Capítulo 37.

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ACACIA LUNA.

Veo las demás fotos que hay en la carpeta y cada vez que creo que no puedo estar más sorprendida, me encuentro con otra foto que cambia mi opinión.

¡Ay, dios mío!

Agarro la fotografía en la cual, se ve claramente a Tamara y a un hombre  besándose en lo que parece ser la habitación de un motel.

¿Lo peor de todo? Es que la fotografía tiene fecha de hace algunos años y como si eso no fuera suficiente, reconozco al hombre con el que estaba ella, que resulta ser un antiguo profesor del lugar en dónde alguna vez estudiamos Cameron, ella y yo.

Veo las siguientes fotos, pero cada vez están peor, ya que se ve a Tamara con ese profesor y otros hombres entrando a diferentes moteles y teniendo relaciones íntimas.

Lanzo las fotos a otra parte mientras aguanto mis ganas de vomitar.

Que asco.

Cubro con una mano mi boca mientras intento respirar correctamente para que la sensación pase.

No puedo creer que ese rumor haya sido cierto.

Una vez que me encuentro mejor, decido agarrar todas las fotos que lance y acomodarlas antes de seguir viendo el contenido de la carpeta, el cuál, cada vez empeora.

En la carpeta hay varias calificaciones de Tamara con algunas asignaturas subrayadas y el docente que las imparte, de los cuales logro identificar que algunos salen en las fotografías, hay screenshots de conversación de ella con varias personas con fechas incluidas, hay informes sobre su cuenta y movimientos bancarios, hay un información sobre todos lugares y viajes a los que ha ido, hay un informe policial que resume cada una de las veces que ha sido arrestada o multada y el porque de cada uno, por dios, ¡incluso hay un informe médico sobre ella!

Siento ganas de vomitar, pero a diferencia de hace unos minutos, está vez no es por asco, si no que de la sorpresa se me ha bajado la presión.

Cómo puedo, aguanto las ganas de vomitar y acomodo todo en la carpeta  como estaba cuando la abrí antes antes de dejarla a un lado y seguir revisando lo que hay en el cajón.

Para mí sorpresa, me encuentro con otras dos carpetas, pero en cada una de estás hay información de las personas que me dieron la vida.

Ni siquiera termino de ver la información completa de la última carpeta cuando me siento peor y decido que lo mejor será dejar hasta aquí las cosas, por lo cual, acomodo todo exactamente como estaba antes de guardar las carpetas en el cajón y cerrarlo, no me hace falta ponerle seguro, debido a que en cuanto se cierra, se pone seguro solo.

Me intento levantar del suelo, pero debido al malestar, esto no me resulta fácil, ya que me siento bastante débil.

Apenas soy capaz de apoyarme sobre mis rodillas cuando escucho el ruido del auto.

¡Carajo!

Me esfuerzo más en intentar reincorporarme, pero sigo sin poder lograrlo y no sé si se deba al miedo, al malestar o a la combinación de ambos factores.

Caigo al suelo por completo al mismo tiempo que escucho la puerta principal abrirse.

—¡Guapa, ya llegué! —se escucha como cierra la puerta— ¡Traje...!

ENTRE MIS LABIOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora