Capitulo 4

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LAURENT

Debo decir que me siento totalmente atrapado, encadenado, entregado por completo al autodesprecio, íntegramente cautivo a merced de las frivolidades que la desbordante riqueza de mi familia me provee con la más absoluta ecuanimidad e indiferencia.

Hoy recuerdo con desagradable amargura, una situación que me hizo recordar melancólicos eventos que, de la manera más honesta, quisiera poder olvidar.

Fue un suceso de lo más rápido, sencillo, no duro ni medio minuto, solamente fue un brevísimo instante, un ligero soplo cargado con un potente veneno que no pudiera ser de lo más acertado para describir los asquerosos actos que he estado cometiendo últimamente.

Tal vez por eso, aquellas simples palabras, salidas de la más sensata de las personas que he conocido, me impacto tanto que casi me hace llorar, porque, aunque me duela admitirlo, es la más absoluta de las verdades.

Esa mañana me encontraba caminando en compañía de mis amigos por los pasillos de la escuela, era la hora del receso y nos encontrábamos hablando sobre La Fiesta Anual de Halloween que tendría lugar en nuestra escuela, los preparativos habían comenzado desde la semana pasada y en múltiples ocasiones, nos quedábamos más tiempo en la escuela para preparar todo.

Dicho evento era muy importante debido a que venían estudiantes de otra escuela.

Este Año mi escuela había sido la elegida para ser la sede, por lo que, en cierta forma, casi todos nos encontrábamos entre el nerviosismo y la excitación por recibir a nuestros invitados.

Fue un simple choque, sin embargo, eso ocasiono que uno de mis compañeros cayera al suelo por accidente, derramándosele todo el café en la blanca camisa, en ese momento, la amena conversación termino.

―Lo siento ¿Estas bien? ―pregunto la joven con preocupación, al percatarse de que en su rápida carrera, había tropezado y caído sobre uno de mis compañeros, apartándose al instante, extendiendo la mano para poder ayudar a mi desafortunado acompañante para que se pudiese incorporar un poco.

Aquella muchacha de negros cabellos cortos, lacios y suaves que solamente había dejado crecer hasta las orejas, se trataba de mi amada Kate.

Su hermoso rostro, inocente, casto y angelical, seguía siendo la cosa más bella que había visto en la vida.

¿Qué me gustaba de Kate?

Todo, absolutamente todo, no existía cosa alguna de ella que me desagradara, ella era pura perfección, o al menos, así lo era para mí.

Sus cándidos ojos negros, llenos de curiosidad, jubilo y calidez, seguían prácticamente iguales.

Sus labios, esos que me moría de ganas por probar, estaban igual de carnosos que siempre, rojos, delineados con aquel labial que tanto le encantaba.

Sus adustas facciones infantiles, atestadas de fulgurante dulzura, hipnotizantes y hechizantes, provenientes de regiones perdidas y olvidadas por el ser humano hace ya mucho tiempo, no habían cambiado absolutamente nada.

―¡No me toques!―exclamo mi compañero apartando de un brusco manotazo la mano de Kate―¡Mira como dejaste mi camisa! ¡Ahora tendré que lavarla!

―D–De v–ve–erdad lo sien…

―No te disculpes―dije extendiendo mi brazo para ayudar a mi compañero a levantarse―Déjala Razit, no vale la pena.

Razit solamente mascullo una maldición mientras se incorporaba con mi ayuda.
Kate por otra parte se quedó de rodillas en el suelo, completamente humillada mientras los murmullos se hacían presentes no solo en mi grupo de amigos, también en uno que otro estudiante que había reparado en la conmoción.

Mis amigos no dejaban de murmurar cosas despectivas de ella, no obstante, Kate no reaccionaba, seguramente no había esperado verme, estaba sorprendida, con toda la pila de apuntes regados por el suelo, unos que otros manchados de café, algunas personas que pasaron se rieron y pese a la indignación que sentí no solo por aquellas burlas, si no por la actitud de mis amigos, solamente pude decir las más deshonestas elocuencias.

―Fíjate por donde vas.

¿Pueden creerlo? Habiendo podido decir algo con un poco más de tacto, simplemente me limito a decir las palabras más frías posibles, ¿Desde cuándo me he vuelto así?

Fíjate por donde vas, repetir esa frase hace que ahora me sienta como el ser más insípido del mundo.

No obstante, cuando me di la vuelta para irme con mi grupo de falsas amistades, ella me respondió.

―Deberías morirte, gusano despreciable.

Al escuchar aquello no pude evitar sentir una fuerte opresión en mi pecho.

Mi corazón…mi atormentado corazón…en ese cortísimo instante volvió a quebrarse en miles de pedazos como hace dos años.

¿Cómo negarlo? Era algo completamente cierto.

Mis compañeros estuvieron a punto de reclamarle, pero no les deje, no quería que lo sucedido pasara a mayores así que les calme y nos fuimos sin molestarnos en mirar atrás.

Siendo franco me gustaría que Kate me perdonase algún día, a veces me pregunto cómo estará, espero que bien ya que nada me haría más feliz.





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