Capítulo 54: Una noche de placer

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[Traductor: Oh no hermano]

En la habitación con poca luz, ella siente su presencia incluso antes de verlo. Puede sentir el magnetismo entre ellos cuando él se acerca, la electricidad que siempre crepita en el aire cada vez que se reencuentran.

Ella siente el calor de su aliento contra su oreja mientras él murmura suavemente: "Te extrañé, Annie". En ese instante, una oleada de emociones la recorre, haciéndola girar su cuerpo instintivamente.

Cuando su mirada se encuentra con la de él, nota la intensidad en sus ojos, un reflejo del anhelo que refleja el suyo. Sus fuertes manos encuentran su lugar en sus caderas, su toque es a la vez reconfortante y posesivo. Ella no puede evitar fundirse con él, su cuerpo se relaja bajo su toque.

Lentamente, sus ojos se cierran y sus labios se encuentran en una danza de ternura y deseo. Por un momento fugaz, se separan y sus respiraciones se mezclan en el aire mientras saborean la intensidad del momento compartido. Sus miradas se cruzan, capturando momentáneamente la profundidad de su conexión.

Una vez vencida la vacilación, una oleada de deseo los impulsa hacia adelante, sus bocas chocan en una unión tumultuosa, impulsadas por un anhelo compartido y un hambre insaciable. En este abrazo apasionado, su lengua se aventura, entrelazándose con la de ella en una danza feroz, evocando una sinfonía de sonidos placenteros mientras ambos sucumben al placer embriagador. La necesidad de simplemente respirar se vuelve insignificante cuando su único enfoque se convierte en el acto de besar que todo lo consume. Annie, envuelta en una niebla etérea, es ajena al paso del tiempo, ya que sus sentidos quedan cautivados únicamente por el toque aterciopelado de sus labios y el tentador encanto de su irresistible lengua.

Anhelando su presencia con una intensidad que encendió su alma, se entrega y sutilmente moldea su cuerpo contra el de él, anhelando una conexión aún más profunda. En la exquisita intimidad del momento, ella saborea la sensación del deseo que despierta, un calor palpable que se imprime con gracia en la parte baja de su espalda, encendiendo una sinfonía de sensaciones dentro de ella. Una sonrisa encantada y traviesa adorna sus labios mientras se retuerce juguetonamente, provocando un gruñido primitivo que se escapa de su garganta, resonando con cruda pasión. Su lenguaje compartido de pasión y deseo se habla a través de la encantadora danza de sus lenguas entrelazadas.

Mientras su mano derecha explora delicadamente los contornos de su cuerpo, un dedo se aventura atrevidamente en la cintura de su falda. En ese momento electrizante, una intensa oleada de calor corre por sus venas, incendiando sus sentidos con deseo y anticipación.

Con medida precisión, su mano se desliza desde su costado hacia la suave curva de su estómago, la calidez de su toque deja una huella indeleble en su piel afiebrada. Un dedo solitario se aventura, como una llama parpadeante que baila sobre el lienzo de su carne desnuda, trazando un infierno de sensaciones que enciende su ser. Al inhalar profundamente, siente que la embriagadora ráfaga de aliento se entrelaza con las pulsantes ondas de placer.

Mientras sus dedos trazan delicadamente los contornos de su cintura, se aventuran debajo de la tela de seda de su falda, descubriendo el delicado encaje de su ropa interior que se adhiere a su tacto como un imán. La suave caricia de su mano contra su piel flexible envía ondas de anticipación eléctrica que recorren su cuerpo, provocando un suave gemido de deseo mientras sucumbe al momento embriagador. Separándose a regañadientes de su beso apasionado, anhela más, su respiración se entrecorta con anticipación. En respuesta, él busca consuelo en la extensión de su cuello, dejándole una estela de tiernos besos, deteniéndose ocasionalmente para mordisquear juguetonamente el lóbulo de su oreja.

Su respiración se produce en oleadas rápidas pero deliberadas, resonando con una profunda intensidad. Cada inhalación llena sus pulmones al máximo de su capacidad. Sus dedos, adornados con suave delicadeza, exploran su piel flexible. Con cada delicada caricia, una sinfonía de placer recorre sus venas, provocando que emita un profundo y eufórico gemido que resuena en lo más profundo de su ser.

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