cap 80

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No me gusta Nita

Justo cuando el reloj marcaba las seis, Ángela salió del hospital y se dirigió al
supermercado.
Iba a cocinarle a Álvaro un platillo por su cumpleaños, fideos "larga vida",
unos fideos que se suponía debían garantizar una vida larga y satisfactoria.
Era una cocinera experta, y anteriormente ya había preparado esa delicia para
el cumpleaños de sus padres.
Aunque la Mansión Shengfeng estaba ubicada en el centro, su sistema
aislante contra sonidos la convertía en un refugio contra el ajetreo y el
bullicio de las concurridas calles.
Ella abrió la chirriante puerta de la alcoba de Álvaro para descubrir que
todavía estaba inmaculadamente limpia en su interior, Ángela miró su reloj,
eran casi las 7 de la noche, así que dejó la bolsa en el sofá y fue directo a la
cocina.
Álvaro salió del Hospital Yao en su Porsche negro y se detuvo
cuidadosamente en una intersección, y de pronto, el sonido de su celular lo
sobresaltó, Álvaro hizo clic en su auricular bluetooth para responder,
"¿Mamá?".
"¿Álvaro, a qué hora sales del trabajo?".
"Justo ahora, literalmente estoy saliendo del estacionamiento", iba directo a la
Mansión Shengfeng.
"¡Álvaro vuelve a la casa ahora mismo! ¡Es urgente!." Álvaro nunca había
escuchado la voz de su madre así de angustiada, por lo que frunció el ceño y
miró su reloj, Eran siete menos diez.
"¿No es algo que pueda esperar? Ya tengo planes para esta noche. Te puedo
marcar en un rato...", dijo él.
"¡No! ¡Es una emergencia! ¡Vuelve ahora mismo!"
"..."
En la casa de familia Gu
El estacionamiento frente a la casa de la familia Gu se encontraba ocupado
por autos lujosos, Álvaro gruñó cuando dio la vuelta a su coche, tuvo que
estacionarse paralelo a la carretera.
Dio unos pasos y cuando menos lo notó, ya estaba en la puerta principal,
estaba abierta. Enseguida vio que por dentro estaba oscuro, 'qué raro', pensó y
se deslizó al interior. Justo cuando estaba a punto de encender la luz, sus
oídos percibieron las notas de una canción, "¡Feliz cumpleaños a ti!, ¡Feliz
cumpleaños a ti!"
A mitad de la canción, miró a su alrededor y distinguió un gran pastel con
velas encendidas, rodeado de un grupo de conocidos...
En medio de la sala, Nita llevaba puesto un vestido blanco, sosteniendo un
cuchillo y un plato de papel, su canto era de los que más se escuchaban, junto
a ella estaban Taina, Lulu, Simón, Benja y Hugo.
En lugar de reírse, Álvaro tosió para aclararse la garganta cuando la canción
había terminado, "entonces, ¿es esta la emergencia por la que me llamaste,
mamá?", Taina notó que estaba ansioso por irse, pero insistió en que al menos
apagara las velitas del pastel. Él renegó, se acercó al pastel y apoyó las manos
sobre la mesa, con el rostro iluminado por la luz de las velas, cuando éstas se
apagaron, las luces de la sala se encendieron y la habitación se llenó de luz.
Un Álvaro esquivo y distraído recibió sus regalos con una expresión de
hartazgo, terminado esto, se los dio a su ama de llaves. No estaba de humor
para una fiesta.
Se puso de pie mirando impacientemente su reloj, pero Taina lo detuvo.
"Hijo, espera, tengo un regalo para ti, vamos arriba", Álvaro la siguió dudoso.
Mirando a la gente feliz y ocupada que estaba en la sala, le preguntó a sumadre fríamente: "mamá, ¿por qué me llamaste diciendo que era algo
urgente?, esto no es una emergencia".
Pero Taina no sentía culpabilidad alguna por lo que había hecho, mientras
ella supiera por qué hacía las cosas, nada más importaba. 'Está bien', pensó él.
"¡Nita y yo queremos darte una sorpresa, te cuento que toda la fiesta fue
planeada y organizada por nosotras!, ¿no es perfecto?", dijo su madre.
Él miró con molestia su reloj. ¡Ya casi eran las ocho!
"¡Mamá, por favor avísame de antemano la próxima vez, además, no me
gustan las fiestas sorpresa y tú lo sabes!", sorprendida por el comportamiento
inusualmente cruel de su hijo, se detuvo un momento en las escaleras para
susurrar: "Está bien aguafiestas, si no te gusta, no lo haremos la próxima vez,
pero ahorita estás aquí, ¿por qué no lo disfrutas?, ¿por qué te enojas
conmigo?".
Él trató de que sus palabras no se llenaran de coraje, apretó sus manos y
sintió que el corazón se le enfríaba, "¿Le dijiste a Ángela que habrá una fiesta
de cumpleaños esta noche?".
Taina lo miró asombrada, meneando la cabeza, "¿qué te dijo ella?", Álvaro la
interrumpió cortantemente, "¡no importa, ella no dijo nada, sólo estoy
adivinando!, pero mamá, espero que esto no se vuelva a repetir, ¡y déjame
decirte de nuevo, no me gusta Nita!".
Posteriormente, Álvaro estaba a punto de bajar las escaleras de dos en dos,
pero entonces se encontró a Nita, bloqueando el camino por el que había
venido. No había manera de saber cuánto tiempo había estado parada Nita
ahí, escuchando, pero su cara de asombro expresaba más que mil palabras.
Álvaro no dijo nada, la hizo a un lado y partió, Taina se llevó las manos a la
boca y se acercó a Nita, que estaba allí pasmada, como si los ratones le
hubieran comido la lengua. "Nita... lo lamento, nunca pensé que mi hijo...",
Taina no sabía qué decir, pero de algo estaba completamente segura: nunca
pensó que Álvaro sería tan directo.Pero no fue la decepción lo que silenció a Nita, sino la rabia. Desde el
momento en que escuchó el nombre de Ángela, le empezó a hervir la sangre
y todos los insultos y maldiciones que llenaban su boca le sabían a hiel.
En lugar de dar alguna señal de que había escuchado su conversación, Nita
preguntó: "tía, ¿cuál es la relación de Álvaro con la tal Ángela?".
Taina estaba desconcertada, "¿relación?, ¿qué relación?, no sé absolutamente
nada de una relación".
En ese momento, el ruido de la planta baja de la casa se calmó. La voz de
Álvaro hacía un llamado a la multitud: "Lo siento, en verdad aprecio su
asistencia, pero la fiesta de cumpleaños de esta noche ya llegó a su fin...".
Tan rápido como pudieron, Nita y Taina se apresuraron a bajar las escaleras.
Pero cuando bajaron era demasiado tarde, la puerta frontal se cerró de golpe y
Álvaro no estaba por ningún lado.
Nita fue detrás de él con desesperación, "¡Álvaro!".
Él se detuvo, dio media vuelta y la miró, ella quería preguntarle si le gustaba
Ángela o no, sin embargo, ese asunto no era de su incumbencia. Después de
todo, ella no tenía nada que ver con él.
En eso, ella sonrió, en un esfuerzo por mantener su atención, "¡Álvaro, feliz
cumpleaños, aquí está mi regalo para ti!", fue entonces cuando sacó una caja
rectangular de su bolso y se la dio a Álvaro.
Éste vaciló, "¡Gracias!" y tomó la caja.
"Oye... ¿por qué no has usado el reloj que te compré?". De hecho, tampoco
usaba el cinturón que le había dado.
La miró y le dijo directamente: "Lo siento, alguien se molestará si me lo
pongo".
Nita no esperaba ninguna respuesta y a decir verdad, tampoco entendió bienlo que le dijo. Cuando se dio cuenta de que ese "alguien" podría ser Ángela,
sintió dificultad para respirar, "¿Acaso es... Ángela?".
'¿Ángela?, ¡Ángela!', ahora alucinaba ese nombre, ¡sintió que le taladraba la
cabeza!.
La última vez que le pidió a Susana que hiciera algo, ¡pero eso no le había
causado ni el más mínimo problema a Ángela!
Y... una vez tomó el celular de Álvaro y respondió a una llamada telefónica
de alguien que tenía registrada como 'niña'. ¿podría ser también Ángela?.
Álvaro no dijo nada, ni lo negó ni lo afirmó. "Me tengo que ir", dijo él.
En ese momento, tres de los invitados salieron de la casa, "Álvaro, ¿ya te
vas?", Galo lo miró con descontento.
"¡Sí, nos vemos la próxima!", dijo mirando a Simón y a Bill.
Bill se metió las dos manos en los bolsillos, miró a Nita, que parecía muy
triste y le gritó a Álvaro: "¡Nita recorrió toda la Ciudad J para encontrar el
regalo ideal para ti!".
¡Ninguna chica millonaria va de compras sola!, no obstante, ella recorrió toda
una ciudad solo para comprarle el obsequio perfecto. ¡Todos sabían cuánto
amaba ésta chica a ese hombre!.
Álvaro observó la caja en su mano y asintió con la cabeza a Nita, "Muchas
gracias, para la próxima no necesitas hacerlo!".
Su agradeciemiento forzado y vacío hizo que Nita, la mujer de acero, casi
estallara en llanto.
Bill apretó sus puños dentro de sus bolsillos, "Álvaro, ¿por qué tanta prisa?",
le preguntó.
"¡Tengo una emergencia!", después de responder a su pregunta, Álvaro se
subió al Porsche sin mirar atrás."¡Mierda, sino fuéramos amigos desde hace tanto tiempo, le hubiera partido
la cara, es demasiado arrogante!", Galo lamentó con la cabeza que las cosas
fueran así.

Enamorada del doctorHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin