Capitulo 8

2 0 0
                                    


BLAKE

Distantes fueron los años en los que empecé a interesarme en los infortunios de las demás personas, sin embargo, aquellas desagradables sensaciones me siguen persiguiendo, no importa cuánto tiempo pase, jamás me librare de la culpa de mis acciones, aunque el jure que no importa que todo está bien, que no me guarda ningún rencor alguno, yo…sigo sin poder creerle.

Este sufrimiento, este inmenso pesar…lo cargare hasta el fin de mis días.

En aquel entonces la única persona que tenia a mi lado era a mi hermano gemelo.

Nunca había conocido a mis padres, vivíamos con un abuelo que se ausentaba mucho debido a su modesto trabajo, aunque no me cabía duda de que mi abuelo nos quería a veces no podía dejar de pensar que yo y mi amado hermano éramos una carga para él.

Había veces en las que no teníamos nada que comer mas que pan y un poco de leche procesada.

Ese día había transcurrido una semana desde el fallecimiento de mi abuelo, me sentía desconsolado, desolado, abandonado, no sabía que sería de mí, apenas tenía diecisiete años.

Me sentía sin propósito alguno en la vida, completamente dudoso sobre si aceptar la invitación para ir al baile que mi amiga Kate me había hecho.

―¿De verdad piensas faltar?

―Metete en tus asuntos.

Asher hizo una modesta mueca de desagrado y se dejo caer en el pasto sintético de aquel moderno parque, no había cambiado nada, su burlona e infantil sonrisa adornada por aquellos inocentes hoyuelos emanaban coquetería pura, su piel, ceniza, pálida, le daba un aire bastante enfermizo, como si no hubiera comido desde hace años, sus cabellos, despeinados, azules como pintura derramada, vestía completamente de blanco, un recuerdo de mi atormentada realidad haciéndose presente, susurrándome en un eco silencioso aquella verdad tan insípida y cruda.

―Pero que frio eres hermanito―se quejó Asher haciendo un dramático ademan con la mano derecha―Kate realmente se está esforzando, no es algo muy propio de ella.

―Lo sé, es solamente que…

Me detuve, no sabia que decir exactamente, hablar con Asher a veces era complicado, aunque hablaba con el muy seguido, era difícil ignorarlo, sobre todo cuando hacia alguna ridiculez delante de toda la clase solamente para hacerme reír.

¿Qué más podía hacer? Después de todo era solamente un niño cuando había muerto, recuerdo que una vez le pregunte cuanto tiempo se quedaría conmigo, la respuesta, no pudo haber sido más desalentadora.

Cansado cerré con pereza el libro que estaba leyendo mientras suspiraba.

―No se bailar.

―Yo tampoco ¿Sabes?

―Para ti es fácil decirlo, si me equivoco y le hago quedar en vergüenza….

―¡No empieces con tus negatividades que me voy a poner llorar!

Bufe con evidente irritación, Asher llegaba a ser bastante exasperante, siempre hallaba una forma de burlarse de mis habituales muestras de baja autoestima, tal vez quería que no pensase tanto en nuestro fallecido abuelo pero había otras formas.

Murmullos se oyeron, un par de transeúntes habían escuchado parte de mi conversación y se alejaban con rapidez de mí.

Lo único que pude hacer fue mirar con agresividad a Asher el cual simplemente se encogió de hombros restándole importancia al hecho.

Suspire y mire con un profundo desgano el opaco cielo grisáceo, sórdido y deprimente, nuestra generación nunca había visto el resplandeciente cielo azul, atrás quedaron aquellas historias que se nos relataba sobre calurosos días de verano, amables fantasías, sueños esperanzadores, convicciones indomables.

A veces me preguntaba que era lo que me había inspirado a realizar tal empresa, ¿Mi amor por aquel profesor practicante? ¿Mi profundo arrepentimiento sobre aquella fatídica noche? Todo comenzó como una simple broma, una pantomima de lo más hilarante e irrelevante.

Si algún estudiante fuera cual fuera, tenía algún tipo de problema, Blake el esquizofrénico, el chalado de la Clase A, les resolvería el dilema.

No era extraño para mi recibir peticiones incluso fuera de clases, algunas personas preferían mantener su imagen y no solicitarle ayuda al raro de la escuela, a veces eran asuntos de lo más insignificantes, otros de una índole que requerían de algo exhaustivo y minucioso, en ocasiones me pregunto que hubiera pasado si rechazaba aquella propuesta.

Parecía algo nerviosa, como si dudase de hablarme, si pudiera dar una descripción de Lucy, sin duda esta empezaría, sin temor a equivocarme, que era dueña de la sonrisa más bondadosa que he visto en una persona, sus ojos, negros como la noche, irradiaban curiosidad pura, sus rasgos sutilmente orientales, su piel, ligeramente bronceada, era alguien sumamente sencilla, con una blusa azul y unos modestos jeans rojos algo rotos de las rodillas, su largo cabello castaño parecía darle algo de color a aquel desvencijado parque maltratado por los años.

―H–h–hola me llamo Lucy, Lucy Richards…y yo…bueno necesito tu ayuda.

Fue difícil negarme ante aquella solicitud tan tímida, Asher había empezado a jugar con las ramas de los arboles dejando que unas pocas hojas cayeran sobre nosotros.

―¿Qué es lo que necesitas?

Este fue el primero de nuestros muchos encuentros y debo decir que nunca había hallado tanta tranquilidad en el mundo como aquellas veces en las que con Lucy compartí, dulces recuerdos que pensé que jamás viviría.

Twilight Storys Voces Susurrantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora