El libro de los Malditos

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Abrió los ojos lentamente, sintiendo la suavidad de las sábanas que lo cubrían, con pereza se incorporó de a poco con el suave colchón sonriendo ante la preciosa vista de las grandes puertas de madera negra abiertas, esta misma daba a un hermoso b...

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Abrió los ojos lentamente, sintiendo la suavidad de las sábanas que lo cubrían, con pereza se incorporó de a poco con el suave colchón sonriendo ante la preciosa vista de las grandes puertas de madera negra abiertas, esta misma daba a un hermoso balcón de piedras con una hermosa vista del despejado cielo. La brisa marina le golpeó suave en el rostro que lo hizo ronronear de placer.

¿Era un sueño? Hace unos minutos estaba en la pequeña cabaña perteneciente a Isabella con su tío Sirius, y ahora despertaba en una deliciosa cama, en una habitación de estilo medieval. En definitiva, era un sueño, uno demasiado real para serlo. Lejos de sentir miedo, aquel lugar le producía nostalgia, añoranza y sobre todo aquella vista del balcón le producía un sentimiento de libertad.

Con sus pies descalzos se levantó de la cama, dándose cuenta de que vestía con un camisón blanco de lino, el cabello atado en una trenza estilo vikingo, como era un sueño, decidió no darle importancia a su propia apariencia, y con el deseo de poder vagar por aquel hermoso lugar, empezó a inspeccionar todo a su alrededor. Era una habitación grandiosa, de suelo negro, con paredes de piedra color crema y altos pilares de oro adornados por antorchas sostenidas por dragones de obsidiana.

"Este sitio es maravilloso." Soltó un susurro.

Los muebles de un rústico color marrón oscuro adornando la habitación, el suelo negro tenía una hermosa alfombra de color verde con un escudo dorado en medio, era una M muy bonita la cual parecía ser custodiada por dos dragones negros. Grandes retratos de personas completamente desconocidas, que lo miraban como si lo conocieran desde hace años. El resto del castillo era casi lo mismo, con pisos negros y en algunos lugares de piedras cálidas formando figuras.

Escuchaba susurros melodiosos cantando hechizos desconocidos para él que lentamente se hacían cada vez más audibles, Draco cerró los ojos intentando agudizar sus oídos para poder saber lo que aquellas voces estaban diciendo. Podía sentir la poderosa magia en el ambiente, dicha magia le hacía cosquillas, con cada paso que daba acercándose a una de las habitaciones más lejanas del pasillo. Tenía dos puertas grandes de color negro, con picaportes en forma de dragones con ojos rubies.

Inhaló profundamente, tomando los picaportes sintiendo como los cánticos se hacían más fuertes y su magia se revolvía en sus venas. No hacía falta tener miedo, después de todo era un sueño, solo un sueño más. Es lo que se repetía mentalmente.

"¿Qué demonios?" La exclamación hizo que las voces se detuvieran.

Draco lució pálido al ver una gigantesca habitación de paredes negras las cuales se mezclaban con las del suelo, se podía ver un camino alumbrado por candelabros de oro blanco que llevaban hasta el centro de la habitación. El rubio intentó dar un paso lejos de la habitación, pero las puertas se cerraron en sus narices, lentamente volteó a ver la figura que se encontraba en el centro rodeado por gruesas cadenas de un brillante color carmín, estaba amarrado por las muñecas las cuales estaban sostenidas por dichas cadenas que salían de altos pilares marcados de símbolos.

Herencia MalditaWhere stories live. Discover now