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Enero, 2011

Su madre recibió el nuevo año desde el hospital, Hoseok sólo puede sonreírle a su celular esta noche, mientras le regala todos sus buenos deseos y «te quiero» existentes. No tiene la costumbre de perderla de repente, ni siquiera recuerda la última ocasión en que se encontró solo durante estas festividades. Cuando la llamada se corta, suspira pesado y guarda bien su celular. Mira su reflejo en el agua de la piscina en casa del primo «Nam» de Kim Taehyung, oscuro, pese a que se encuentra bajo el foco más claro que encontró, sopesando sus decisiones, pese a que su mejor amigo-novio se sienta a su lado con dos vasos de color rojo en cada mano, unos minutos más tarde.

—¿Le enviaste mis saludos a Kiara? —pregunta Yoongi, empujándolo despacio con su hombro. Hoseok asiente, aceptando el vaso que le extiende y oliéndolo, siempre cuidadoso, pese a que se trata de Yoongi—. Es gaseosa, Ángel, la serví yo mismo.

—Gracias —murmura.

—Anímate, por favor... veremos a Kiara mañana en la noche. Sólo está trabajando.

—Está triste, sabes, se la oía triste en la llamada, aunque fingiera que no.

—Claro que está triste. Es primera vez, en muchos años, que no recibe el año junto a su único hijo —asegura Yoongi, acariciando el cabello de su nuca y pidiéndole, con ese gesto, que lo mire—. Pero ella está bien, está segura en su lugar de trabajo, y tú debes permitirte disfrutar esta celebración como se debe. Estoy seguro de que ella te lo ordenó. —Hoseok asiente, blanqueando los ojos y negando con su cabeza después, porque siempre tiene razón respecto a su madre—. Ya ves, debes obedecer a tu madre y disfrutar de la celebración con la segunda persona que más te ama en el mundo: yo.

Terminan sonriéndose mutuamente y Hoseok suspira un poco cansado, porque está harto de tener que fingir que él y Yoongi sólo son amigos.

—Quiero besarte —murmura.

Y desvía la mirada, porque no podrá contenerse si sigue viendo el rostro de Yoongi con expresión sorprendida, debido a sus palabras. Hay un extenso silencio, donde ambos miran hacia la piscina, mientras la música, los gritos y risas los acompañan alrededor y dentro de la casa de los Kim. El frío en el jardín tiene congeladas sus manos, pero eso no le impide permanecer allí. Probablemente, lo haga durante toda la noche.

—Ángel. —Él responde con un suave sonido parecido a un «¿mh?»—. Ven conmigo.

Voltea a mirarlo, Yoongi deja su vaso vacío en el suelo, a orillas de la piscina, y se levanta para extenderle la mano. Hoseok lo mira hacia arriba durante unos segundos, pero acaba cediendo, deja su vaso lleno de gaseosa a un lado del otro y se levanta. Sus pies siguen los de su mejor amigo-novio, intenta mirar hacia abajo para evitar las miradas de las personas y sólo se deja guiar escaleras arriba, ignorando por completo que se encuentra en la casa de un familiar de la persona que menos soporta en el mundo.

—¿Dónde vamos? —pregunta, aprovechando que nadie se encuentra, al menos, en el pasillo por el que transitan. Al no recibir respuesta, insiste—: Yoongi...

—Tranquilo, Ángel —pide.

Silencio una vez más. Bien, la casa de los Kim es más grande de lo que Hoseok piensa. Han transitado, al menos, tres pasillos extensos, llenos de puertas. La casa es algo fría de este lado, es posible que nadie viva por acá, lo cual vuelve más extraña esta travesía. Entiende a la perfección a lo que van, pero lo pone ansioso que Yoongi no mencione nada y siga caminando como si estuviese en su propia casa. Hasta que llegan casi al punto de partida y cae en cuenta de que los pasillos son un verdadero laberinto, es literalmente imposible encontrar la salida sin conocer este lugar.

Desde 1993 🎨 yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora