservaran debajo de ella. Phil pasó horas completas trabajando con el terreno, abarcando un gran cuadro de tierra removida. El trabajo era agotador, y el hecho de que Phil no pudiera hacer mucho esfuerzo sin sentir dolor le impedía realizar todo con más rapidez; si estuviera en un mejor momento, quizás podría haber hecho una hectárea completa en menos de un día, quizás exagero un poco, pero era capaz.

El terreno ya listo era grande; pese a no haber sido hecho al 100%, sí que abarcaba una buena área. El dolor en las costillas y piernas de Phil regresó, encorvando un poco su cuerpo debido al malestar; era momento de detenerse o podría lastimarse más. Dejando sus herramientas lejos, Phil se sentó en su silla de piedras, contemplando todo el trabajo realizado. ¿Hacer eso con la tierra sería suficiente? Sabía de antemano que con tan pocos nutrientes, si es que se conservaron, no podría hacer crecer nada. ¿Y qué pasaba con la lluvia? Las nubes seguían grises, pero no caía ninguna gota; de hecho, parecían pasajeras. ¿Cómo podría resolver ese problema? Hasta el momento, Missa había obtenido agua de pozos lejanos, pozos que se estaban agotando. Cerca del terreno había ríos, pero estaban secos. ¿Podría buscar agua? Había leído una vez que algunos sitios podían conservar agua; solo era cuestión de escarbar la zona. Se estaba planteando fuertemente ir a esos lagos a buscar.

Durante su análisis profundo de posibilidades y tareas siguientes, Phil notó algo sobrevolando encima de su terreno. Levantando la cabeza, entrecerró sus ojos, buscando ver qué era, levantándose de su silla para ver mejor. ¿Un ave en ese lugar? No había visto una en todo ese tiempo... ¿Acaso era... comida? ¡Finalmente podría comer algo de carne! ¡Había extrañado tanto el sabor!

Antes de que Phil cometiera una tontería al cazar ese ave, esta decidió por su cuenta acercarse, quizás de una manera muy rápida. Al principio, Phil pensó que el ave estaba cayendo debido a que ya estaba en sus últimos momentos de vida, pero después de ver cómo ese animal iba en dirección hacia él a toda velocidad, se preocupó. Sin poder esquivar la rapidez del ave debido a su estado actual, fue golpeado en la cara por ella, cayendo de espaldas contra el suelo. El golpe lo dejó aturdido, pero algo consiguió sacarlo de su mareo.

¡Dadza! ¡Dadza, te encontré! – El ave graznó, hablando con una voz chillona. –

Un pájaro hablando, era la cúspide de la locura.

Dulce Deseo | QSMP | | AU | | DeathDuo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora