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— ¡Iremos de compras!— Exclamó Heather con emoción.

Astrid se quitó por completo los audífonos y frunció al ceño al escuchar la propuesta de su amiga.

— ¿Que?

— Hace años que no vamos de compras, necesito gastar mi mesada de este mes y que mejor llenando mi clóset y mi habitación de cosas innecesarias.

— Por todos los Dioses Heather, cada día vienes con algo más extraño.—  Se bajó de la caminadora y tomó agua.

Era sábado, día de ejercicio y des-estres de Astrid, pero parecía que eso no sucedería por la llegada de su mejor amiga.

— ¿Tendré que cancelar mi clase de esgrima, de nuevo?— La miró frustrada, mientras salían del gimnasio de la casa Hofferson.

— Ya sabés pelear, boxeas todos los martes y además de eso, ¿Aún prácticas esgrima?

— Uno nunca sabe cuándo necesita pelear a espada con alguien.— Se encogió de hombros.

— Vamos, Astrid… eres mi mejor compañera de compras.— Trató de convencerla.

— Soy tú unica amiga.— Atacó. Ya habían entrado a la habitación de la rubia y esta estaba buscando ropa para meterse a bañar— Además, ¿Por qué soy tu mejor compañera? Si soy una desastre en compras y más de ropa.

— Porque sabés elegir bastante bien.— Sonrió— Vamos Astrid y te prometo que después vamos al cine y vemos esa película que salió y que tanto quierés ver.

— ¿Tú pagas todo del cine?— Señaló.

— Todo.— Y así fue como la convención.

Era su mejor amiga después de todo y debía admitir que luego de una limpieza de primavera que había hecho, necesitaba conseguir unas cosas y además quería ver esa película.

Astrid se metió a bañar y al salir, Heather quería maquillarla y aunque esta era muy retocada y Heather no lo era para nada, dejo que su amiga cumpliera su sueño y la máquillo bastante sencillo y bonito.

Salieron de casa en el carro de Heather y fueron al mismo centro comercial, dónde ya lo conocían de arriba a abajo y dónde iban desde los 15 años, ellas solas. Empezaron a recorrer tiendas a Heather le gustaba todo, a Astrid todo le quedaba bien pero de 20 prendas, terminaba eligiendo una sola.

Fueron de tienda en tienda, encantadas y Astrid podía admitir que habían bonitas prendas, pero no se lo diría a su amiga porque o sino estaría más loca de lo que estaba. También fueron a tiendas de hogar, porque Heather estaba en el proceso de vivir sola e iba viendo opciones de diseño.

— Heather ya, ya tengo hambre.— Se quejó Astrid tratando de mantener todas las bolsas en sus manos.

— Bien vamos a comer, quiero una hamburguesa.— La arrastró hasta aquél lugar.

Nunca habían amado tanto una silla que en ese momento, podía ser satisfactorio comprar pero sobretodo cansado. Pidieron de comer, mientras hablaban de esas semanas.

— Bien debo preguntar, ¿Cómo van las cosas entre tú y Hiccup?— Pregunto con una ceja alzada y Astrid casi se atraganta.

— ¿Qué hay de que?

— No soy ciega a todo lo que a pasado entre ustedes, todo lo que me has contado y sé que hay más porqué te conozco y hay cosas que no me has dicho, pero no te voy a obligar. Simplemente te voy a decir que pienses las cosas con cabeza fría y recordarte que la vida es muy corta para sumirte en un mundo frío.— La tomó de la mano y Astrid agradeció sus palabras.

: PARADISE :Where stories live. Discover now