-Tais, no tienes 16 años. - Tais lo fulminó con la mirada.-Quita tu pie Diego, no puedo moverme. - Diego se encogió de hombros, o al menos lo intento, ella estaba sobre él y tenía que aguantar su peso.
-Rayos Tais, estas gorda. - ella rodó los ojos.
-Tu tía también y no dices nada. - el soltó una carcajada.
Ya no pudo aguantar más el peso de Tais y cayeron, aunque la caída de Tais fue mínima, cayó sobre Diego. El se la quito de encima con cuidado y se puso de pie.
-Eres demasiado lloron Diego, no vuelvo a jugar Twister contigo. - el solo asintió.
-Perfecto, eres demasiado tramposa, ¿ya encargaste comida? - ella asintió. -¿qué pediste?
-Adivina adivinador. - y sonrió como el gato de Alicia en el país de las maravillas.
-¡Nooooo! - fue todo lo que dijo Diego.
-Si querido, comida china, para cuatro. - el frunció el ceño.
-¿Quién viene?
-Nadie, pero no quiero que termines con mi plato, así que pedí doble para ambos. - el corrió hasta donde ella estaba y le empezó a hacer cosquillas.
- Eres una maldita traidora, sabes que no puedo comer mucho. - Tais le saco la lengua.
-Fácil, no comas. - fue su turno de rodar los ojos.
-¡Por Dios Tais! Sabes que es imposible no hacer, me tendré que matar mil horas en el gym para quemar toda esa grasa. - Tais rio al mirar el drama que estaba haciendo Diego.
-Vamos, no tarda en llegar.
Y así fue, la comida llego unos minutos después, acabaron con todo lo que tenían enfrente, cada vez que Diego tomaba otra porción de comida, fulminaba a Tais con la mirada y esta estaba divertidisima, como si no hubiera tenido un mal día.
Diego se quedó a dormir en casa de Tais, a la mañana siguiente, el la llevo a su trabajo, su auto aún no estaba listo, así que por ese día tendría chofer, miro la oficina del jefazo y suspiro, no entro, solo se sentó en su lugar de siempre, esperando las órdenes del día. Prendió el computador y checo los Correos electrónicos con las labores del día.
Abrió el enviado por Edrik, y miro la lista de pendientes, en mayúscula, con negritas decía. "En cuanto leas esto pasa a mi oficina". Así que eso hizo, tomó su iPad para tomar notas y entro sin tocar la puerta, Edrik ni siquiera volteo a mirarla, el sonido de sus tacones al caminar lleno el lugar y ese pequeño silencio incómodo.
-Siéntate. - le ordenó. Ella obedeció. - Necesito que me digas la verdad Tais, no me gusta ser el otro de nadie.
Ella frunció el ceño, no entendía por qué seguía hablando sobre mentiras, y en especial en "ser el otro"
-Primero, no tengo porque darte explicaciones de mi vida privada. - Tais iba enumerando sus razones con sus pequeños dedos. - Segunda, no eres el otro, primero se necesita tener una relación y yo no la tengo, y en tercer lugar lo nuestro fue solo un fin de semana, ya te lo había dicho.
Lo ultimo lo decía más para convencerse a ella misma, que a alguien más, ya lo había hablado con Diego y él le dijo claramente, "Ese hombre debe ser muy bueno en la cama, se nota en tu cuerpo que lo sigues necesitando". Y claro que lo necesitaba tan solo escuchar su voz, y mirarlo con ese traje hecho a la medida, que abrazaba cada músculo de su cuerpo sentía que estaba excitada.
-¡Por Dios Tais, no seas cínica! - Edrik golpeó la mesa, cosa que asusto a Tais. - Mire como lo besabas en los labios.
-Fue para ponerte celoso. - Al escuchar salir eso de sus labios, llevo sus manos hasta su boca, como si eso fuera a hacer que las palabras se olvidaran.
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Egoísta
RomanceEdrik Bustamante, uno de los solteros más codiciados, según la revista millonarios, estaba en el tercero de la lista, siendo padre soltero, la tarea más difícil que tenía era encontrarle una niñera a su hija, una que no se diera por vencida a la pri...