﹝CITA﹞

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—¿Ya mero llegamos? —pregunto Kuroko por centésima quinta vez.

—Sí, ya mero —contesto intentando aguantar una risa.

—Eso dijiste hace como...

—Solo tres minutos atrás —a completo.

Frunció los labios antes de acomodarse en su asiento.

Durante todo el recorrido Akashi y Kuroko no dejaban de discutir a donde era que se dirigían, él de orbes azules intentaba adivinar, no atinándole a ninguna y, resignado, decidió mejor ponerse a cantar las canciones que sonaban en la radio. Akashi escuchaba aquella melodiosa voz, cuando acabo no pudo evitar poner otra.

—Ah, esta esta genial —comento Kuroko antes de tararear un poco.

De reojo vio como una sonrisa se le formaba a su compañero, provocando que igual sonriera.

...

—Llegamos —anuncio estacionándose en un lugar deshabitado, lleno de maleza y rocas.

—¿Aquí? —se asomó por la ventana.

—Sí —el ex capitán saco una mochila de los asiento de atrás y se la coloco en el hombro antes de salir del coche y abrirle la puerta a su sexto hombre fantasma.

Mirando todo a su alrededor salió del auto.

—¿Dónde estamos?, ¿para que la mochila?

—Ven —ignorando las preguntas lo cogió de la mano y lo guio por un pequeño camino de piedras rodeado de plantas y árboles.

—Akashi-kun, me estás dando miedo.

—¿Por qué? —soltó una leve risa.

—En las películas de terror cada que a alguien lo llevan a las afueras de la ciudad, lo matan —miro algo desconfiado el lugar.

Soltó una carcajada mientras se detenía en unas enredaderas y la apartaba poco a poco de su camino dejando ver un pequeño túnel, iluminado por los rayos del sol que se asomaban del otro lado.

—Encontré este lugar hace unos años atrás, en mis tiempos libres vengo, pero siempre quise compartirlo con la persona que más quiero.

Al escuchar aquello no pudo decir nada. Siguió caminando; Akashi lo volteo a ver.

—Me alegra saber que regresaste y puedo compartirlo contigo —le sonrió dulcemente.

El corazón de Kuroko Tetsuya se sobresaltó tanto que hizo su cuerpo se estremeciera y su piel se tornara de un color rojizo, por suerte, Akashi ya había girado su cabeza para seguir mirando al frente.

Antes de llegar al final Akashi soltó la mano de su acompañante, se posiciono atrás de él y le tapó los ojos.

—Espero te guste —le susurró al oído.

Un rubor pinto sus pómulos y una corriente eléctrica le atravesaron todo el cuerpo. En esa posición comenzaron a caminar lentamente hasta que el sol les golpeo los rostros y la brisa les sacudiera las melenas. Las manos suaves del mayor le recorrieron la cabeza antes de soltarlo completamente.

—Bienvenido a mi pequeño escondite.

Los ojos de Kuroko se abrieron de par en par al contemplar aquella belleza natural.

Era una laguna cristalina: una pequeña cascada se encontraba del otro lado, algunas animales se encontraban por allí. Todo tan brillante y tranquilo, con los sonidos de los insectos como audio de fondo.

El pequeño Kuroko #PremiosKnB2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora