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Frente a la primaria Sanzu, esperando a que sus ex compañeros llegaran, estaba Akashi. Una cabellera rubia, junto a una azul y rosa apareció a lo lejos.

—Akashicchi —le saludo Kise con una sonrisa.

—Akashi-kun, buenos días —le saludo Momoi.

Aomine solo movió su mano.

—Hola a todos —les saludo.

—¡Aww! —musito Kise mirando la entrada —. Esta es la escuela de Nikkocchin, es tan adorable.

—Mira a todos esos niños tan lindos —le comento alegremente Momoi.

—Son tan hermosos.

Aomine y Akashi se miraron y luego suspiraron, la espera de los demás seria larga gracias a ese par que no paraban de comentar y gritar lo hermosos que eran aquellos niños y niñas que entraban y salían —junto con sus padres—, de aquel edificio de color crema.

Después de un rato llegaron Murasakibara, Kagami, Himuro, Midorima y Takao, todos vistiendo un atuendo casual.

—Ya que estamos todos es mejor entrar —dijo Himuro.

—Sí, pero hay que esperar a Kuroko, me envió un mensaje diciendo que vendría por nosotros —aviso Akashi.

—¿¡Eh!? —grito Kise —. Akashicchi, ¿cómo es que tienes el número de Kurokocchi? Pásamelo, pásamelo —comenzó hablar rápidamente el rubio.

—No seas molesto, Ryota.

Iba a seguir protestando, pero fue interrumpido.

—Bienvenidos —los saludo Nikko vistiendo un yukata.

Como siempre, Kise y Momoi, al ver aquella escena no pudieron evitar ruborizarse, los demás sonrieron.

—Buenos días, Nikko —saludaron todos al unísono.

—Aww, Nikkocchin estas tan tierno —lo abrazo Kise.

—Muchas gracias, Kise-oniisan.

Los ojos amarillos del modelo se iluminaron cual focos de navidad al escuchar aquellas palabras.

—Eres tan adorable —lo siguió mimando.

—¿Dónde está Kuroko, Nikko-chan? —pregunto Momoi.

—Papá no pudo venir; está ayudando a mi maestra, pero vine yo así que, por favor, síganme —les sonrió antes de separase de Kise para marchar hasta el salón.

Todos se miraron y entraron en aquella escuela.

El pequeño niño iba guiando a los chicos mientras saludaba de vez en cuando a un montón de personas que pasaban a su alrededor.

—Parece que el pequeño Nikko no heredo la falta de presencia de Kuroko —comento Takao.

Los presentes asintieron.

—¡Nikko!, ¡Nikko! —gritaba una pequeña niña de largos cabellos rubios y enormes ojos ámbar, vistiendo un yukata rojo con flores blancas.

—¡Ah, Kana-chan! —hablo Nikko —. ¿Qué pasa?

La niña se detuvo frente a él y luego lo volteo a ver con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Tu papá es sorpréndete Nikko! —junto sus manos —. ¡Gracias a él ya juntamos doscientas firmas! —comenzó a saltar.

—¿¡En serio!? —el pequeño se unió a ella.

—¡Sí, sí!

—¿¡En dónde está!? —giro su cabeza de un lado a otro.

Kana dejo de saltar.

El pequeño Kuroko #PremiosKnB2017Место, где живут истории. Откройте их для себя