﹝ESTORNUDO﹞

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Kuroko salía por la puerta trasera del restaurante, su turno había acabado y podría descansar o al menos eso pensaba hacer antes de percatarse de su querido ex capitán.

—Hey —lo saludo Akashi.

Estaba recargado en la pared que quedaba enfrente de la puerta.

—¿Qué hace aquí, Akashi-kun? —se acomodó el suéter.

—Nada en particular, solo esperaba a que salieras para llevarte a casa —comenzó a jugar con las llaves.

—No era necesario, puedo irme en taxi.

—No seas modesto y vamos —lo tomó de la mano y lo jalo hasta donde estaba su coche color negro —. Sube —le abrió la puerta.

Kuroko agito su cabeza en negación entrando al coche.

Akashi sonrió mientras recorría el coche para entrar al auto.

—Entonces... ¿cantas? —se acomodó el cinturón y predio el carro.

—S...sí, algo así —aparto la mirada hacia la ventana con un sonrojo en sus mejillas.

Akashi sonrió de lado.

—¿Por qué invitaste a todos?

—¿Invitar?

—Sí —lo volteo a ver —. ¿Sabe?, fue algo vergonzoso —volvió apartar la mirada.

—Yo no los invite, solo que dio la casualidad que todos tuvieron la brillante idea de ir el mismo día que yo —aclaro con irritación.

—¿Qué les pareció el lugar?

—Es elegante y acogedor. Es el tipo de lugares a los que suelo ir —lo volteo a ver defendiéndose en un semáforo.

—Ya sé. Solo que no quería que me vieras cantar —se cruzó de brazos.

—¿Por qué no? Cantas muy bien.

La blanca piel de Kuroko se tornó levemente roja.

—No tanto —aparto la mirada.

Akashi sonrió.

—Aunque no entiendo ese nombre, ¿Blaoz?, ¿qué clase de sobrenombre es ese? —rio levemente.

—Es para evitar que algunos clientes nos acosen fuera del restaurante.

—¿Acosen? —giro el volante.

—Sí. A llegado a suceder que los clientes se obsesionan con algunos meseros o meseras.

—¿A ti te ha pasado? —apretó con fuerza el volante.

—Mmm... algunas veces —dijo sin importancia, sin embargo, la mecha de celos de Akashi se encendió —. Aunque no entiendo porqué —pensó en voz alta.

—Yo si lo entiendo —estaciono el auto frente al edificio.

—¿Ah sí? —se quitó el cinturón.

—Eres atractivo, lindo y cantas maravillo, ¿cómo no estar atraído hacia a ti?

Aquellas palabras hicieron que el rostro de Kuroko se pusiera tan roja como el cabello de su contrario. Akashi al verlo, también se sonrojo.

—G...gracias por traerme.

—No fue nada —carraspeo la garganta —. Fue un placer —le sonrió.

—Aun así, gracias.

Ambos se quedaron en silencio, sin saber qué hacer.

—Bueno, me tengo que ir... —comento Kuroko abriendo la puerta.

El pequeño Kuroko #PremiosKnB2017Where stories live. Discover now