Un extraño año nuevo

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Para cuando despertó al día siguiente, su magia parecía estar nuevamente restaurada, incluso recuperó la energía que había desgastado en su lectura

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Para cuando despertó al día siguiente, su magia parecía estar nuevamente restaurada, incluso recuperó la energía que había desgastado en su lectura. Se incorporó lentamente mirando a su alrededor, encontrando la habitación de Severus reparada y vacía, su padrino no se encontraba por ningún rincón dentro de esas paredes, lo que sí encontró fue un delicioso desayuno completo, el cual se dispuso a comer con tranquilidad.

Terminó su desayuno, guardó el libro en el bolso, se acomodó el cabello en un moño asegurado con el broche de esmeralda. Necesitaba un baño urgente, así que decidió salir de la habitación de Severus para ir directo a los baños de Slytherin para tomar un reconfortante baño de agua caliente y relajar sus hombros tensos. No le tomó mucho tiempo llegar a su habitación, dejando su bolso sobre su cama, entrando directamente al baño, cerrando la puerta detrás suyo.

Horas después de un merecido baño, salió de la sala común de slytherin, había decidido pasar lo que restaba del día fuera de aquellas paredes, despejando su mente. Así que comenzó a deambular por los pasillos del castillo, divagando en sus pensamientos llegó a lo alto de la torre del reloj, se apoyó sobre el pequeño mural de piedra para observar el hermoso horizonte cubierto por la capa de nieve.

Un pensamiento se le pasó por la cabeza al ver los cabellos castaños rebeldes de Hermione revoloteando mientras el trío de oro se divertía jugando con la nieve abajo. Habían quedado entre Hermione, Luna y él en tener el proyecto de convertirse en animagos, así que necesitaba conseguir las hojas de mandrágora.

Se separó del mural para luego seguir el paseo recorriendo el castillo, subiendo las escaleras, buscando llegar a la torre de astronomía para poder tener más tranquilidad y un absoluto silencio para comenzar con el proyecto Animago. Pero cómo sería el secreto de los tres, nadie debía de saber ni siquiera para qué quería las mandrágoras, por lo que necesitaba conseguir macetas y guardarlas en un lugar donde nadie lo encontrara. Pasando por un pasillo, con ese pensamiento de querer encontrar un lugar donde esconder las plantas de mandrágoras, pasó por el pasillo del séptimo piso, pasando frente al tapiz de Bárnabas el chiflado.

El sonido de las paredes abriéndose, volteó para ver como unas hermosas puertas de metal con relieves intrincados aparecía frente a él. La sala de menesteres, había leído sobre ella, o conocida como la sala que viene y va. La puerta terminó de formarse, con cautela y emoción por encontrarla, avanzó hasta abrir la puerta, encontrándose con montañas y montañas de objetos que las personas que habían asistido años atrás escondieron, además de objetos obsoletos que dejaban tirados.

Recorrió los inmensos pasillos lleno de porquería total, admirando las viejas snitches que estaban descontinuadas, encontrando un pequeño sector con bastantes macetas que nadie usaba. Iba a recogerla cuando su cuerpo tembló de frío, levantó la cabeza al percibir un olor a podrido, como si un cadáver se encontrará descomponiéndose, siguió el olor nauseabundo, se abrazó a sí mismo cuando la magia oscura comenzó a recorrer su cuerpo.

Herencia MalditaWhere stories live. Discover now