Capítulo 6

3 0 0
                                    

ANA

―¿No te gusta la Leche?―pregunto Laurent dándole un mordisco a uno de los roles glaseados que tanto le encantaban.

―Siempre ha tenido un sabor muy acido para mí al igual que el café―respondí con modestia contemplando mi humeante vaso de chocolate―Por más azúcar que les ponga nunca logro que me sepan dulces.

―Entonces he tenido mucha suerte al traer una segunda opción, la leche de fresa a mi me fascina―comento Laurent cuando termino de pasar su comida por la garganta.

Ambos nos hallábamos en una de las azoteas de nuestro Instituto, era una mañana tranquila y agradable, el Festival de Halloween seria al día siguiente y todos se encontraban sumamente emocionados al recibir a nuestros invitados, el enigmático hedor de aquellas flores naranjas cuya belleza me es imposible de describir, había impregnado su hechizante olor por toda la escuela que poco a poco empezaba a cubrirse de escalofriantes colores, sombreros de brujas, calabazas sonrientes, pérfidos murciélagos de intenciones poco claras, extravagantes disfraces, desde el más hilarante hasta el mas aterrador iban y venían por

Ya casi estaba todo listo, nos habíamos pasado las primeras cuatro horas de clases arreglando todo, organizándonos en grupos de diez personas, todos teníamos un rol que cumplir hasta que sonó el timbre que indicaba la hora del tan esperado recreo.

Yo estaba en compañía de mis amigas, nos encontrábamos ansiosas de compartir el almuerzo y hablar sobre cualquier trivialidad que nos hubiera ocurrido, sin embargo, Laurent vino a buscarme con una bolsa de pan y dos termos invitándome a desayunar con él.

Con casi tres semanas de relación habíamos dejado ya la formalidad de lado, Laurent se mostraba un poco mas abierto, pero me seguía causando cierta incertidumbre, de vez en cuando, algunas personas susurraban a nuestras espaldas, sus amigos incluso, parecían bastante reacios a que yo fuera su novia.

No sabia exactamente lo que decían, pero por lo que una de mis amigas había dicho el otro día, no parecían ser cosas agradables dada la expresión que ella tenia cuando me lo conto.

Yo sabia muy bien que no era la persona más atractiva o la mas bella, sin embargo, la gente rara vez se metía conmigo, tal vez fuera por que era tranquila o por que simplemente era una persona de lo más normal.

Todo eso cambio cuando comencé a relacionarme con Laurent, las miradas de recelo mal disimulado, indirectas de educación bastante cuestionable, murmullos, verdades a medias, todo eso me provocaba una inseguridad con la cual no sabía lidiar.

Esta ansiedad que nunca había sentido antes, me aquejaba y me hacia preguntarme si debía decírselo a Laurent, aunque dudaba que algo cambiase, después de todo solo eran palabras, nada tan grave como recibir intimidaciones directas, además de que estas inquietudes podía hablarlas con mis amigas, no necesariamente tenia que recurrir a el para hablarle sobre mis inseguridades.

Tal vez le molestaría o haría que se preocupase, no era un mal chico, simplemente era un poco tímido para hablar, en realidad era tan sociable como los demás.

Eso en cierta forma me hacía sentir aliviada, a primera vista parecía bastante frio y distante, tal vez algo arrogante, pero simplemente eran imaginaciones mías, ya que como dije antes, nunca habíamos conversado antes de empezar a salir, realmente no le conocía y el tampoco.

―Te gusta la leche con fresa, pero no el licuado de fresa ¿Eres disléxico o te haces?

―La ventaja de ser rico es que tu paladar es muy refinado, puedes notar hasta la más mínima diferencia en la preparación de cualquier alimento.

―Pues vaya que la tengo difícil―respondí con cierto pesar―Soy mas una mujer de letras que de cocina, mucho me temo que me quede en la preparación de simples huevos estrellados.

―Por algo se empieza, de todas formas, no hace falta que cocines para mí, con que me traigas la canasta básica de un periodista me conformo.

― ¿Galletas, agua y papas fritas?

―Probar la humildad a la que ustedes los becados están acostumbrados no me matara ¿Sabes?

Ante tal afirmación no pude evitar reír, ya me imaginaba sus quejas si en nuestra próxima cita solamente comíamos eso.

―Pues eso espero, por cierto ¿De qué te vas a disfrazar?

―Uhmm estaba pensando en vestirme de Zombie o de uno de esos clérigos cristianos, las sotanas me parecen interesantes.

―No sabia que te interesara la religión.

―Bueno… mi familia considera que la Iglesia no debería seguir existiendo.

―¿Y qué piensas tu?

La pregunta pareció desconcertarle, me daba la impresión de que nunca lo había pensado, tras un par de momentos, que a mi me parecieron horas, me respondió.

―Pues yo…pienso que es bueno aferrarte a la fe, te da esperanza.

Aquellas palabras, me fueron difíciles de comprender, debo decir que yo era muy escéptica respecto a estos temas, en mi opinión, Dios mas que un ente o un ser vivo, es un concepto, puedes imaginarlo y moldearlo a tu gusto, tal vez eso es lo que significa, estar en todas partes y a la vez en ninguna.

En ese instante, Laurent me pareció sumamente distante, de alguna forma, se había encerrado en sus propios pensamientos, eso ocurría a menudo y no dejaba de preguntarme que era lo que pasaba por su mente cuando se sumergía en sus propias reflexiones productos de oníricas aspiraciones e idealizaciones que bien podrían considerarse fantasías.

Era alguien bastante idealista y cuando me daba cuenta de ello no podía evitar imaginar un muro entre nosotros.

Sus delicados labios se posaron sobre mi mejilla mientras me miraba con una melancólica sonrisa, sus profundos ojos me miraban con aprecio, no obstante, parecía querer decirme algo.

¿Qué era lo que quería decirme?

Esa era la pregunta que me hice, sin embargo, antes de que pudiera preguntarle si le pasaba algo me beso de nuevo.

Las cuestiones que podría haber hecho fueron completamente olvidadas, enterradas en lo mas recóndito de mis pensamientos mientras me dejaba llevar por aquellas sensaciones propias de un adolescente.

Al separarnos, nos miramos por un par de segundos y después volvimos a nuestro desayuno, el con su amada leche y yo…con mi amado chocolate.

Debo decir que el chocolate nunca me había parecido tan dulce como en aquella ocasión, en cierta forma, me pregunto si a mi novio le pasaba lo mismo.

Twilight Storys Voces Susurrantes Where stories live. Discover now