Capítulo 11

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Perspectiva tercera persona

En un mundo donde la magia fluía como el viento y los desiertos eran vastos y misteriosos, dos hombres caminaban con determinación. Sus batas blancas, que cubrían todo su rostro y cuerpo, se movía al ritmo de la brisa cálida. Nadie sabía sus nombres ni sus intenciones, pero su presencia era inquietante.

Kurogane, el más alto de los dos, tenía el cabello rubio y ojos de un rojo profundo que parecían los de un asesino.

Cèfiro, más viejo pero con aspecto de un joven adulto, llevaba una cicatriz en la mejilla que parecía haber sido tallada por la misma magia que dominaba.

Caminaban por el Desierto de Dila, un continente donde las dunas se movían como olas y los cactus susurraban. La arena crujía bajo sus botas mientras avanzaban hacia su destino.

-Tengo hambre.-*Dijo Kurogane*

Un día, mientras cruzaban una duna, sintieron un temblor bajo sus pies. La arena se abrió y emergió un gusano de arena gigante. Su piel brillaba con un tono dorado, y sus ojos rojos destellaban con hambre.

("Finalmente algo con que entretenerme.")-*piensa con una sonrisa Kurogane*

Kurogane y Cèfiro intercambiaron miradas. Sin decir una palabra, se separaron. Cèfiro extendió una mano y susurró un encantamiento antiguo. El viento se levantó, formando una barrera de aire alrededor del gusano. Kurogane, por su parte, se concentró en la tierra. Sus ojos rojizo brillaron y la arena se convirtió en piedra, atrapando al gusano en su lugar.

El gusano luchó, retorciéndose y golpeando la barrera de aire. Pero los dos hombres no se inmutaron. Juntos, canalizaron su magia, fusionando sus habilidades en un poderoso hechizo.

-¡Ahora!-*gritó Cèfiro*

La barrera de aire se solidificó, atrapando al gusano en un prisionero de viento. Kurogane liberó la tierra, y la arena se convirtió en una jaula de piedra. El gusano aulló, su cuerpo inmovilizado.

Los dos hombres se acercaron al gusano. Cèfiro tocó su frente y sus ojos brillaron con luz blanca. Matando al instante al gusano sin que sintiera dolor.

-¿Que tipo de magia usaste?-*Pregunta Kurogane*

-Solo he absorbido su escencia mágica.

-¿Escencia mágica?... ¿Te refieres a su mana?, bueno, lo importante ahora es que tenemos comida.-*con una sonrisa acaricia el cuerpo del gusano*-¿Cómo debería cocinarlo?.-

Los dos estaban de acuerdo de descansar mientras se comían al gusano enorme luego de cocinarlo. Cèfiro solo se había comido una porción mientras que Kurogane los restos del gusano sin dejar nada del mismo.

-Que bien se siente tener el estómago lleno.-*Dice con una sonrisa Kurogane*

-¿Terminaste?, ¿Podemos proceder con nuestro objetivo?-

-Relájate, no hay necesidad de excedernos.-

Kurogane agarra su capucha y lo baja hacia atrás. Mostrando su peinado rubio y dos enormes orejas parecidos a de un zorro por encima de su cabello. Y también tres marcas de bigotes en ambas mejillas.

-Idiota, ¿Y si alguien te ve?-

-Tu sabes que ninguna raza conciente habita en este continente, y si eso sucediera solo tendríamos que matarlo.-

Cèfiro también agarra y baja su capucha mostrando su piel de color oscura y negra parecido a carbón, sus ojos era intenso con la esclerótica color negra y su pupila también del mismo color, solo teniendo la iris de sus ojos color blanco. Su cabello era blanco y generalmente largo y sedoso. Pero los más resaltante fueron sus orejas puntiagudas parecido a de un elfo.

Mi segunda vida como RaissaWhere stories live. Discover now