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George y él habían tenido muy buenas ideas durante su vida de desastres tras desastre (todos creados por ellos mismos), pero el plan que iban a poner en marcha aquella noche, podría ser el mejor de todos.

Habían logrado crear unos dardos que se activaban con el agua, si alguien ingería aquella agua, se convertían rosas y empezaban a gritar todo. Habían hecho esto para que Umbridge se pudiera dar cuenta de lo horrible que era verla y escucharla.

George lo estaba esperando en las cocinas de Hogwarts, en donde iban a llenar todas las bebidas con los dardos, Fred había regresado por más provisiones, y de camino al plan, vio una cabellera roja caminar rápidamente, tallándose los ojos.

-¿Leash?- preguntó Fred preocupado

Ella se detuvo inmediatamente, estaba tan adentrada en sus pensamientos que no lo vio en el pasillo. Sus ojos seguían y se veían cristalinos, estaba llorando de nuevo; observo a Fred con desesperación pero no dijo nada, siguió caminando, pasándolo de largo.

-Hey hey- dijo él, deteniéndola- ¿Qué pasó? ¿Estás bien?- le pregunto preocupado observando su rostro

Leash quiso hablar pero en cuanto abrió la boca, empezó a llorar más fuerte, se tapó la boca intentando contener sus sollozos y ahí fue cuando Fred verdaderamente se preocupo.

-Estoy bien- dijo ella entre respiraciones, intentando reconfortarlo

-Sí, claro- dijo Fred con sarcasmo, observó hacia el frente, el pasillo que lo llevaba hacia su hermano y su magnífico plan que llevaban trabajando desde el inicio del año, y luego bajó su mirada a la chica que sostenía en brazos.

-Ven- le dijo a Leash- Vamos- le repitió

La sostuvo por los hombros en un abrazo de lado y la guió por los pasillos del castillo hasta la puerta del cuarto de Menesteres se les presentó.

Esa era la ventaja de aquel lugar, aparecía cuando uno lo necesitaba y aparecía dependiendo de cómo lo necesitabas.

Aquella vez no era un cuarto de entrenamiento, no había espejos ni maniquís para pelear. El cuarto era cálido, el piso era de alfombra y había muchos cojines para sentarse, tenía una chimenea prendida y varios sillones para sentarse, era bastante acogedor, perfecto para aquella fría noche.

Leash se sentó en el piso de alfombra, incapaz de querer seguir caminando, ocultó su rostro en sus manos y se concentró en calmar su respiración.

Fred no sabía si quedarse de pie y darle su espacio o sentarse a su lado y consolarla, lo que sabía es que Leash no merecía estar sola. No sabía que le estaba pasando y no sabía por qué su novio no estaba ahí para apoyarla, pero él sí quería estar ahí.

-Estoy bien- repitió Leash sonando su nariz

-Se que crees que soy tonto, pero hasta yo puedo darme cuenta que eso es falso- dijo Fred intentando hacerla reír, pero apenas si logró sacarle una pequeña sonrisa.

Fred se acercó a ella cuando no lo detuvo, se sentó a su lado, sus piernas se tocaban al igual que sus hombros, aunque los de él estaban más arriba que los de ella, debido a su altura.

-¿Quieres hablar de ello?- preguntó Fred

Leash se quedó observando sus manos unos segundos, intentando pensar.

-No creo que quieras escucharlo- dijo ella con una mueca

-Ponme a prueba- le sonrió él

Leash lo observó, intentando descifrar que era de él que ella siempre encontraba una sensación de confort, finalmente, accedió.

No me dejes -2 (Draco Malfoy)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang