Capítulo 2

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LAURENT

Estos últimos meses han sido bastante agravantes, llenos de emociones tan fuertes y agudas excentricidades carentes de sentido que es tan difícil para mí darles un orden.

Hace ya mucho tiempo que no escribo en este diario debido a que me sentía incapaz de hacerlo, sin embargo, los eventos que ante mi han ocurrido me han hecho sentirme obligado a hacerlo.

La sangre, la horrenda y aberrante sangre todavía está fresca en mis recuerdos, cuando recuerdo aquel asqueroso escenario mis entrañas se revuelven y siento unas tremendas ganas de vomitar.

Todo empezó en una cotidiana mañana de Octubre como cualquier otra, ese día yo todavía seguía durmiendo y soñando aquello que más quería en el mundo.

Abrí los ojos, envuelto entre la calidez de una voluptuosa mujer y sabanas carmesí de la seda más fina que mi familia hubiera podido encontrar.

Me desperté en lágrimas derramadas al darme cuenta de que estaba despierto otra vez…Oh mi amada Kate, mi querida Kate, mi preciosa Kate, incluso ahora no puedo evitar pensar en ti entre amargos sollozos llenos del más profundo de los dolores.

Cuando me incorporé de la cama, caminé desnudo por los alrededores de mi habitación hasta dar con mi guardarropa para buscar mi uniforme escolar, honestamente no quería ir hoy a la escuela, la cabeza me daba vueltas completamente hundida en dulces ensoñaciones y aberrantes realidades que me producían un inconmensurable vacío, no obstante, faltar para mi no era una opción.

Una vez saqué mi uniforme, me dirigí a mi cuarto de baño para alistarme, al terminar mi aseo personal salí encontrándome con aquella mujer que parecía esperarme con una sonrisa llena de coquetería seductora.

—El dinero está en el escritorio—dije intentando no ver aquel cuerpo en el que me había sumergido la noche de ayer.

―¿Estás seguro? No me molestaría una segunda ronda guapo―dijo la mujer guiñándome el ojo izquierdo.

―Si te gusta algún adorno de mi habitación puedes llevártelo—añadí dirigiéndome a la puerta que me llevaba afuera de mi habitación.

No existe palabra más idónea para describir a la famosa Mansión Wright que la siguiente.

Gélida, completamente envuelta  por el velo de la indiferencia humana.

Mis cansados pasos, siempre resonaban en un solitario eco por aquellos pasillos de baldosas blancas.

Eran aproximadamente las seis y media de la mañana cuando al fin salí al aire libre, desde que mi padre enfermó gravemente mi hermana y yo solíamos desayunar en el balcón del tercer piso, de forma circular, adornado recientemente con flores violetas entre pilares de ornamental escultura gótica.

El cielo todavía permanecía ligeramente oscuro, las lámparas estaban encendidas y los platos ya habían sido preparados por la servidumbre, mi hermana, me esperaba con una expresión de pocos amigos, la desaprobación e indignación en su mirada era más que evidente, cabe decir que no íbamos a la misma escuela, yo asistía el Instituto Troyano Di Santo, ella por otro lado, estudiaba en la Academia Femenil de Arco.

―Buenos Días―salude.

Como era de esperarse no me devolvió el saludo, estaba molesta y si bien yo sabía por qué, tampoco era como si me importase mucho, nuestra relación siempre había sido extremadamente tensa debido a que éramos de diferentes madres, la competitividad, así como el más honesto desagrado reflejado en nuestra mutua apatía llena de indiferencia, siempre fue nuestra forma de comunicarnos.

Desayunamos con tranquilidad, no hablamos y tampoco nos miramos, solamente degustamos nuestros calientes alimentos, no obstante, al terminar, ella inesperadamente me dirigió la palabra.

―Tenemos que hablar.

―¿Que ocurre?―pregunte levemente confundido porque me dirigiera la palabra.

―¿Y?―

―¿Y?¿Y?―repitió con disgusto―¿Acaso tienes mierda en la cabeza Laurent?

Yo…desvíe la mirada, hoy no estaba de buen humor, de hecho, nunca parecía estarlo desde que mi padre había enfermado, mi único consuelo era que tal vez, solo tal vez, podría pasar el resto de mis días con mi preciosa Kate.

El inminente fallecimiento de mi padre, más que afectarme, me producía la más honesta de las alegrías.

—La única persona come mierda aquí eres tú—respondí con ferocidad—No creo que el viejo le deje todo a un condón roto.

Al escuchar aquello, mi hermana menor soltó un fuerte golpe en la mesa haciéndola temblar.

—¡¿Crees que eso es lo que me importa?!—exclamó furiosa—¡Esta delirando! ¡Abdel dice que probablemente sea este mes o el siguiente!

―¿Y eso en que me afecta? Mientras más rápido se muera ese anciano mejor.

Extrañamente, ella río con una anormalidad que rozó en la locura.

―¿Sabes? Ya estoy cansada de estos jueguitos pendejos—dijo mi hermana bajando la mirada―Piensa lo que quieras, a diferencia tuya yo si ame a mi padre.

—Pues me alegro por ti—dije con fastidio, debo decir que nunca entendí el cariño tan fraternal que mi hermana menor ostentaba hacia mi padre.

―¿Eso era todo?

—En realidad quería pedirte algo.

Aquello me desconcertó por completo.

―¿Qué quieres?―pregunte con cautela; en todo el tiempo que llevaba de conocerla, mi hermana nunca me había pedido nada, era de lo más extraño que por primera vez bajara su mirada, sometiéndose casi por completo a mi voluntad.

—Como ya dije anteriormente…—dijo mi hermana suspirando con melancolía—A Papá no le queda mucho tiempo…y bueno…el está preocupado por el futuro de la familia.

Hizo una pausa antes de continuar mirándome directamente a los ojos, dudaba, por primera vez, aquella chica que nunca parecía tener problemas para decir su opinión, dudaba, repentinamente, un mal presentimiento me recorrió por todo el cuerpo, haciéndome sentir un intenso escalofrió.

Las siguientes palabras que mi odiada hermana pronuncio, produjo en lo más profundo de mi ser, un desolado destino que para bien o para mal, terminaría por decidir aquel horrido incidente que tanto me atormenta en este día.

―Necesito que consigas una novia.

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