Capítulo 7.

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-Tais, no tienes 16 años. - Tais lo fulminó con la mirada.

-Quita tu pie Diego, no puedo moverme. - Diego se encogió de hombros, o al menos lo intento, ella estaba sobre él y tenía que aguantar su peso.

-Rayos Tais, estas gorda. - ella rodó los ojos.

-Tu tía también y no dices nada. - el soltó una carcajada.

Ya no pudo aguantar más el peso de Tais y cayeron, aunque la caída de Tais fue mínima, cayó sobre Diego. El se la quito de encima con cuidado y se puso de pie.

-Eres demasiado lloron Diego, no vuelvo a jugar Twister contigo. - el solo asintió.

-Perfecto, eres demasiado tramposa, ¿ya encargaste comida? - ella asintió. -¿qué pediste?

-Adivina adivinador. - y sonrió como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

-¡Nooooo! - fue todo lo que dijo Diego.

-Si querido, comida china, para cuatro. - el frunció el ceño.

-¿Quién viene?

-Nadie, pero no quiero que termines con mi plato, así que pedí doble para ambos. - el corrió hasta donde ella estaba y le empezó a hacer cosquillas.

- Eres una maldita traidora, sabes que no puedo comer mucho. - Tais le saco la lengua.

-Fácil, no comas. - fue su turno de rodar los ojos.

-¡Por Dios Tais! Sabes que es imposible no hacer, me tendré que matar mil horas en el gym para quemar toda esa grasa. - Tais rio al mirar el drama que estaba haciendo Diego.

-Vamos, no tarda en llegar.

Y así fue, la comida llego unos minutos después, acabaron con todo lo que tenían enfrente, cada vez que Diego tomaba otra porción de comida, fulminaba a Tais con la mirada y esta estaba divertidisima, como si no hubiera tenido un mal día.

Diego se quedó a dormir en casa de Tais, a la mañana siguiente, el la llevo a su trabajo, su auto aún no estaba listo, así que por ese día tendría chofer, miro la oficina del jefazo y suspiro, no entro, solo se sentó en su lugar de siempre, esperando las órdenes del día. Prendió el computador y checo los Correos electrónicos con las labores del día.

Abrió el enviado por Edrik, y miro la lista de pendientes, en mayúscula, con negritas decía. "En cuanto leas esto pasa a mi oficina". Así que eso hizo, tomó su iPad para tomar notas y entro sin tocar la puerta, Edrik ni siquiera volteo a mirarla, el sonido de sus tacones al caminar lleno el lugar y ese pequeño silencio incómodo.

-Siéntate. - le ordenó. Ella obedeció. - Necesito que me digas la verdad Tais, no me gusta ser el otro de nadie.

Ella frunció el ceño, no entendía por qué seguía hablando sobre mentiras, y en especial en "ser el otro"

-Primero, no tengo porque darte explicaciones de mi vida privada. - Tais iba enumerando sus razones con sus pequeños dedos. - Segunda, no eres el otro, primero se necesita tener una relación y yo no la tengo, y en tercer lugar lo nuestro fue solo un fin de semana, ya te lo había dicho.

Lo ultimo lo decía más para convencerse a ella misma, que a alguien más, ya lo había hablado con Diego y él le dijo claramente, "Ese hombre debe ser muy bueno en la cama, se nota en tu cuerpo que lo sigues necesitando". Y claro que lo necesitaba tan solo escuchar su voz, y mirarlo con ese traje hecho a la medida, que abrazaba cada músculo de su cuerpo sentía que estaba excitada.

-¡Por Dios Tais, no seas cínica! - Edrik golpeó la mesa, cosa que asusto a Tais. - Mire como lo besabas en los labios.

-Fue para ponerte celoso. - Al escuchar salir eso de sus labios, llevo sus manos hasta su boca, como si eso fuera a hacer que las palabras se olvidaran.

EgoístaWhere stories live. Discover now