Capítulo 8.

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El resto de la tarde pasó llena de trabajo, Edrik y Tais solo hablaban lo necesario, estaban tan ocupados resolviendo un problema de último momento que se les olvido toda la pasión, al final del día no quedó otra que viajar hasta una de las sedes de la empresa.

-Tais, necesito que reserves tres vuelos, uno para ti, para Sophie y para mí. - Tais frunció el ceño.

-¿A dónde vamos? - el dejo de mirar el computador y concentro su atención en ella.

Algunos mechones habían escapado de la coleta que se había hecho, pareciera que enmarcaban más su cara, sus ojos resaltaban más, su boca se miraba más apetecible.

-Grecia, principalmente necesito que vayas por qué tú dominas el idioma. - Tais asintió.

-¿Cuántos días? - el suspiro.

-Aproximadamente cinco. - ella de nuevo asintió y se quedó pensando sobre el equipaje de Sophie, y como si él pudiera leerle la mente contesto su duda. - Mi madre ya está haciendo la maleta de Sophie, no te preocupes por eso.

-Perfecto, sólo iré a hacer la mía.- ella le sonrió.

-¿Necesitas transporte? - ella negó. - No trajiste tu coche, ¿cómo piensas moverte?

-Diego mi mejor amigo está esperándome, lo único es que no tendría como ir al aeropuerto, ¿podrías mandar a alguien a recogerme? - el hizo un movimiento negativo con la cabeza.

-Iré yo mismo Tais, me queda de paso y después vamos por Sophie.

-Oh. - fue lo único que salió de la boca de Tais.

Ambos salieron de la oficina de Edrik y se fueron a sus respectivos departamentos.

-Vamos a cenar. - Tais entró casi corriendo a su departamento.

-No puedo, tengo que salir. - Diego se le quedo mirando y le contesto.

-Entonces pedimos la comida a domicilio. - ella negó. - ¿Entonces qué?

-Nada Diego, me quedan 20 minutos y tengo que meter ropa en la maleta para un viaje de cinco días a Grecia.

Diego no pudo contener la sorpresa y se le salió una palabrota.

-¿Qué te pasa Diego? - el salió como alma que lleva el diablo de la habitación. - Diego puedo correr en tacones, pero cuando tengo los dos puestos, con uno es más difícil.

Diego se detuvo antes de salir de la casa de Tais, se dio la media vuelta y miro que en sus ojos había lágrimas retenidas, ella se acercó a él con cautela, como si se acercara a un animal salvaje temeroso, le tocó la mejilla con cuidado y Diego inclino más su cabeza y cerró los ojos.

Tais tomó su mano y lo ayudó a llegar al sofá más cercano, se sentó junto a él y le pasó la mano por el brazo hasta que logró volver a ser el.

-Tengo un hijo.

La mano de Tais se quedó en el aire, no sabía qué hacer. ¿Cuándo ocurrió? ¿Porque nunca se lo había dicho? ¿Porque lo oculto? No sabía qué decir, ni siquiera podía decir algo, se quedó quita, no asimilaba lo que Diego acababa de decir.

-Tiene tres meses, es una pequeña niña, su madre murió hace unos días.

Eso fue lo que le conmovió a Tais, que la pobre niña estuviera sola, ella mejor que nadie sabía lo que era no tener madre, pero claro, ella la tuvo hasta sus 23 años.

-¿Porque lo dices hasta Ahorita? - el se encogió de hombros. -¿Desde cuándo lo sabes?

-Hace un mes. - Diego miraba el piso.

EgoístaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora